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Hoy, festividad de San Blas, tiene lugar el lanzamiento de la Pava desde el campanario de la Iglesia de CAZALILLA

San Blas, patrón de Cazalilla
(foto: archivo propio)

Cuenta Cazalilla con una peculiar tradición que se lleva a cabo el día 3 de febrero, festividad de San Blas, y que se conoce popularmente como la "fiesta de la Pava". Esta curiosa costumbre se realiza cada año, una vez que ha concluido la procesión del patrón de la villa, cuando todos los que han participado en el cortejo religioso-festivo en honor de San Blas se quedan esperando en la plaza a que desde el campanario de la iglesia sea soltado un pavo de buen tamaño, que revoloteando irá a posarse sobre las gentes de la plaza o en algún tejado próximo. Los asistentes, que han permanecido expectantes a que llegue dicho momento, pugnarán por hacerse con "la Pava". Quien consigue hacerse con ella la enarbolará en alto como un signo de triunfo y de suerte. La tradición requiere también que las mozas solteras arranquen una pluma al ave del ritual, si quieren ser pretendidas ese año por un mozo casadero. El origen de tal costumbre hunde sus raíces a finales del siglo XIX. Existe una versión, más romántica, que hace referencia al enfrentamiento de dos familias hacendadas de la villa, hasta que el amor, que todo lo puede, nació entre el hijo de una de ellas y la hija de la otra, a pesar de haber podido ser repudiados por sus respectivos progenitores. Pero la leyenda tiene un final feliz precisamente un día 3 de Febrero, festividad del patrón San Blas, en que se celebra la boda de ambos jóvenes, produciéndose así la consiguiente reconciliación de sus familias. Una "pava", símbolo de riqueza y prosperidad, fue lanzada desde el campanario de la iglesia para hacer partícipe a todo el pueblo de que la paz había llegado a ambas familias. Por otro lado, hay quien sitúa el origen de esta curiosa costumbre en los tradicionales sorteos populares con los que las Cofradías de Ánimas de muchos lugares de la provincia recaudaban fondos para sus piadosos fines. Sea como fuere, esta fiesta centenaria ha trascendido el ámbito local para convertirse en una fiesta comarcal que congrega todos los años a vecinos de localidades limítrofes como Mengíbar, Espelúy, Villanueva de la Reina o Lahiguera. Paralela a su singularidad queda también la polémica que esta tradición arrastra en los últimos años, pues desde grupos ecologistas amén de otros sectores de la sociedad se han elevado voces contra el supuesto maltrato al animal, quejas quizás algo desproporcionadas pues, no olvidemos, la pava revolotea en su caída y no sufre daño alguno.

Lanzamiento de la Pava desde la torre de la Iglesia de Cazalilla
(foto: "Fiestas populares de la provincia de Jaén")

En torno a San Blas también existen en Cazalilla otras curiosas costumbres, como es aquella que hace que las madres conserven durante algún tiempo las rosquillas de pan "bendecidas por el santo", las cuales son comidas a pedacitos por los niños como eficaz remedio cuando se ven afectados por un golpe de tos. Del mismo modo se utilizan las cintas de colores que ha sostenido el santo en su mano, para que una vez colocadas en el cuello sirvan para curar y prevenir las afecciones de garganta.


Bibliografía:
- Rubio Fernández, Juan. Fiestas populares de la provincia de Jaén. Jaén, 2003.
- VVAA. Jaén, pueblos y ciudades. Jaén, 1997.
- www.cazalilla.es

Castillos y Atalayas de Jaén. El Torreón de CAZALILLA

Cazalilla es un pequeño municipio de la campiña jiennense a medio camino entre Mengíbar y Villanueva de la Reina. Su castillo, de importancia estratégica al Sur del Guadalquivir, pertenecía al alfoz de Jaén.

Torreón de Cazalilla junto a la Parroquia
(foto: archivo propio)

En un manuscrito del siglo XVII, el cronista Ximena Jurado dibuja la torre de Cazalilla. Se trataba de una torre de planta circular con remate almenado. En la parte superior parece que tenía una inscripción, posiblemente árabe. La cabecera de la iglesia presenta un cerramiento que podría corresponder a los restos de esta torre. Se trata de un sólido muro semicircular de mampostería.
Durante la dominación árabe, Cazalilla perteneció a la Cora de Jaén. Fue cabeza de distrito y recibía el nombre de Qastalla. Es en esta época cuando el castillo adquiere verdadera importancia militar. Parece ser que en el mismo nació el poeta árabe Abendarrach Al-Qastallí (año 958), descendiente de una familia noble beréber.
En tiempos de la conquista castellana, aparece el nombre de Caztaliella en la delimitación de términos entre Jaén y Martos, término que se ha identificado con la actual Cazalilla. En el Sínodo de 1311 aparece como una de las parroquias del arciprestazgo de Jaén. 
En la segunda mitad del siglo XV, durante la guerra entre la nobleza y el rey Enrique IV, Cazalilla es nombrada en diversas ocasiones en relación a su castillo. Uno de los hechos más significativos fue el acaecido el 23 de diciembre de 1471, en el que Fernando de Acuña, hijo del conde de Buendía, sobrino del arzobispo de Toledo, fue prendido por el alcalde del castillo Diego de Frías, y se lo entregó al condestable Miguel Lucas de Iranzo, que lo negoció como rehén para recuperar el castillo de Montizón.
En el siglo XVII, siendo Obispo don Baltasar Moscoso Sandoval y Rojas, se construyó la esbelta torre parroquial, en cuya fachada principal se encuentra su escudo episcopal y su fecha de construcción, 1622. Se utilizaron para la torre piedras y materiales del antiguo castillo. Esto, no obstante, es sólo una hipótesis basada en el hecho de que se reaprovechó parte del antiguo torreón militar como sacristía y dependencia parroquial (a modo de ábside). 

Parte trasera del torreón de Cazalilla
(foto: archivo propio)

Bibliografía:


-Eslava Galán, Juan. Castillos y Atalayas del Reino de Jaén. Murcia, 1999.