Monumentos Naturales de Jaén: El Pino Galapán en SANTIAGO-PONTONES


Pino Galapán.
Podemos comparar el tamaño del árbol con el de las personas que se encuentran en su base
(foto: archivo propio)

Nombre: Pino Galapán
Especie: Pino laricio o salgareño (Pinus nigra subsp. salzmannii)
Localización: Este de la Provincia de Jaén.
Comarca: Sierra de Segura
Municipio: Santiago-Pontones
Altitud: 1.580 m. sobre el nivel del mar
Edad aproximada: 420 años
Dimensiones: 40 m. de altura; 5,20 m. de perímetro (a 1,30 m. de altura); 15 m. de diámetro en la copa.
Distancia a Santiago de la Espada: 19,5 km.

¿CÓMO LLEGAR?

Desde Santiago de la Espada hay que tomar la carretera A-317 en dirección a La Puebla de Don Fadrique. Después de recorrer 2,4 km. hay un desvío a la derecha donde tomaremos la carretera JV-7045 que nos llevará a la aldea de Don Domingo tras recorrer 13 km. Antes de entrar en la aldea, sale a la derecha una pista sin asfaltar pero en muy buenas condiciones de firme, señalada para senderismo como GR-144. La pista desciende hasta un barranco, Rambla Seca, donde cruzaremos un puente. A continuación un ascenso hasta Prado Flores donde se pasa junto a una tinada (refugio para el ganado). Finalmente la pista se adentra en el barranco del Arroyo de la Juan Fría donde encontraremos el Pino Galapán. Hay un pequeño cartel junto a la carretera que lo anuncia. Desde Don Domingo al pino Galapán hay 4 km.

Campos de Hernán Perea.
Al fondo el pico de la Sagra (2.383 m.), ya en la vecina Provincia de Granada.
(foto: archivo propio)

LA ESPECIE: PINUS NIGRA

Perteneciente a la familia de las pináceas, se le conoce con diferentes nombres como pino salgareño, laricio o negral.
Se distribuye por todo el Sur de Europa, Asia Menor, algunas islas del Mediterráneo y muy puntualmente en zonas de la cordillera del Atlas, en Marruecos. La subespecie Salzmannii, a la que pertenece nuestro ejemplar, tiene su hábitat en España en las principales cordilleras del arco Mediterráneo desde las Béticas a los Pirineos, en altitudes que oscilan entre los 800 y los 2.000 m.
Es una especie fuerte y puede soportar tanto elevadas temperaturas y sequías prolongadas como intensos fríos y grandes nevadas.
De crecimiento moderadamente rápido, puede alcanzar los 55 m. de altura y es un árbol muy longevo, superando algunos ejemplares los 1.000 años.
La corteza es de color grisáceo, más bien oscuro, con surcos toscos. Las hojas o acículas, de color verde oscuro, son largas y fuertes, y sus piñas pequeñas.

EL PINO GALAPÁN

Este gigante se ha convertido en uno de los símbolos más importantes, no sólo del municipio de Santiago-Pontones, sino de toda la Sierra de Segura. Es precisamente su tamaño y no su edad lo que le hacen especial. Hay otros pinos mucho más antiguos en estas sierras, pero en cuestiones de tamaño, éste es el rey.
No se sabe de dónde procede el nombre de "Galapán" y hay varias teorías al respecto. Esta palabra existe en Euskera y significa "a galope", aunque no tendría mucho sentido aplicada a un árbol. En Aragón y Navarra, "galapán" es un pillo o ladrón, lo que concordaría con la leyenda que dice que este pino se llama así por un bandolero llamado Galapán que escondía sus botines en una cueva cercana. Otros, sin fundamento, afirman que procede del francés.
Este pino laricio es un superviviente de la intensa actividad forestal que vivieron estas sierras entre los siglos XVI y XIX. De hecho, en 1748 se crea la Provincia Marítima de Segura de la Sierra, que abarcaba un extenso territorio entre las actuales provincias de Jaén, Albacete y en menor medida Ciudad Real, con el objetivo de regular la explotación de los recursos forestales de estos montes. La madera de la Sierra de Segura, que bajaba por los ríos Guadalquivir y Segura hasta Sevilla, Cádiz y Cartagena, se empleó en la construcción de edificios, de barcos de la armada y más modernamente de vías ferroviarias.  Por otra parte, la actividad ganadera del tipo lanar desarrollada en estas zonas altas de la Sierra de Segura ha contribuido también a la devastación del monte.

