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Tesoros de Jaén en el Museo Arqueológico Nacional. El Tesoro de Perotito de SANTISTEBAN DEL PUERTO



Pátera del Tesoro de "Perotito" de Santisteban del Puerto
(foto: archivo propio)

Denominación: Tesoro de "Perotito"
Nº de piezas: 67
Material: Plata
Técnicas: Batido, Fundición, Repujado
Datación: Siglos III - I a.C.
Cultura: Ibérica
Yacimiento: finca "Perotito"
Municipio: Santisteban del Puerto
Comarca: El Condado
Fecha del hallazgo: principios del siglo XX
Localización: Museo Arqueológico Nacional (Madrid)

Uno de los tesoros más interesantes expuestos en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid es el de "Perotito". Se llama así por haber sido encontrado fortuitamente al labrar unas tierras en la finca denominada "Perotito", en el municipio de Santisteban del Puerto, perteneciente a la comarca de El Condado, en el Norte de la Provincia de Jaén.

UN POCO DE HISTORIA

En Arqueología se denomina "tesoro" o "tesorillo" al ocultamiento intencionado de una serie de objetos de valor (monedas u objetos, como en el caso que nos ocupa). La inestabilidad social, los conflictos armados o las situaciones de inseguridad eran el pan de cada día en el mundo antiguo. Así, no es extraño que sus gentes optaran en ocasiones por esconder su dinero, joyas u objetos de valor, enterrándolos. La muerte, el traslado forzoso, el apresamiento o cualquier otra causa de fuerza mayor que acaeciese sobre el propietario, hacía que en ocasiones éste no pudiera recuperar su atesoramiento, permaneciendo así oculto y olvidado por siglos.  En la época ibérica, la plata era el metal más utilizado para la acuñación de moneda y la fabricación de objetos de lujo, de ahí que las piezas encontradas sean todas de este material.
El núcleo urbano de Santisteban tiene su origen en estos momentos. Según los hallazgos arqueológicos y las fuentes históricas se desarrolló aquí en época ibérica un oppidum (poblado fortificado) identificado como Ilurgeia, que con los romanos cambiaría su nombre por el de Ilugo. Este oppidum formaría parte de la red de grandes asentamientos del Alto Guadalquivir, éste concretamente en la órbita de Cástulo (Linares) e íntimamente relacionado con la producción metalúrgica de la zona de Sierra Morena. La mayoría de ellos tendrán continuidad en su poblamiento tras la conquista romana de la Península. Conocemos cuándo es conquistada Santisteban, al parecer por el pretor Cayo Flaminio en el año 192 a.C. Quizás pudo ser éste el momento de inestabilidad que propició la ocultación del tesoro objeto de nuestro estudio. En cualquier caso fue en época ibérica tardía cuando se fabricó, con claras influencias grecorromanas. Su alto valor, así como sus características artísticas, denotan el elevado grado de desarrollo de este asentamiento ibérico.
El tesoro fue descubierto a principios del siglo XX en la finca denominada "Perotito", que toma su nombre del Arroyo "Pedro Tito" o "Perotito", afluente por la margen derecha del Río Montizón, a unos 6 km. al Nordeste del casco urbano de Santisteban del Puerto. El hallazgo tuvo lugar por casualidad, en el desarrollo de las labores agrícolas. Parte del tesoro se perdió en el lapso de tiempo entre su descubrimiento y el momento en que es adquirido por el Estado y depositado en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid en 1917.
Don José Ramón Mélida Aniladi, director del Museo en ese año, en su obra "Adquisiciones del Museo Arqueológico Nacional", nos dice que el Tesoro de "Perotito" tenía más piezas de las que luego se ofrecieron al Museo y que con él había además algunas monedas (hoy en paradero desconocido todo ello). 

EL TESORO DE "PEROTITO"


Conjunto del Tesoro de "Perotito" en su vitrina del Museo Arqueológico Nacional de Madrid
(foto: archivo propio)

Se trata de un conjunto formado por dos tipos de objetos: recipientes y piezas de orfebrería. Entre los primeros -los más abundantes- se encuentran una magnífica pátera, una copa, varios cuencos y vasos, y numerosos fragmentos de otros recipientes. Entre las piezas de orfebrería se cuentan dos fíbulas (broches) y dos brazaletes, un colgante y una arracada (pendiente con colgante). Todas las piezas están realizadas en plata.

Piezas de orfebrería del Tesoro de "Perotito".
En la fila superior a la izquierda, una pulsera y a continuación un colgante.
Abajo, fíbulas a la izquierda y arracada a la derecha.
(foto: archivo propio)

De este conjunto destacan dos objetos por su tipología y decoración: una copa y una excepcional pátera, ésta última "joya de la corona" de este interesante tesoro.

