En los fogones de Jaén. PIPIRRANA

Una receta muy de este tiempo estival es la "pipirrana de Jaén". Esta ensalada, típica de nuestra tierra, se hace en otros sitios de nuestra piel de toro, aunque  no tendrá el sabor que le dan nuestros productos, en concreto nuestro aceite de oliva.

Foto: María Cristina Gimeno Ramos

Ingredientes:

- Un kilo de tomates.
- Dos dientes de ajos.
- Dos huevos.
- Un pimiento verde.
- Dos latas de atún.
- Aceite de oliva virgen.
- Vinagre.
- Sal.
- Cominos (opcional)

Modo de hacerlo:

Pelamos los tomates. Cocemos los huevos. Separamos las claras de las yemas.
En el mortero machacamos los ajos con la sal, un trocito de pimiento y las yemas de los huevos cocidos. Machacamos también unos granos de cominos (es opcional, pero le da un sabor muy bueno a la ensalada). Poco a poco vamos echando a este majado el aceite, como si estuviéramos haciendo una mayonesa, y al final un poco de vinagre.
En un bol ponemos los tomates pelados y partidos, el pimiento verde hecho trocitos y la clara de los huevos cocidos, partida en dados. Añadimos todo lo que habíamos machacado en el mortero y revolvemos. Para finalizar echamos el atún.
Ponemos la pipirrana en la nevera hasta que vayamos a consumirla para que esté bien fresquita.
No olvidemos comprar un buen pan para mojar "sopas" en la salsilla, pues para mi gusto, es casi lo mejor de la pipirrana jaenera.
Y si encima la acompañamos con una cervecita bien fría, mejor que mejor.

Buen Provecho



Iglesias de Jaén. Iglesia Parroquial de la Natividad de Nuestra Señora de FUERTE DEL REY


Iglesia parroquial de la Natividad de Nuestra Señora. Fuerte del Rey.
Fachada sur, que da a la Plaza de la Constitución
(foto: archivo propio)

Fachada norte del templo, que da a la Avenida de Jaén
(foto: archivo propio)

A tan sólo 15 kilómetros de la capital hacia el noroeste se encuentra Fuerte del Rey, un pequeño pueblo de La Campiña que casi pasa desapercibido para el viajero pues hace ya algunos años que la carretera que comunica Jaén y Andújar no pasa por la población. Es lo que tienen las circunvalaciones, que ahorran tiempo de viaje, pero han acabado con el antiguo encanto de transitar por los diferentes pueblos que jalonaban la ruta. La calle principal de Fuerte del Rey, llamada Avenida de Jaén -que como habrán podido deducir es la antigua carretera-, se ensancha ligeramente más o menos hacia la mitad dando lugar a una coqueta plazuela en la que de forma oblicua se alza el monumento más representativo de la localidad: la Iglesia parroquial de la Natividad de Nuestra Señora.
Se trata de un edificio de planta rectangular, de reducidas dimensiones y baja altura. Consta de una sola nave dividida en tramos por grandes arcos fajones apuntados que sostienen una techumbre a dos aguas. En el lado del Evangelio hay hasta cuatro capillas laterales, dos de ellas -las más cercanas al presbiterio-, de mayor profundidad. El coro se sitúa en alto y en los pies.

Interior del templo parroquial de Fuerte del Rey
(foto: archivo propio)

El exterior, encalado, se refuerza con unos contrafuertes de piedra vista, material del que está compuesta también la única y sencilla portada lateral de acceso, ubicada en el lado del Evangelio, con arco de medio punto que presenta un muy deteriorado escudo episcopal en la clave. Esta fachada da a la avenida, mientras que la opuesta lo hace hacia la Plaza de la Constitución, en la cual se encuentra también el edificio del Ayuntamiento. Dado el desnivel del terreno, el templo presenta mucha menor altura en este lado.
Sin duda, el elemento de mayor empaque en el exterior es la airosa espadaña situada en los pies. Se trata más bien de una torre-espadaña, toda ella en sillería, que consta de dos cuerpos más la propia estructura que alberga las campanas. Ésta consta de un par de huecos de arco de medio punto enmarcados por pilastras lisas y culmina con un frontis adornado con volutas y rematado por una cruz, también en piedra.