Ejemplares de pino laricio en el barranco del Arroyo de la Juan Fría.
Al fondo, la Cordillera de las Banderillas.
(foto: archivo propio)

Conforme nos vamos acercando a este monumento natural, en los remotos Campos de Hernán Perea, en el confín Este de la Provincia de Jaén, advertiremos que no es el único ejemplar de porte grandioso. Otros como él se acercan a esos cuarenta metros de altura que alcanza el Galapán (el equivalente a un bloque de viviendas de 13 plantas), por lo que quizás desde la pista forestal no nos impresione demasiado su tamaño. Hay que descender el sendero hasta cruzar el arroyo y llegar a su base. Ahí comprenderemos mejor las dimensiones de este árbol. Si vamos acompañados, es interesante comprobar su tamaño enviando a alguien primero mientras nosotros permanecemos a pie de pista, observando desde cierta distancia las proporciones entre la persona y el gigante. Hacen falta al menos cinco personas con lo brazos extendidos para abarcar el perímetro de su tronco en la base.

Un grupo de amigos en la base del pino Galapán
(foto: archivo propio)

La zona en la que se encuentra el Galapán es un área de pinar disperso, de bosque poco denso que combina estos magníficos y elegantes árboles con otras especies arbóreas como el abeto (Abies Alba) y arbustos como el majuelo (Crataegus monogyna), el rosal silvestre (Rosa agrestis), la retama (Retama sphaerocarpa) y el erguén (Calicotome villosa).
Se trata de una de las zonas más frías de Andalucía, con un clima mediterráneo de alta montaña de veranos suaves y secos e inviernos crudos, con abundantes heladas y nevadas. El índice pluviométrico supera los 900 litros anuales, que caen en mayor medida en primavera y otoño.


Bibliografía:

- VVAA. Árboles y Arboledas Singulares de Andalucía. Junta de Andalucía. Sevilla, 2004.



 

Ermitas y Santuarios de Jaén. El Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta de VILLANUEVA DEL ARZOBISPO


Exterior del Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta de Villanueva del Arzobispo
(foto: archivo propio)

Imagen de Nuestra Señora de la Fuensanta
(foto: archivo propio)

A las afueras de Villanueva del Arzobispo, una de las cuatro Villas de la comarca homónima, se encuentra uno de los santuarios marianos de mayor fervor, no sólo en la Provincia de Jaén, sino también en toda Andalucía. Nuestra Señora de la Fuensanta es el epicentro de la fe de una comarca entera, que la venera desde tiempos medievales y la hizo su patrona. Y la devoción que se le profesa es tan antigua, que hunde sus raíces más allá de la historia, en la leyenda...

¿CÓMO LLEGAR?

El Santuario se encuentra al Sureste del casco urbano de Villanueva del Arzobispo, en contacto prácticamente con las últimas casas del barrio de San Blas, en una bifurcación de carreteras que conducen, una al Pantano del Tranco y la otra a Cañada de la Madera y a la ermita de Jesús del Monte. Se puede acceder a él desde el propio pueblo o más cómodamente desde la N-322 en la salida Villanueva - El Tranco (punto kilométrico 190), tomando dirección Villanueva, a la izquierda. El Santuario se encuentra a unos 200 metros y se divisa perfectamente desde la Nacional.