La Copa

Con una altura de 21 cm. y diámetro de boca de 18 cm., esta Copa realizada mediante la técnica de la fundición es la segunda pieza en importancia del tesoro. Sigue modelos itálicos, presentando forma semiovoidea, y con pie. En el borde tiene una moldura en el interior, mientras que en el exterior exhibe una cenefa con adornos de guirnaldas florales. En el pie, la decoración es de palmetas en bajorrelieve. Estos adornos están grabados y dorados.


Copa del Tesoro de "Perotito"
(foto: archivo propio)

La Pátera

Es una de las piezas más importantes de la orfebrería de la Edad Antigua en España, y en palabras del famoso historiador Don Ramón Menéndez Pidal, "un objeto de sumo interés para la Historia del Arte español".
De forma circular, tiene un diámetro de 17,20 cm. Presenta una decoración en bajo y mediorrelieve. En el centro un medallón con una cabeza de lobo devorando una cabeza humana con las fauces abiertas, y rodeada de serpientes. Alrededor dos frisos concéntricos. El primero, distribuido en nueve sectores, tiene representación de escenas de caza. El segundo, separado del anterior por una orla de puntos, presenta una procesión de centauros y centaúrides (mujeres-centauro), distribuidos también en nueve sectores o metopas.

Detalle de los centauros y centáurides de la pátera
(foto. archivo propio)

La pátera está sobredorada, para resaltar las figuras. Fue fabricada mediante la técnica de la fundición a partir de una lámina que posteriormente es repujada -desde el reverso- para realizar la decoración. Se considera obra de un artesano local, que posiblemente utilizó como molde una pieza importada dado el grado de perfección de la obra. La presencia del lobo, animal de extrema importancia en el mundo ibérico, nos habla de un posible uso funerario como recipiente para libaciones (ofrenda de líquidos), aunque también podría ser una pieza de lujo, conformando junto con otros objetos del mismo material precioso -plata- encontrados en el Perotito un conjunto de elevado valor en un contexto doméstico de nivel alto (aristocrático).

Medallón central con una cabeza humana siendo devorada por un lobo
(foto: archivo propio)

Iconográficamente reúne elementos helenísticos e ibéricos.
Entre los ibéricos destaca el motivo central ya comentado. El mundo ibérico está repleto de representaciones en las que aparece el lobo, animal totémico para esta cultura (Tivissa, Alcudia, Huelma, Villargordo, Mengíbar, Arjona...). Tiene además un carácter apotropaico, relacionado con el mundo de ultratumba. Símbolo de la guerra, la noche y la muerte, el lobo está estrechamente ligado a planteamientos ideológicos de tipo heroico (el príncipe guerrero).
Las representaciones de los centauros y las centáurides son la expresión más evidente de la influencia grecorromana. Aparecen portando instrumentos musicales y simbolizan la vida fácil y bucólica del difunto de origen aristocrático en el más allá.


Otros objetos

De los objetos completos destacan, entre los recipientes, dos cuencos en forma de cono (puntiagudos) y sin asas -que se corresponden con el tipo de vaso de Cástulo-, y otros dos semiesféricos también sin asas.
Entre las piezas de orfebrería sobresalen un brazalete en espiral, uno de cuyos extremos culmina en una cabeza de serpiente; una pulsera circular sin cerrar, con motivos grabados; y dos fíbulas, con sendos adornos en forma de cabeza de caballo.



Bibliografía:

- Mercado Egea, Joaquín. La Muy Ilustre Villa de Santisteban del Puerto. Madrid, 1973.

Enlace:

- Museo Arqueológico Nacional (MAN)







Tesoros de Jaén en el Museo Arqueológico Nacional. Las Cabezas de Bronce de Cerro Maquiz (MENGÍBAR)



Las cuatro cabezas de bronce de Cerro Maquiz (Mengíbar),
reunidas en la exposición con motivo del 150 aniversario de su descubrimiento.
Museo Provincial de Jaén. Noviembre de 2010.
(Foto: archivo propio)

Objetos: piezas decorativas de un carro de guerra (cabezas)
Material: bronce
Cronología: siglo IV a.C.
Cultura: Ibérica
Fecha de descubrimiento: 1860
Procedencia: Cerro Maquiz
Municipio: Mengíbar
Comarca: La Campiña