Torre-espadaña de la iglesia parroquial de Fuerte del Rey
(foto: archivo propio)

En el segundo cuerpo de la torre se abre una sencilla ventana adintelada en cuya dovela superior aparece grabada la fecha de 1796, fecha que ha dado pie a equívocos sobre la época de construcción del edificio. Efectivamente ésta es la fecha en la que se termina de construir la referida torre-espadaña, que venía a sustituir a la antigua torre campanario. Pero el cuerpo del edificio es muy anterior. Podemos fijar exactamente la finalización de las obras de la iglesia entre 1545 y 1554, periodo en que fue Obispo de Jaén el Cardenal Don Pedro Pacheco Ladrón de Guevara (precisamente fue nombrado Cardenal en 1545 por el Papa Paulo III), también conocido como Don Pedro Pacheco de Villena, pues son sus armas las que presenta el escudo que se encuentra en la clave del arco de la portada de la iglesia. No ha sido fácil la identificación, pues como se dijo con anterioridad, presenta un deplorable estado de conservación y la piedra está muy desgastada.

Escudo del Obispo Pedro Cardenal Pacheco Ladrón de Guevara. 
Portada de la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora. Fuerte del Rey
(foto: archivo propio)

Escudo del Obispo Pedro Cardenal Pacheco Ladrón de Guevara
(Catálogo de los obispos de las iglesias catedrales de la diócesis de Jaén. Martín Ximena Jurado, 1654)

Por otra parte, están los arcos apuntados del interior, que nos hablan de una construcción tardogótica. Curiosamente la estructura interior del edificio posee una cierta influencia levantina en esta parte occidental de la provincia que sólo podemos rastrear en casos puntuales de la lejana Sierra de Segura (parroquiales de Benatae, Génave, Santiago de la Espada).
De hecho, la iglesia ya existía en el primer tercio del siglo XVII cuando es mencionada por el eclesiástico e historiador Martín Ximena Jurado en su obra Antigüedades del Reino de Jaén (1639): La iglesia parroquial está diez o doce pasos del dicho castillo a la parte del norte y tiene un torreón fuerte antiguo (...). Ese "torreón fuerte antiguo" que menciona Ximena Jurado y que hacía las veces de campanario del templo pudo ser una torre albarrana que formara parte del propio recinto fortificado, junto con otra que el autor menciona y que sitúa a cincuenta o sesenta pasos del castillo hacia el poniente.
En cualquier caso, bien es cierto que la iglesia de Fuerte del Rey ha sufrido diversas y profundas remodelaciones a lo largo de su historia y que poco queda de su aspecto original.  

Croquis del castillo e iglesia de Fuerte del Rey
(Antigüedades del Reino de Jaén. Martín Ximena Jurado, 1639)

  


Bibliografía:

- Ximena Jurado, Martín. Antigüedades del Reino de Jaén. 1639
- Ximena Jurado, Martín. Catálogo de los obispos de las iglesias catedrales de la diócesis de Jaén. 1654


El ocaso de las Navas de Tolosa. 800 años de una batalla que cambió el curso de la Historia de España


La Batalla de las Navas de Tolosa
Francisco de Paula Van Halen. 1864
(Palacio del Senado, Madrid)