LA LEYENDA DE LA APARICIÓN DE LA VIRGEN DE LA FUENSANTA 

Una tradición venerable y muy arraigada en la comarca cuenta que, en tiempos de la dominación musulmana, en Iznatoraf existía una comunidad mozárabe con una gran devoción hacia la Virgen María. La mujer del alcaide o reyezuelo, de natural compasivo, a espaldas de su marido frecuentaba a los cristianos y los socorría en sus desgracias, recibiendo de ellos explicaciones sobre la fe cristiana, quedando admirada de las glorias y excelencias de la Madre de Dios. Habiendo sido delatada a su esposo, con la acusación de haberse convertido al cristianismo, éste (llamado por la tradición el rey moro Alimenón) mandó que la llevaran a un bosque, a unos cuatro kilómetros de Iznatoraf, y que allí le cortaran las manos y le sacaran los ojos, condenándola a morir desangrada en aquella soledad.
Habiéndose ejecutado la sentencia, la mora invocó a Santa María quien, haciéndose presente en aquel lugar, hizo brotar una fuente, en la que la mora curó sus heridas, recuperando manos y ojos, y pudiendo contemplar a la Virgen. La Señora le mandó subir a Iznatoraf y presentarse a su marido, invitando a que ambos se bautizaran en la fuente y levantaran allí un templo en su honor.

Cuadro en el que se representa el milagro de la Virgen de la Fuensanta.
José Luis Nula, 1944. Sacristía del Santuario.
(foto: archivo propio)

UN POCO DE HISTORIA

Hasta aquí el origen ideal del Santuario. Lo cierto es que se desconoce cuándo se funda este templo, que en realidad tuvo la categoría de ermita hasta 1583 en que la ocupan los Carmelitas.
En las Cantigas de Santa María, dedicadas a la Virgen, y cuya autoría se atribuye en buena parte al monarca Alfonso X "El Sabio" en la segunda mitad del siglo XIII, se habla del "milagro de Chincoya", en el que se relata la intervención divina de la Señora a favor de los cristianos en el asedio que sufrían en el castillo de Chincoya por parte de los musulmanes. La mayoría de los expertos sitúa el castillo de Chincoya en las inmediaciones de Bélmez de la Moraleda -que es mencionada en la Cantiga-, junto al río Jandulilla, en la parte oriental de Sierra Mágina y al Sur de la actual Provincia de Jaén. Y es que el castillo no existe en la actualidad y el topónimo en esta zona se perdió. El problema es que no lejos de Villanueva del Arzobispo existen unas ruinas que se identifican con el nombre de Chincolla, pertenecientes a una estructura fortificada. Ello ha inducido a algunos a situar el milagro de la cantiga en esta otra ubicación y que la imagen de Nuestra Señora sería la de la Fuensanta, aunque realmente en la cantiga no se menciona advocación alguna y se dice, además, que dicha imagen estaba situada en la capilla del castillo, por lo que, si realmente se tratara de la Virgen de la Fuensanta, aún no dispondría de ermita o santuario.

Santuario de la Fuensanta. Al fondo a la derecha, sobre un cerro, la villa de Iznatoraf,
a la que perteneció Villanueva del Arzobispo hasta el año 1396.
(foto: archivo propio)

La primera noticia histórica y, por tanto, documentada, de la existencia de un templo dedicado a Nuestra Señora de la Fuensanta en Villanueva del Arzobispo la encontramos en tiempos más recientes de las fechas en que, supuestamente, se desarrollan ambas leyendas. El documento en cuestión es el testamento de una mujer, Juana González de Vico, fechado en 19 de Enero de 1436, y en el que se consignan 500 maravedís para la obra de Santa María de la Fuensanta. No se especifica nada más, lo cual nos conduce a dos hipótesis. O bien el templo, ya construido, se estaba reparando -quizás ampliando-, o bien se estaba construyendo por esas fechas.
Villanueva del Arzobispo alcanza su independencia como villa, segregándose de Iznatoraf en el año 1396 gracias a la intercesión del Arzobispo de Toledo Don Pedro Tenorio ante el rey Enrique III, pues esta zona pertenecía al Adelantamiento de Cazorla bajo jurisdicción de los prelados toledanos. Teniendo en cuenta este dato, es muy probable que el nuevo Concejo de Villanueva se embarcara en el proyecto de construcción de una ermita a las afueras de la población durante el primer tercio del siglo XV. Claro que, por otro lado, el edificio podría ser anterior pues, en diversos pleitos entre villa matriz y segregada durante la Edad Moderna, la primera esgrimía con frecuencia la posesión de la ermita frente a la segunda.
Una particularidad del santuario de la Fuensanta es que está construido adosado a una torre defensiva que, en opinión de los expertos, sería obra de finales de la Edad Media por algunos elementos que presenta, entre ellos un balcón amatacanado. No sabemos qué elemento es anterior, si ermita o torre, pero cabría la posibilidad de que se construyeran a la par, puesto que la mampostería exterior de ambas construcciones presentan similares características (tipo de piedra, tonalidad, formas...), incluyendo también en el conjunto la torre campanario, almenada de igual modo que la torre defensiva. La razón de ser de este elemento defensivo sería la protección de la ermita, y precisamente en fechas en torno a 1436 (año del citado testamento en el que se destina dinero para la obra de la ermita), se produce paralelamente la reactivación de las conquistas de los cristianos hacia el Sur, que en tierras de frontera cercanas a Villanueva suponen la toma de Bélmez (1317), Solera (1433) o Huelma (1438) en el pasillo del río Jandulilla hacia Granada. El ambiente de inestabilidad y el miedo a posibles incursiones nazaritas en represalia, pudo dar pie a la fortificación del templo conforme se construía.