HISTORIA DE UN DESCUBRIMIENTO 

En Noviembre de 1860 dos labradores que estaban trabajando en la finca de Cerro Maquiz, cuyo propietario entonces era Don Manuel de la Chica, hallaron cuatro objetos de bronce con formas de cabeza humana y de lobo de época ibérica que encontraron en el interior de una oquedad excavada en el suelo junto a otros objetos (un cinturón y otras piezas de hierro). Al parecer se trataba de una tumba de un personaje importante de Iliturgi y estos objetos formaron parte originariamente de un carro de guerra, propio de estos príncipes íberos, aunque en realidad dicho carro era un símbolo de poder y no se utilizaba en la guerra. 
En 1862 Don Manuel de la Chica puso en conocimiento de la Real Academia de la Historia el hallazgo de estas cuatro cabezas de bronce, dos de las cuales las donó a la Academia a través de Don Amador de los Ríos, mientras que las otras dos siguieron en manos de particulares hasta que en 1970 el Museo Arqueológico Nacional las adquirió.
Este descubrimiento tuvo una enorme repercusión unos años más tarde. En 1867 fueron expuestas en el Pabellón de España de la Exposición Internacional de París, llegando a ganar una medalla, y posteriormente en el Pabellón de Arte Español de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.
Dos de las cabezas se conservan en el Museo Arqueológico Nacional y las otras dos en la Real Academia de la Historia, no habiendo sido expuestas nunca y sólo accesibles a investigadores y científicos. Las piezas volvieron a reencontrarse en Jaén, en el Museo Provincial, en una exposición que se inauguró el día 17 de Noviembre de 2010 con motivo del 150 aniversario de su descubrimiento. La exhibición de las cabezas de manera conjunta fue posible gracias al arqueólogo mengibareño Emilio Plazas y a la directora del Museo Provincial, Francisca Hornos, siendo sus organizadores el propio Museo de Jaén, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Mengíbar y el Grupo de Amigos de la Historia de Mengíbar.

EL ASENTAMIENTO DE CERRO MAQUIZ 

El cerro de Maquiz es una elevación del terreno que se encuentra en la margen derecha del río Guadalbullón, muy cerca ya de la desembocadura de este último en el Guadalquivir, a unos dos kilómetros al Este del núcleo urbano de Mengíbar por la carretera A-6000 dirección a Villargordo.
La primera ocupación que se ha constatado en Cerro Maquiz se remonta a mediados del III milenio a.C., a juzgar por unas cerámicas a mano encontradas en el lugar.
Por razones que se desconocen el asentamiento quedó despoblado, volviéndose a ocupar en el I milenio a.C. (Bronce final). Cerro Maquiz formaría parte de la red de grandes asentamientos del Alto Guadalquivir, poblados fortificados que reciben la denominación de oppidum, y que en su gran mayoría presentan una ocupación ininterrumpida a partir de estos momentos del Bronce Final, siguiendo en época Ibérica y llegando algunos incluso a la fase romana.
Las áreas más conocidas y estudiadas del asentamiento son las necrópolis (para Cerro Maquiz se han localizado al menos tres), situadas en las proximidades del poblado, como es habitual en el mundo ibérico. El ritual de enterramiento que se practicaba era el de la incineración del cadáver, cuyos restos se depositaban en una urna de cerámica. La urna junto con su correspondiente ajuar se despositaban en un hoyo excavado en la tierra, para los casos más simples, o en pozos, cistas de piedra o cámaras funerarias, para los más complejos. No toda la población se enterraba, sólo lo hacían los miembros de la aristocracia y su clientela.
Al último tipo mencionado, el de cámara funeraria, perteneció la tumba del individuo en la que se encontraron estas cabezas de bronce objeto de nuestro artículo.

LOS BRONCES DE MAQUIZ 

La tumba principesca representaría el más alto nivel social de la necrópolis. Las cuatro cabezas, junto con otros objetos, fueron halladas en  una cámara subterránea. Formaron parte de la decoración de un carro militar de parada (de desfile) de un solo eje que probablemente nunca fuera utilizado en la guerra. Se trata de un elemento propio de los ajuares aristocráticos ibéricos. Es un símbolo de poder, y a la vez encarna la alegoría del tránsito de la vida a la muerte. Toya (Peal de Becerro) o Baza (Granada) son sólo algunos ejemplos de la presencia de estos carros en tumbas principescas.



Reconstrucción hipotética del carro funerario de la tumba hallada en Maquiz, 
con indicación de la posición de los apliques de bronce,
según los arqueólogos Doña Alicia Nieto Ruiz y Don Emilio Plazas Beltrán

Las cabezas del Museo Arqueológico Nacional


Una de las cabezas de bronce que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional
(foto: archivo propio)

Se trata de dos piezas de bronce muy parecidas y de similar tamaño (47 cm. de longitud) utilizadas como aplique de refuerzo en los extremos del yugo del carro. Rematan en cabeza de lobo, animal de simbología funeraria con marcada expresión de ferocidad.
Lo más interesante corresponde a las escenas grabadas, de tipo mítico, que se repiten a ambos lados de los objetos. En ellas aparece destacada la representación del árbol de la vida, cuyo significado se ha relacionado con los conceptos de fertilidad y ultratumba. Junto a él imágenes de hombres barbados, tritones, jinetes que cabalgan sobre hipocampos, lobos y jabalíes, todo ello de clara simbología marcial. El remate en forma de cabeza de lobo, de representación muy común en el mundo ibérico, hace referencia a un animal de simbología funeraria con marcada expresión de ferocidad y de carácter apotropaico. Símbolo de la noche, la guerra y la muerte, está estrechamente relacionado con planteamientos ideológicos de tipo heroico.

