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Las Fiestas de San Marcos y los toros "ensogados" en BEAS DE SEGURA


Imagen de San Marcos, patrón de Beas de Segura
(foto: archivo propio)

La localidad de Beas de Segura, enclavada en las estribaciones de la Sierra de Segura, al nordeste de la Provincia de Jaén, vive intensamente sus fiestas a lo largo de todo el año.
De entre ellas destaca sobremanera la tradición de los toros "ensogados", que tiene lugar durante las fiestas patronales en honor a San Marcos y que ha sido declarada como Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía (resolución de 26 de Septiembre de 2000) así como Patrimonio Cultural Inmaterial por la propia corporación municipal en pleno (6 de Octubre de 2011), sumándose así al reconocimiento universal de la tauromaquia por parte de la UNESCO.
Cada año, la población de Beas de Segura se multiplica por cinco durante sus fiestas sanmarqueras.

HISTORIA DE LA TRADICIÓN

La festividad de San Marcos hunde sus raíces en la antigua Roma, cuando a finales de Abril se celebraba la Robigalia en honor a Robigo, dios romano de la roya del trigo, una enfermedad de algunos vegetales -entre ellos el trigo- causada por un hongo. De esta forma, en el periodo en que comenzaban a formarse las espigas, los romanos sacrificaban animales a Robigo para evitar dicha enfermedad en los cultivos. Posteriormente la Iglesia sacralizará esta fiesta pagana instituyendo ese día el culto a San Marcos que se convertirá de este modo en el protector de cosechas y ganados.
Desde entonces, muchos pueblos han realizado votos al Evangelista para implorarle protección de campos y animales o agradecerle el fin de epidemias o plagas. Es el caso de Beas de Segura, aunque se desconoce la fecha exacta en la que se instituye esta tradición. No obstante es muy antigua y posiblemente se remonte a época bajomedieval.
Ya se menciona el voto a San Marcos en el capítulo 52 de las Relaciones Topográficas mandadas hacer por Felipe II en el año 1575 correspondiente a la villa de Beas: "Ansí mismo ai boto en esta villa el día del señor San Marcos, que no se matan ningunas carnes ni se pesan ni habren las carneçerías desta villa, lo qual se prometió y botó en años pasados por grandes ynfortunios e plagas de la langosta. No se save el tiempo que a que se prometió e botó, más que de tiempo inmemorial a esta parte se tiene y guarda".
Se tiene constancia documental de una acusada plaga de langosta que se produjo en torno al año 1449 en buena parte de la actual Provincia de Jaén, con especial incidencia en las comarcas de La Loma y Las Villas. El 17 de Abril de dicho año, la ciudad de Baeza prometió voto de realizar procesión y misa solemne el día de San Marcos y ofrecer un toro y repartir su carne a los pobres cada año (Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de la Diócesis de Jaén; Martín Jimena Jurado, 1654). En esta misma obra se dice: "Y viendo las demás Villas y Lugares de su Comarca el remedio tan milagroso, hizieron la misma Promesa y Voto. De adonde se originó la costumbre que en algunos Lugares ha quedado de llevar un toro en la procesión el día de San Marcos". Pudo ser por tanto en estas fechas cuando Beas de Segura adoptara la tradición, a imitación de lo que se había hecho en Baeza, aunque en esta última no se ha conservado. En Beas se desconoce cuándo dejó de ser un sencillo voto comunitario, tal y como lo reflejan las Relaciones de 1575, para  comenzar a correrse las reses por las calles, aunque tal espectáculo debió desarrollarse durante la centuria siguiente, el siglo XVII.

Toros "ensogados" por las calles de Beas de Segura
(foto: archivo propio)