Torre defensiva almenada en la cabecera del templo. A la derecha, el volumen anexo a la torre es el camarín, que se construye en el siglo XVII para alojar la imagen de la Virgen.
(foto: archivo propio)

Por toda la argumentación expuesta, es mu y probable que la ermita de la Fuensanta se edificara durante el primer tercio del siglo XV. Su disposición interior en tres naves y elementos constructivos como los arcos apuntados -propios del gótico-, columnas y capiteles hacen de ella un caso muy cercano a templos de similares características como la Encarnación de Castellar o Santa María del Collado de Santisteban del Puerto, ambas del siglo XIV. La Fuensanta tomaría seguramente el modelo de sendas construcciones unos años más tarde, a principios del XV.

Vista del interior del Santuario de la Fuensanta
(foto: archivo propio)

EL NACIMIENTO DE LA LEYENDA

Entonces, ¿cuándo se forja la famosa leyenda de la Virgen de la Fuente Santa?
El investigador villanovense Francisco Jesús Martínez Asensio ha lanzado recientemente una hipótesis tan interesante como polémica, pero muy plausible, que gira en torno a una carta que Andrés Jurado, en representación del Concejo de Villanueva, envía en 1577 al Cabildo de la Catedral de Jaén exponiendo los portentosos hechos que se están produciendo en la ermita de Nuestra Señora de la Fuensanta relacionados con milagrosas curaciones obradas por el agua que mana de la fuente "que de tiempo inmemorial llaman del Obispo". Es interesante esta última apreciación, puesto que el manantial junto a la ermita no se llamaba "fuente santa", denominación que tomará sin embargo en el siglo XVII precisamente a raíz de dichos acontecimientos.

Escudo de la Orden Trinitaria encima de la puerta de acceso a la Fuente Santa
(foto: archivo propio)

Fuente Santa
(foto: archivo propio)

La obra impresa más antigua en que se recoge la leyenda del milagro de la Virgen de la Fuensanta y la princesa mora data de 1590 y se titula "Aqui se contienen tres obras agora nuevamente compuestas en verso castellano", del Doctor Martínez, de Valencia. Versiones más detalladas nos las proporcionan Francisco de Rus Puerta y Fernando Alonso Escudero de la Torre ya en la centuria siguiente, el siglo XVII. Ateniéndose a estos datos, y habida cuenta de que no existe rastro documental de la leyenda antes de 1590, Martínez Asensio hipotetiza un nacimiento de la leyenda precisamente a raíz de los acontecimientos milagrosos que ocurren en la ermita en torno a 1577 y que documenta en su carta Andrés Jurado, siendo creada y fabulada literariamente por alguno de los autores anteriormente mencionados, especialmente Escudero de la Torre, que sitúa el milagro en el año 964, inventa el nombre de Alimenón y lo hace rey de Iznatoraf.