 
Las cabezas de la Real Academia de la Historia


(foto: archivo propio) 

(Catálogo de Antigüedades de la RAH)
Cabezas de bronce conservadas en la Real Academia de la Historia

Las dos cabezas que se conservan en la Real Academia de la Historia son de tamaño inferior a las anteriores. Una es la cabeza de un lobo en cuya parte posterior se aprecia un ojal para pasar una cuerda. Iría situada, según los mencionados arqueólogos, como aplique decorativo en el extremo de la lanza o eje del carro.
La otra es mucho más interesante. De carácter bicéfala, presenta la cabeza de un lobo por una parte y una cabeza humana masculina por otra. Iría colocada, posiblemente junto con otra gemela que no se ha conservado, en la zona central del yugo del carro. De nuevo aquí se constata la identificación del lobo con el príncipe guerrero íbero. El lobo fue el animal más popular y temido en la Península Ibérica desde la Antigüedad. Capaz de atacar por sorpresa y con fiereza, también se define por el hecho de desenvolverse en manada con obediencia al líder de la misma. Precisamente estos valores de fuerza y liderazgo deben imprimir la personalidad del príncipe íbero.


Bibliografía:

- Ruiz Rodríguez, Arturo. De la muralla de Ibros al lobo de Huelma: Jaén en la lenta construcción de una identidad para los iberos. Jaén, 2001.
- VVAA. Jaén. Pueblos y Ciudades. Jaén, 1997. 


El Poblado y la Necrópolis Ibérica de "Castellones de Ceal". HINOJARES


Vista de la meseta y promontorio donde se halla el yacimiento de Castellones de Ceal (Hinojares)
(foto: archivo propio)

Pocos municipios en Andalucía pueden presumir del legado arqueológico con el que cuenta Hinojares, un pequeño pueblo situado en la comarca de la Sierra de Cazorla, en el Sureste de la Provincia de Jaén.
A unos 5 km. del casco urbano, por la vieja carretera que une Hinojares y Huesa, se llega a la aldea de Ceal, en cuyas inmediaciones se encuentra uno de los poblados ibéricos más importantes excavado hasta la fecha en el Sureste español: "Los Castellones de Ceal". El poblado tuvo una gran importancia como lugar de paso entre el valle del Guadalquivir y el sureste de la Península. Las cerámicas que se conservan en el Museo Provincial de Jaén, datadas en el siglo IV a.C. y originarias de Grecia, nos hablan, por su calidad, de que Castellones no sólo debió ser un punto intermedio en la mencionada ruta sino también un refinado centro urbano donde la acumulación de excedentes y un elevado nivel cultural permitía la adquisición y disfrute de estos y otros bienes.

Mapa de situación de "Castellones de Ceal"

Localización: SE de la Provincia de Jaén
Comarca: Sierra de Cazorla
Muncipio: Hinojares
Cronología: siglo VI - II a.C. (República romana)
Etapas: Bronce / Hierro
Culturas: Íbera / Romana
Material: Cerámicas y objetos metálicos fundamentalmente
Localización del material: Museo Provincial de Jaén / Museo Arqueológico de Úbeda.


¿CÓMO LLEGAR?

Castellones de Ceal se encuentra muy cerca de la carretera A-315 Torreperogil-Baza. En el punto kilométrico 54 se halla el desvío que nos conduce hasta la aldea de Ceal. Se trata de la antigua y maltrecha carretera entre Hinojares y Huesa. Pasada la aldea, la carretera asciende hasta una meseta donde se encuentran los restos del poblado, aproximadamente a unos 500 m. de distancia de Ceal.

DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL ENTORNO

Castellones de Ceal ocupa una meseta ligeramente inclinada hacia el Oeste y coronada por unos riscos pétreos en el extremo Este que le dan nombre al lugar ("Castellones"). Se trata de un promontorio delimitado al Norte por el río Ceal y al Oeste y Sur por el valle del río Guadiana Menor (siendo el Ceal afluente del Guadiana Menor), produciéndose la confluencia de ambos justo a los pies de dicho promonotorio . La altura media del asentamiento es de 520 m. sobre el nivel del mar.