El ocaso ensangrentaba de fuego el horizonte del Valle del Guadalquivir. Sangre en el cielo, sangre en el suelo. Allí, en aquella meseta, tras el paso de Despeñaperros, el monarca castellano fijó su mirada por unos instantes en el impreciso paisaje que se extendía a sus pies, pulverulento por la bruma a la caída de la tarde, de pardas montañas en la lejanía, africano... Al-Andalus reescribía por enésima vez su Historia aquél 16 de Julio de 1212, aunque en esta ocasión de manera muy significativa. El jardín de Alá estaba a punto de cambiar su sino y trocar la media luna por la cruz. Pero no era tan sencillo. Aún quedaba mucho por hacer, muchos castillos que tomar, muchas ciudades por conquistar, muchas vidas que sacrificar... Envuelto en la ansiada calma tras la vorágine, este pensamiento rondaba una y otra vez la regia cabeza de Don Alfonso mientras contemplaba algo ensimismado los cientos de cadáveres que yacían sobre la llanura. El calor era aún sofocante a esa hora de la tarde, y el sudor recorría todo su cuerpo. Extremadamente fatigado, recuperaba con dificultad el aliento después de una extenuante jornada en la que la estrategia y la suerte se habían aliado con el bando cristiano en una victoria militar que la Historia recordaría por siglos. De los más de 70.000 cristianos que habían participado en la batalla, "tan sólo" 2.000 habían perdido la vida. El enemigo había salido peor parado a pesar de que sus fuerzas eran muy superiores: unos 90.000 almohades habían alcanzado el Paraíso allí aquel día de entre los 125.000 soldados que al alba se habían encomendado a Alá para defender su imperio andalusí. 
Entre los cuerpos inertes esparcidos por aquel campo de muerte, el caballo blanco y de noble porte del monarca se movía lenta y torpemente. Don Alfonso cabalgaba solo, en un íntimo momento de reflexión. Se sentía orgulloso, después de la espina de Alarcos, de haber sido capaz de organizar, en colaboración con su amigo el Arzobispo Ximénez de Rada, Primado de Toledo, a toda la cristiandad del Suroeste de Europa en una Cruzada que el propio Papa Inocencio III había declarado y bendecido con una bula extraordinaria. No le había resultado fácil fraguar las alianzas y "lidiar" con realeza, nobleza e Iglesia para hacer frente común y acabar de una vez y para siempre con la amenaza almohade que hacía estremecer a la Europa cristiana. Bajo su mando habían combatido Castilla, Aragón, Navarra, las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, San Lázaro, El Temple y San Juan, las milicias concejiles, tropas nobiliarias y voluntarios portugueses, leoneses y ultramontanos (fundamentalmente franceses). El enemigo era sólo uno, pero todopoderoso y temible.
Mientras consideraba las consecuencias de aquella ventajosa victoria, una repentina ráfaga de cálido viento del Sur le trajo hasta sí el inconfundible olor de la sangre, sangre que empapaba la tierra por doquier. Pensó en su hijo, su único hijo, el heredero de Castilla. Él tendría que continuar pronto su labor. Un escalofrío le recorrió la espalda. Sus otros dos hijos varones habían muerto. El último, Fernando, no hacía ni un año. El pequeño Enrique, que contaba 8 años, era su única esperanza. Pero el destino, caprichoso, había urdido un ardid y no sería el joven príncipe el encargado de avanzar por el Valle del "río grande", como lo llamaban los infieles. Aunque eso es ya otra historia...

- Mi Señor, Su Majestad el rey Don Pedro el Segundo de Aragón, Su Majestad Don Sancho el Séptimo de Navarra y el Reverendísimo Señor Don Rodrigo Ximénez de Rada reclaman su presencia. -Don Alfonso abandonó súbitamente sus pensamientos-. Los hombres han comenzado las celebraciones. Vino y abundante carne asada esperan a Su Majestad.
El sirviente permaneció inmóvil en espera de una respuesta del rey, que se hizo esperar. Don Alfonso ni se había percatado del griterío que provenía del campamento cristiano tan absorto andaba en sus cavilaciones.
- Id y decidles que voy enseguida, -dijo en tono grave.

El monarca tiró suavemente de las riendas de su corcel para dar media vuelta. Antes echó un último vistazo al horizonte en dirección Oeste. El Sol acababa de ponerse y los tonos anaranjados poblaban el cielo. Confió en un pronto ocaso pero de otro gigante, el gigante almohade...




Playas de interior. La piscina natural de AMURJO en ORCERA


Piscina de Amurjo, en Orcera, Sierra de Segura
(foto: archivo propio)

El hecho de que la Provincia de Jaén se encuentre lejos del mar y que, por consiguiente, no disponga de playas, no significa que los jiennenses no nos refresquemos como es debido en la dura estación veraniega. Hoy en día, hasta el pueblo más pequeño dispone de una muy decente piscina municipal para el uso y disfrute de todos los vecinos. Pero hasta hace unas décadas, ríos, pantanos, incluso albercas para el riego, constituían el modo más asequible de darse un chapuzón. Hoy lo seguimos haciendo, aunque en zonas de sierra -que de eso sí gastamos aquí-, donde el agua discurre más limpia.
En esta nueva sección haremos un recorrido por algunos de estos enclaves priviligiados, estas "playas de interior" en donde los jiennenses aplacamos nuestros calores estivales. 