FAMILIAS RELIGIOSAS EN LA HISTORIA DEL SANTUARIO

Los milagros de la bendita agua de la fuente, que era capaz de curar enfermedades o dar la vista a los ciegos -como describe Jurado en la carta- atrajeron pronto la atención de los carmelitas descalzos que, no muchos años después, en 1583, se instalan aquí convirtiendo la ermita en monasterio. 
Varias familias religiosas se sucederán de aquí en adelante en los cuidados del santuario. De 1583 a 1599 estuvo ocupado por carmelitas descalzos. De 1611 a 1618 albergó una comunidad de monjes basilios. El día 8 de Diciembre de 1625 su Santidad el Papa Urbano VIII erige a la Fuensanta en abadía secular mediante bula.
En la segunda mitad del siglo XIX moraba en él una pequeña comunidad de ermitaños, que acabaron yéndose a Las Ermitas de Córdoba a la llegada de los trinitarios. El año 1879 vio la restauración de la Orden Trinitaria en España (que había desaparecido en 1835 por la Desamortización de Mendizábal), abriendo su primera comunidad en Alcázar de San Juan. A ella se incorporó, en 1882, un anciano sacerdote llamado Juan Herencia, que durante 21 años había sido cura de Iznatoraf. Religioso trinitario exclaustrado, al saber que su Orden había vuelto a constituírse en España, abandonó Iznatoraf para volver a vestir el hábito tricolor. Viendo cómo la comunidad trinitaria de Alcázar crecía rápidamente, llegando a contar con cuarenta religiosos, y pensando éstos en abrir una segunda fundación, el Padre Herencia sugirió que podría ser en el Santuario de la Fuensanta de Villanueva del Arzobispo. Gracias a Don Tomás Millán Bueno, rico hacendado villanovense y muy devoto de su Patrona, la idea se pudo llevar a efecto. Efectivamente, éste hizo a sus expensas un convento junto al Santuario, de nueva planta, del que tomaron posesión los trinitarios el 29 de septiembre de 1884, quedando como primer presidente de la comunidad el Padre Mariano de San José. El 13 de abril de 1885, el convento de la Fuensanta fue declarado por los superiores mayores de la Orden como colegio mayor de filósofos y teólogos. Así, a los pocos meses de abrir esta nueva fundación, la comunidad villanovense quedó constituida por 24 miembros, entre padres, estudiantes, hermanos y donados. La actividad de los religiosos en Villanueva estuvo encaminada, desde el principio, al cuidado del culto de la Virgen y a la propagación de su antiquísima cofradía, cuidando también de la instrucción de los niños de las familias campesinas y del ministerio sacerdotal en el Santuario, en Villanueva y lugares comarcanos, destacando especialmente la labor del Padre Juan de Santa Teresa en las apartadas cortijadas de la Sierra de las Villas, razón por la que se le apodó el "Apóstol de la Sierra".
El ambiente anticlerical de la II República provocó que, hasta en dos ocasiones -1931 y 1936-, tuviera que suspenderse por disturbios acaecidos en Villanueva la ceremonia en la que había de ser coronada canónicamente la imagen de la Virgen de la Fuensanta. Tras el estallido de la guerra civil, el Santuario fue profanado, quemadas sus imágenes -entre ellas la de la patrona- y parte de su patrimonio artístico, así como el archivo y la biblioteca del convento. Se salvaron los retablos, el armonio y las bellas pinturas barrocas del camarín. Cinco frailes formaban la comunidad trinitaria a finales de Julio del 36, de los cuales dos murieron martirizados.

EL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA FUENSANTA
  
El templo tiene una orientación NE-SO. Es de planta rectangular dividida en tres naves separadas por arcos formeros apuntados de estilo gótico que apean sobre recias columnas dóricas rematadas por sencillos capiteles. Las tres naves rematan a similar altura y se cubren con bóvedas de medio cañón, con lunetos la central, siendo también la única que presenta decoración en yesería de tipo geométrico y vegetal. Esta cubierta no es la original, que pudo ser de madera, en par hilera -al modo de los casos de Castellar y Santisteban mencionados anteriormente-, dado que el tejado es a dos aguas. Las nuevas bóvedas son barrocas, posiblemente del siglo XVIII, momento en que el santuario debió sufrir profundas reformas en su interior que le confirieron un aspecto de regusto rococó -muy lejano por tanto al original- para lo cual se enmascararon incluso los arcos apuntados, transformándolos en medio punto, y las columnas y capiteles que los sostienen. Dichos elementos constructivos no volvieron a ver la luz de nuevo hasta las reformas acometidas tras la guerra civil española.