Meseta donde se encuentra el yacimiento de Castellones de Ceal vista desde el Sur.
Fotografía tomada desde el valle del río Guadiana Menor (archivo propio)

Se trata de una zona complicada desde el punto de vista orográfico. El curso del Guadiana Menor ha excavado un valle profundo que deja escarpes y elevados promonotorios a sus lados, lo que tradicionalmente ha complicado las comunicaciones. Sin embargo, esto no supuso un impedimento para que en época íbera y romana pasara por aquí una de las rutas comerciales más importantes del Sur de la Península.
Si bien hoy en día el paisaje que se puede contemplar es subdesértico, no fue así en la época en la que este asentamiento estuvo en funcionamiento.

Valle del Río Guadiana Menor desde la meseta de Castellones de Ceal.
A la izquierda, la nueva carretera entre Huesa e Hinojares.
(foto: archivo propio)


HISTORIA DE UN DESCUBRIMIENTO

El descubrimiento de este poblado y su correspondiente necrópolis fue un hecho fortuito ocurrido a mediados de los años 50 del siglo XX cuando se construyó la carretera sobre el antiguo camino entre Hinojares y Huesa, que pasaba por la aldea de Ceal.
Las primeras excavaciones tuvieron lugar en mayo de 1955 por Doña Concepción Fernández Chicarro y Don Antonio Blanco Freijeiro, que volvieron a excavar en septiembre de 1959.
Entre los años 1985 y 1991, se realizaron varias campañas de excavación arqueológica dirigidas por Doña Teresa Chapa Brunet y Don Juan Pereira Sieso.

CASTELLONES DE CEAL EN LA HISTORIA

Aunque hubo un asentamiento previo, constatado gracias a una serie de tumbas descubiertas, que se remonta al siglo VI a.C., al parecer éste no prosperó y fue abandonado. 
El poblado que nos ocupa se funda en torno al 400 a.C., ya en época ibérica. El porqué de la elección de este lugar es una cuestión más o menos clara si echamos un vistazo al panorama geopolítico del momento. Castellones de Ceal, ubicado en el curso medio del Guadiana Menor, se encontraba en una zona fronteriza entre dos grandes territorios ibéricos: el de los Bastetanos, cuyo centro sería Basti (actual Baza -Granada-), y el de los Oretanos, cuyo núcleo radicaría en la todopoderosa Cástulo (actual Linares -Jaén-). Ubicado en el curso medio del Guadiana Menor, Castellones controlaría este pasillo, la ruta comercial más corta entre las áreas mineras de Sierra Morena y los puertos marítimos del SE peninsular (especialmente Cartago Nova -Cartagena, Murcia-), ruta jalonada por otros núcleos de importancia como Tútugi (Galera -Granada-) o Tugia (Toya -Peal de Becerro, Jaén-) que nos han legado igualmente abundantes restos e interesantes estructuras funerarias.

Mapa del SE de la Península en el que se aprecian los territorios de los Bastetanos y los Oretanos en época Ibérica
(s. IV a.C.), así como el asentamiento de Castellones de Ceal
y otros núcleos de importancia.
(mapa de elaboración propia sobre tecnología de google maps)

El asentamiento proporcionaría protección, descanso y alimento a las caravanas cargadas de mercancías. Y aquí se encuentra precisamente la clave de la importancia de los restos encontrados en Castellones. La prestación de estos servicios conllevaría la recepción por parte de la elite del poblado de una serie de objetos de lujo, entre los que se encontrarían las ricas cerámicas griegas, de extraordinaria calidad, halladas en las tumbas de la necrópolis. Castellones se convertiría así, a pesar de su reducido tamaño, en un centro a la altura idológica y tecnológica de otros núcleos mayores de las áreas circundantes de la Bastetania y la Oretania, de los que seguramente dependía, teniendo una relación más directa con Tugia (Toya, Peal de Becerro). Así lo evidencia, por ejemplo, una tumba principesca excavada en la necrópolis de los Castellones que, aunque más humilde, guarda similitudes con la famosa cámara funeraria hallada en aquél otro asentamiento.
La decadencia del lugar vino con la llegada de Roma y la paulatina desaparición del modelo político ibérico. Los romanos, más pragmáticos, tendieron a favorecer las rutas de comunicación y comerciales más cómodas, marginando las que suponían un mayor grado de dificultad y desgaste, caso de la que discurría por el valle del Guadiana Menor, que por su orografía sólo permitía la circulación de caballerías fundamentalmente, y no de carros. La red de calzadas obvió esta zona comprendida entre el SE de la actual Provincia de Jaén y NE de la de Granada, con las indudables consecuencias negativas que ello conllevó para la economía de Castellones. Un incendio, fortuito o provocado, arrasó las casas de la última etapa, marchándose la mayoría de los vecinos hacia otros lugares y quedando tan sólo un núcleo residual que pronto se extinguiría. Estamos en el siglo II a.C., época republicana, y Castellones jamás volvería a resurgir de sus cenizas.