LA PISCINA NATURAL DE AMURJO (ORCERA)
 
Mapa de localización de Amurjo, cerca de Orcera
(Mapa Editorial Alpina)

Localización: NE de la Provincia de Jaén
Comarca: Sierra de Segura
Municipio: Orcera
Tipo: antigua piscina natural acondicionada
Río: Orcera
Medidas: 85,5 x 19,1 m.
Altitud: 800 m.
Distancia: 1 km. del núcleo de población
Acceso: JV-7033 Orcera-Segura de la Sierra. Desvío a la izquierda a la salida de Orcera por carretera asfaltada hasta Amurjo.


Vista parcial de Amurjo
(foto: archivo propio)

En pleno corazón del Parque Natural de Segura, Cazorla y las Villas, muy cerca de la localidad de Orcera, el río homónimo remansa sus aguas en el angosto valle entre los montes de Picorzo y Peñalta formando una piscina natural de considerable tamaño, que excede con creces el de una piscina olímpica.

¿CÓMO LLEGAR?

 Se llega a este bello paraje de la Sierra de Segura rodeado de pinares a través de la propia población de Orcera, bien atravesando todo el casco urbano, pasando la plaza de la Iglesia y saliendo por la residencia de ancianos, o bien, mucho más cómodo, tomando una pequeña circunvalación que sale de la carretera JV-7033 que va a Segura de la Sierra y que enlaza con la que procede del pueblo. Amurjo se encuentra a 1 km. de Orcera.

LA PISCINA Y SUS INSTALACIONES

Amurjo ha cambiado mucho con el tiempo. La mano del hombre ha ido transformando este paraje. Hasta finales de los años 80, las aguas del río entraban directamente en la piscina, las típicas algas de río poblaban el fondo avanzado el verano, el entorno estaba más "asalvajado" y, fruto de un desprendimiento, una hermosa roca que todos los veranos se encalaba, decoraba el centro del charco. Tenía desde luego su encanto. Yo lo conocí así, pues no fueron pocos los baños que en mi infancia me daba en esta piscina cada verano. Creo que todos los chiquillos de Orcera aprendíamos a nadar en Amurjo.

Tarjeta postal de Amurjo. Finales de los años 70 - principios de los 80
(Imprenta Vera-Cruz, Orcera)

Cuando la titularidad de la piscina pasó a manos del Ayuntamiento a principios de los años 90, Amurjo experimentó un lavado de cara profundo (vaso de la piscina, depuradora, tratamiento de aguas, duchas, accesibilidad, etc.).
Pero Amurjo no sólo nos brinda un buen chapuzón en plena naturaleza. Junto a la piscina hay una pista polideportiva para la práctica de fútbol y tenis, y otra pista especial para petanca y bolos serranos, este último deporte autóctono de la Sierra de Segura. Y para llenar el estómago después del baño -que todos sabemos que el agua abre el apetito- nada mejor que degustar la sabrosa gastronomía serrana en los dos restaurantes que hay en el paraje. Uno de ellos dispone también de apartamentos.
Si preferimos traernos la comida de casa, hay unos magníficos merenderos en el paraje de "Los Estrechos", a 1 km. escaso río arriba, que dispone también de fuente.

Vista de la compuerta de la presa y el arco de piedra, 
dos de los pocos elementos que quedan del Amurjo de antaño
(foto: archivo propio)



¡Ven a Amurjo, la playa de la Sierra de Segura!



Iglesias de Jaén. Iglesia de San Pedro de TORREDONJIMENO


Vista parcial de la Iglesia de San Pedro de Torredonjimeno
(foto: archivo propio)

Uno de los templos con más empaque en la Provincia de Jaén lo constituye sin duda éste de San Pedro de Torredonjimeno, localidad que tiene en su haber un rico patrimonio monumental que le ha valido la declaración de Conjunto Histórico-Artístico con fecha 11 de Enero de 2005. Castillo, ayuntamiento, iglesias, conventos, ermitas, fuentes y casonas conforman una magnífica carta de presentación para descubrir esta noble población de la Campiña jiennense.
San Pedro y Santa María son los grandes templos de Torredonjimeno, en torno a los cuales gira la vida religiosa de la ciudad. Hoy nos sumergiremos en el primero de ellos, San Pedro, una de las maravillas del renacimiento jiennense.