Aspecto que presenta el interior del templo en la actualidad
(foto: archivo propio)

Vista de la nave principal en una fotografía de 1911.
Se aprecia claramente el recubrimiento en yesería que había sufrido el templo en su interior, enmascarando los arcos apuntados y convirtiendo las columnas en pilares.
(foto: portfolio fotográfico de España)

Embutidos en los muros laterales observamos arcos de medio punto que alojan ventanales y que apoyan sobre pilastras también dóricas. Estos muros laterales eran más bajos puesto que las cubiertas en las naves laterales debieron ser inclinadas. En reformas posteriores se recrecieron para equiparar las naves laterales a la altura de la principal. Ello se aprecia en la mampostería exterior, de tonalidad más clara en la franja superior del paramento.
Un arco toral apuntado da acceso al presbiterio o capilla mayor alojado en la planta baja de la torre defensiva bajomedieval, con bóveda gótica y preciosa decoración de azulejería mudéjar medieval en el zócalo. El retablo mayor data del siglo XVII, obra barroca sobredorada, a través de cuya hornacina central se comunica con un camarín, también barroco, de magníficas pinturas y profusa decoración, en el que se venera la imagen de la Virgen de la Fuensanta.
El camarín es un espacio de planta cuadrada cubierto con cúpula sobre pechinas, que fue construido adherido al muro Este de la torre defensiva. Tiene su acceso por la sacristía situada junto al presbiterio, en el lado de la Epístola.
A los pies se sitúa el coro en alto.

Presbiterio y retablo mayor
(foto: archivo propio)

Vista de la cúpula del camarín
(foto: archivo propio)

Pintura de los Desposorios de la Virgen María y San José en el camarín
(foto: archivo propio) 

En el exterior, de mampostería, destacan los volúmenes de la torre defensiva, en la cabecera, y la torre campanario, a los pies, lado del Evangelio. Esta última, muy estilizada, posee dos cuerpos. El primero, macizo, de mayor longitud, posee minúsculos vanos para iluminación de la escalera interior. En el cuerpo superior se abren amplios vanos de medio punto para campanas en tres de sus lados, excepto en el meridional.
La portada principal se encuentra en la fachada septentrional, lado del Evangelio. La puerta presenta arco carpanel con un ligero abocinamiento y se remata con arco conopial, quedando enmarcada por delgados baquetones. En el segundo cuerpo aparece una hornacina con la imagen contemporánea de la Virgen de la Fuensanta en piedra. Flanquean la portada ventanales que repiten el mismo esquema de la puerta -arco carpanel y moldura conopial-, cuatro a la derecha y tres a la izquierda.
Existe otro acceso en los pies, sencillo, con arco de medio punto sobre impostas y jambas lisas, que comunica con un zaguán previo que en realidad forma parte del convento trinitario que se construyó anexo al santuario en el último tercio del siglo XIX. La crujía occidental del convento se incrustó en esta zona de los pies del templo, suprimiendo la portada original, hoy desaparecida, y parte del rosetón, que aún es visible en parte si observamos la fachada a cierta distancia.
Unos metros más abajo, otra puerta da acceso a la Fuente Santa, un pequeño manantial precedido de doble arcada sobre una columna corintia.
Junto a este acceso existe una estatua de San Juan de la Cruz en actitud orante, inaugurada el 1 de Septiembre de 2012, y que conmemora el paso del místico por Villanueva y este santuario en 1573 para visitar a la Virgen de la Fuensanta.


Portada principal en la fachada septentrional
(foto: archivo propio)


Estatua conmemorativa de San Juan de la Cruz
(foto: archivo propio)





Bibliografía:

- Aliaga Asensio, Pedro. "Mártires Trinitarios del Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta". Sevilla, 2007.
- Martínez Asensio, Francisco Jesús. "Villanueva del Arzobispo y sus ermitas". BIEG, nº 205. Jaén, 2012.
- VVAA. Jaén, Pueblos y Ciudades. Jaén, 1997.