DESCRIPCIÓN DEL ASENTAMIENTO

Restos de la muralla de Castellones de Ceal
(foto: archivo propio)

Castellones de Ceal es un poblado fortificado (oppidum). El tipo de vivienda que se construía, con espacios generalmente rectangulares, constaba de piedra en el arranque de los muros, completándose el resto de los mismos en altura a base de adove o tapial. Los techos se hacían con ramaje impermeabilizado con barro y se sostenían sobre vigas de madera de pino, todo ello atado con cuerda de esparto. Tanto el interior como el exterior de las casas se encalaban, aplicándose el color rojo a los zócalos de piedra. Disponían de un patio abierto o semicubierto para almacenaje y animales domésticos.
El urbanismo era irregular. Las viviendas se distribuían en terrazas dada la inclinación de la meseta, ocupando la zona más alta del cerro y ofreciendo un aspecto abigarrado. La necrópolis se situaría en la zona más baja de la meseta.

Reconstrucción de una vivienda
("El Hábitat Ibérico Tardío en los Castellones de Ceal". Victorino Mayoral Herrera)


LA VIDA Y LA MUERTE EN CASTELLONES DE CEAL

En cuanto a las actividades agrarias del asentamiento, en las zonas bajas junto al valle se practicaba, como hoy, la agricultura, tanto de secano como de regadío. El cultivo más importante fue el cereal (trigo y especialmente cebada) y se ha constatado la presencia del olivo en las últimas fases del asentamiento (época romana). Los habitantes de Castellones criaban ganado ovino y caprino (también vacas, cerdos y gallinas en menor medida), practicaban la pesca fluvial en los cursos cercanos y la caza en los montes circundantes (ciervos, jabalíes). La ubicación de Castellones le aseguraba unos recursos abundantes: frutos, madera, caza y pastos de verano en las montañas de Cazorla, esparto y matorral en la ribera de los cursos fluviales, tierras fértiles y, por supuesto, agua.
Gran parte de la información de la que se dispone y por la cual sabemos la historia de los vivos, procede sin embargo del estudio y análisis de las sepulturas donde se enterraron a los muertos. La necrópolis de Castellones de Ceal ha sido sin duda el área más investigada en estas últimas décadas. Al igual que las viviendas, tampoco el cementerio guardaba un orden concreto, superponiéndose las sepulturas unas a otras a lo largo del tiempo. Eso sí, todas guardan una disposición Este-Oeste. Pero existen ciertas estructuras funerarias de empaque bien delimitadas, aisladas y respetadas por la construcción de tumbas posteriores. Esto nos indica una clara jerarquización social que, de la vida, se traslada también a la muerte. El rito funerario era por cremación en unas piras de madera colocadas en fosas ovaladas de poca profundidad llamadas "ustrinas" o "quemaderos". Las cenizas se introducían en cistas cerámicas y eran enterradas. Los tipos de tumbas podían ir desde la más humilde -un simple hoyo en la tierra calzado con piedras que hacían de sostén de la urna- hasta las más ricas (y más escasas), consistentes en cámaras hechas con mampostería de piedra, a veces decoradas en su interior. Algunas de estas tumbas eran individuales, en otras se ha constatado la presencia de varios individuos, lo que nos llevaría a considerar asociaciones familiares. En el interior de las tumbas, especialmente de estas últimas, se despositaba el ajuar, una serie de objetos de diversas clases que habían pertenecido en vida al individuo en cuestión.

Reconstrucción de una tumba tumular
(Victorino Mayoral Herrera)


CULTURA MATERIAL

Los restos hallados en este importante yacimiento son abundantes y nos hablan de un refinamiento cultural ligado a las influencias externas dada la función del poblado de apoyo a la importante ruta comercial descrita que por aquí pasaba.
La cerámica es el tipo de cultura material más sobresaliente en el yacimiento: vasos, cráteras, ánforas, platos... y un largo etcétera de tipologías conforman este variado universo patrimonial de Castellones. Comparten un denominador común: la factura griega, con tonalidades ocres y barniz brillante, decoraciones geométricas y figurativas (en este último caso para las piezas más exquisitas). En cualquier caso se trata de piezas de gran calidad. No obstante, los habitantes del poblado también utilizaban el torno y elaboraban piezas propias.
La gran mayoría de estos objetos de vajilla se utilizaron para contener alimentos y líquidos (vino y aceite, que eran productos de lujo en época ibérica) para más tarde pasar a formar parte de los ajuares funerarios.
También se han encontrado elementos metálicos, de oro y plata (joyas y apliques para adornar la ropa) y en bronce y hierro, éstos últimos de muy diversas clases, especialmente objetos de uso cotidiano (agujas, pesas) de tipo bélico (armas, cascos) y para las tareas agrarias (anzuelos, herramientas).
Es interesante también la presencia de pequeñas esculturas en piedra. Se han documentado una de un toro y otra de un posible ciervo que se situaban en el área de la necrópolis y que, en cualquier caso, nos hablan de la expresión monumental de símbolos religiosos.