UN POCO DE HISTORIA

Comenzó a levantarse la iglesia de San Pedro en el año 1558, sobre el solar que antes ocupaba una pequeña iglesia medieval construida tiempo después de la toma de la plaza por Fernando III en 1225. El sitio en concreto se encuentra en la parte Sur del antiguo recinto amurallado, en el barrio más popular de la villa, a la sombra del Castillo calatravo. Su ubicación junto a este último dio lugar al nacimiento de una plazuela de carácter irregular entre ambos edificios, nuevo espacio urbanístico que se convertiría en el centro neurálgico de la población por unas décadas (hasta la edificación del Ayuntamiento a finales del siglo XVI y la creación de un nuevo espacio público de referencia que se ha mantenido hasta nuestros días, la actual Plaza de la Constitución).
Las obras del nuevo templo son auspiciadas por Don Gutierre López de Padilla, Mayordomo Mayor y Contador Mayor de Castilla en tiempos de Felipe II, en cuya corte llegó a ser un personaje influyente. Ya su suegro, Don Jerónimo de Padilla y Pacheco, había hecho alguna fundación importante en la ciudad, como el Convento de Religiosas Dominicas de Nuestra Señora de la Piedad, el "Conventico" para los toxirianos, y que aún hoy sigue en pie. 
Las trazas de San Pedro corresponden a uno de los arquitectos manieristas más importantes del Renacimiento andaluz, el jiennense Francisco del Castillo "el Mozo", que tantas obras dejó en esta comarca (Martos, Jamilena, Andújar, Jaén). A su muerte, en 1586, se haría cargo de la dirección de las obras su hermano Benito del Castillo, hasta la culminación de las mismas en 1592.


Fachada norte de la Iglesia de San Pedro de Torredonjimeno
(foto: archivo propio)

LA IGLESIA DE SAN PEDRO

La iglesia es de planta basilical, dividida en tres naves que separan grandes arcos formeros de medio punto en ladrillo que apoyan en sobrias columnas de orden toscano. La cubierta, un artesonado de madera de par y nudillo, viene a sustituir al antiguo de tipo mudéjar que se desplomó en 1981. La nave central tiene la particularidad de tener el doble de altura y anchura que las laterales, lo cual es indicativo de los principios clásicos de armonía y proporciones de los que nuestro arquitecto, aventajado discípulo de Vignola, se empapó en su etapa de formación en Italia. La cabecera del templo es plana. Las naves laterales desembocan en sendas capillas cubiertas con bóveda de cañón, la de la Virgen de las Angustias y la del Cristo del Amor y Silencio, cumpliendo esta última la función de baptisterio. Dichas capillas flanquean a la Mayor, a la que se accede desde la nave central a través de un arco toral. Ésta se cubre con una bóveda de cuarto de esfera con unas pinturas al fresco de Luis Ureña de 1597, en las que se representa a la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, rodeados de santos y ángeles. En las pechinas sobre las que apoya la bóveda se encuentran los escudos de Felipe II y el de la villa de Torredonjimeno. 
El retablo sustituye al que se quemó en la Guerra Civil española. Es de madera, de orden corintio y estructura clásica, presidido por la talla del titular del templo en el centro y las armas del Príncipe de los Apóstoles en la parte superior.

Vista del interior del templo
(foto: archivo propio)

Pinturas al fresco de la Capilla Mayor. Luis Ureña. 1597
(foto: archivo propio)


Retablo Mayor, con la imagen del titular del templo, San Pedro, en el centro
(foto: archivo propio)

El exterior es de mampostería pseudoisódoma, alternando el ladrillo en algunas zonas. El aspecto general resulta muy sobrio, podríamos decir que de carácter escurialense. Las portadas responden a esta sencillez. La lateral es de arco de medio punto que apoya sobre pilastras cajeadas y remata en austero entablamento. La portada de los pies, también de arco de medio punto, culmina en sencilla cornisa apoyada en ménsulas y sobre ella un ventanal circular.
El campanario se sitúa en la parte de los pies, lado del Evangelio, y consta de tres cuerpos. En el superior se abren los huecos de arco de medio punto que albergan las campanas.

Portada lateral
(foto: archivo propio)

Portada de los pies
(foto: archivo propio)

Torre-campanario de la Iglesia de San Pedro de Torredonjimeno
(foto: archivo propio)


Bibliografía:

- VVAA. Guía Artística de Jaén y su Provincia. Sevilla, 2005.
- VVAA. Jaén. Pueblos y ciudades. Jaén, 1998.