Vasijas cerámicas de Castellones de Ceal en una vitrina del Museo Provincial de Jaén
(foto: archivo propio)
 
Kílyx griego (copa para beber vino), con el dibujo de una lechuza, símbolo de la Diosa Atenea.
 Museo Provincial de Jaén
(foto: archivo propio)

.
Detalles de la decoración figurativa en dos cráteras de origen griego de Castellones de Ceal. Museo Provincial de Jaén
(fotos: archivo propio)
 
Ánfora con motivos geométricos. Museo Provincial de Jaén
(foto: archivo propio)


Agujas y útiles de bronce. Museo Provincial de Jaén
(foto: archivo propio)

Apliques de bronce recubiertos de una lámina de plata, para decorar la ropa.
Museo Provincial de Jaén
(foto: archivo propio)

Pendientes de Oro. Museo Provincial de Jaén
(foto: archivo propio)




Bibliografía:
 
- Blanco Freijeiro, Antonio. Cerámica Griega de los Castellones de Ceal. Archivo Español de Arqueología, 1959. 
- Mayoral Herrera, Victorino. El Hábitat Ibérico Tardío de Castellones de Ceal. Complutum, 1996.
- VVAA. Un Yacimiento Ibérico en los Límites del Adelantamiento: Los Castellones de Ceal. Anuario del Adelantamiento, 2004.
- VVAA. Jaén, Pueblos y Ciudades. 1997.

    

El Centro de Interpretación de la Cultura Romana de ARROYO DEL OJANCO

Centro de Interpretación de la Cultura Romana
ARROYO DEL OJANCO


¿CÓMO LLEGAR?

Este espacio museístico se halla en la localidad de Arroyo del Ojanco, en la Comarca de la Sierra de Segura, en el NE de la Provincia de Jaén.
El Centro se encuentra en la Calle Bolea, que sale de la misma Carretera Nacional 322 Córdoba-Valencia, que cruza el pueblo, en el punto kilómetrico 214. Si vamos en dirección a Albacete, dicha calle sale a la izquierda un poco después de pasar la Iglesia y el Ayuntamiento, que están a nivel de carretera. Si vamos en dirección Jaén, la calle queda a la derecha unos centenares de metros después de haber entrado en el casco urbano. Existe un pequeño cartel que lo anuncia. Reconoceremos el lugar por el singular portón de acceso, de frontón triangular sobre columnas toscanas, al modo clásico.

LA VILLA ROMANA "DE LOS BAÑOS"

Arroyo del Ojanco es la localidad más joven de la comarca de la Sierra de Segura. Por dos motivos. En primer lugar por su reciente fundación. A finales del siglo XIX no era más que un conjunto de cortijadas. En el censo de población de 1900 arrojaba una cifra de 119 habitantes. Pero ese pequeño núcleo creció vertiginosamente a lo largo del siglo XX. En los años 50, comienzan a darse los primeros pasos en pos de la segregación de su municipio matriz, Beas de Segura, del que conseguirá independizarse finalmente con el nuevo siglo, concretamente en el año 2001, siendo así el municipio de más reciente creación de la Provincia de Jaén. En la actualidad, Arroyo del Ojanco es una de las localidades más prósperas de la comarca, y de las de mayor población: 2.522 hab. (2011). 

¿Cómo se explica, por tanto, la presencia de un Centro de Interpretación de la Cultura Romana en un municipio tan joven?

Se han encontrado restos arqueológicos de gran antigüedad en los alrededores de Arroyo: prehistóricos, de la época ibérica y romanos. Precisamente estos últimos constituyeron una sorpresa mayúscula cuando en los años ochenta se descubrió, con motivo de una plantación de olivos que se iba a acometer, una villa de grandes dimensiones en el llamado Cortijo "de los Baños", hoy abandonado, situado en el entorno de la aldea de Los Guijalbas, a unos 2,5 km. al Sur de Arroyo del Ojanco. El acceso no es complicado. Hay que coger un carril de tierra bien adecentado que permite la circulación de turismos que sale de la Nacional 322 a la derecha (dirección Albacete) unos centenares de metros antes de llegar al casco urbano de Arroyo del Ojanco. No obstante, allí no queda ya nada. Tras la intervención arqueológica de urgencia llevada a cabo en 1985, el yacimiento se tapó.

Ruinas del Cortijo de los Baños. En primer término, explanada donde aparecieron
los restos más importantes de la villa romana. 
Los olivos que aparecen fueron plantados tras la ocultación del yacimiento en 1985.
(foto: archivo propio)

La villa constituyó un centro de explotación agropecuaria, de grandes dimensiones ya en su última época. Hablamos de una existencia dilatada de la misma, entre el siglo I d.C. y el siglo V d.C. Se encuentra en una zona de muy suave pendiente, junto a un arroyo, el Arroyo del Ojanco, y a escasos 3 km. en línea recta del Río Guadalimar. Transcurría también muy cerca, aproximadamente a 1,5 km. de la villa, y prácticamente coincidiendo con el actual trazado de la Nacional 322 en esta zona, la calzada denominada "Camino Cartaginés" que enlazaba la zona alta de la Bética con Cartago Nova y el SE de la Península.
Además de la función ya mencionada, con dependencias para el ganado, almacenes, molinos, alfar, etc., la villa contaba con una zona residencial de lujo, a tenor de los restos encontrados. Entre los mismos hay que destacar un magnífico mosaico con motivos decorativos geométricos y animales. La villa disponía incluso de baños, cementerio, y se ha constatado la existencia de calles pavimentadas.

Fiel reproducción del mosaico que se encontró en la Villa romana "de los Baños" en 1985,
y que podemos contemplar en el Centro de Interpretación
(foto: archivo propio)
 
Precisamente la villa romana "de los Baños" es la razón de ser del Centro de Interpretación que se ha construido en la misma población de Arroyo del Ojanco con objeto de dar a conocer los modos de vida de esta cultura.


EL CENTRO DE INTERPRETACIÓN 
DE LA CULTURA ROMANA

Patio que da acceso a las diferentes dependencias del Centro de Interpretación
(foto: archivo propio)

El 16 de Noviembre de 2007 se inauguraba en la localidad este espacio temático dedicado a la cultura romana, dentro del Plan turístico "Sierra de Segura, el 5º Elemento" auspiciado por la Junta de Andalucía
La entrada al Centro de Interpretación se hace a través del mencionado portón rematado por frontón triangular. El patio que da acceso a las dependencias es un amplio lugar en el que encontraremos algunos elementos singulares: un enorme reloj de sol, una reproducción de una excavación arqueológica, una reproducción de un bajorrelieve en el que se representa el oficio de ceramista...

Reloj de sol, con numeración romana, en el patio del Centro de Interpretación
(foto: archivo propio)

Al fondo del patio, a mano derecha, se encuentra la denominada "Domus Romana", que se pretende se convierta en referente de la restauración provincial para ofrecer, entre otras propuestas gastronómicas, especialidades culinarias relacionadas con el mundo romano.
A mano izquierda está el edificio donde se encuentra la exposición permanente del Centro de Interpretación. Lo primero que nos llamará la atención será la sonrisa de la encargada del espacio museístico, la señorita Juani Quintana, que nos recibirá solícita en la recepción para ofrecernos cualquier información sobre el centro e incluso de tipo turístico acerca del municipio, de la comarca de la Sierra de Segura y del Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas. 

Reproducción de un ánfora de aceite. Centro de Interpretación de Arroyo del Ojanco
(foto: archivo propio) 

El Centro está concebido como una muestra interpretativa de la época romana que tantas huellas ha dejado en los alrededores del municipio: Villa romana de "los Baños", el Puente "Mocho"...
Consta de dos salas en las cuales a través de reproducciones, paneles con información alusiva a la época y una pequeña proyección, se intenta ilustrar al visitante durante su recorrido sobre el legado cultural romano en general y en particular en Arroyo del Ojanco.

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Diversas vistas de las salas del espacio expositivo
(foto: archivo propio)

Desde que fuese inaugurado el Centro de Interpretación de la Cultura Romana, sus magníficas y amplias instalaciones han servido como escenario para celebrar las "Jornadas de Cultura y Gastronomía Romana", que tienen lugar anualmente a mediados de agosto, y que van ya por su V edición, consolidándose año tras año como un referente de las celebraciones culturales de la comarca de la Sierra de Segura. Las actividades son muy variadas, destacando los pasacalles, mercado, degustaciones gastronómicas, juegos, representaciones teatrales y musicales, charlas y conferencias, todo ello teniendo como centro la cultura romana, por lo que veremos a los habitantes del pueblo vestidos de época, resultando unas jornadas muy pintorescas y vistosas.


Para más información:

Cultura y Gastronomía Romana. Arroyo del Ojanco, "Camino Cartaginés"   (Blog del Centro de Interpretación)