La tradición oral en Beas ha querido entroncar esta singular celebración del toro con la presencia de Santa Teresa de Ávila en la villa en 1575 con motivo de la fundación del convento de San José del Salvador, primera de las fundaciones carmelitanas en suelo andaluz. Según la leyenda, uno de los toros que arrastraba piedra para la construcción del edificio rompió el yugo y se escapó, sembrando el pánico entre los vecinos. La Santa le puso la mano sobre el testuz y quedó amansado al instante. Lo ató con una cuerda y lo devolvió a la yunta y al trabajo. El hecho milagroso fue conmemorado cada año haciendo correr por las calles de la villa unas reses engalanadas para la ocasión y atadas sus astas con cuerdas.
Es curioso cómo pueden rastrearse episodios similares de milagros relacionados con el toro en lugares geográficamente alejados de Beas de Segura. A los renombrados casos del Obispo de Santiago de Compostela Ataulfo II (siglo IX), San Juan de Sahagún (Salamanca, siglo XV) o San Pedro Regalado (Valladolid, siglo XV), hay que añadir el de otra mujer, la Beata franciscana María de Jesús, que en el siglo XVI en el pequeño pueblo de Guijo de Coria (Cáceres) protagoniza un suceso parecido al de Santa Teresa en Beas. Durante la celebración de la fiesta de San Marcos el toro escapa descontrolado, haciendo la religiosa que el animal se arrodille a sus pies.
En cualquier caso, la tradición de Beas se vincula íntimamente al rito del "toro de San Marcos", que tan popular fue en la España de los siglos XVI y XVII.  Rozando el paganismo, dicho rito consistía -con variantes dependiendo del lugar- en que un toro bravo era llevado a la iglesia rodeado de boyeros y vaqueros que lo mantenían manso, se le entraba al interior del templo (en algunas localidades incluso hasta el altar) y era bendecido por el sacerdote. Adornado con flores, colgaduras o cintas de colores, participaba en la procesión del santo, hasta que era liberado tras la ceremonia y devuelto al campo, donde recuperaba su fiereza. Este tipo de espectáculos no era del agrado de autoridades religiosas y civiles. Ya a finales del siglo XVI el Papa Clemente VIII se muestra disconforme con esta práctica, aunque su rescripto de 1598 no acabará con el "toro de San Marcos". Sí lo hará la orden de supresión de este festejo con fecha de 3 de Febrero de 1753 bajo el reinado de Fernando VI, que se sumaba a otras similares que supondrán la abolición de tradiciones seculares que a ojos de los ilustrados del momento estaban cargadas de heterodoxia y superstición. Tradiciones, hermandades, incluso ermitas, relacionadas con San Marcos, desparecieron progresivamente del panorama etnográfico español, perviviendo sólo algunas de forma residual en lugares afectados por un aislamiento crónico, caso de la Sierra de Segura y Beas.
Si bien en otros lugares el animal era sacrificado y vendida su carne a beneficio de los pobres del lugar, no fue éste el caso de Beas, aunque aquí la fiesta tuviera también un carácter benéfico al ser donadas las reses para su venta vivas y con el dinero obtenido ayudar a los necesitados del pueblo.
  
LAS FIESTAS DE SAN MARCOS Y LOS TOROS "ENSOGADOS" EN BEAS DE SEGURA


Cartel de las Fiestas de San Marcos 2015 de Beas de Segura

Entre los días 22 y 25 de Abril y en honor a San Marcos Evangelista, vaquillas y toros bravos corren, atados por los cuernos, por el recinto cerrado que conforman diversas calles del centro de Beas de Segura (Paseo de la Constitución, Angosto, Maestro Mateo Marín, Palomares, Juan Fontes, Plaza de San Marcos, Paseo de Rosas). Barreras conformadas por troncos de madera y vallas metálicas aseguran el recinto.
Las fiestas patronales comienzan el día 22 de Abril por la tarde con el tradicional pregón y un espectáculo de fuegos artificiales. También tiene lugar este día el desencajonamiento infantil o también llamado "San Marcos chico". Ya para los adultos se produce la suelta de reses los días 23 y 24 por la tarde. El día grande, 25 de Abril, comienza con diana floreada y pasacalles. Desde muy temprano las diferentes peñas han engalanado a las reses. A mediodía el recinto queda libre. Tiene lugar la misa solemne en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en honor al patrón y seguidamente procesión del mismo por las calles del centro de la localidad. A la procesión acude todo el pueblo en masa y es amenizada por la banda y las charangas. El Santo va montado en una carreta tirada por dos vaquillas bravas que controlan a la perfección los pastores a su alrededor para que no se produzca ningún incidente. Resulta impactante la mansedumbre que muestran los animales durante la procesión.

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Fotografías de la procesión de San Marcos
(Beas de Segura, 2015)
(fotos: archivo propio)

Tras la procesión llega un momento muy esperado: el desencajonamiento del día del patrón. Las reses salen de los chiqueros, situados en los bajos de la sede social de la Hermandad y en otros portátiles repartidos por diferentes puntos del recinto. Han sido adquiridas a diferentes ganaderías por la propia Hermandad y las peñas, contándose por decenas las que corren a la vez por las calles. Los experimentados mozos y mozas del pueblo proceden al "cascado" de las reses, para lo cual atraen a los toros hacia un poste o columna tirando de la cuerda de varios metros de longitud atada a sus astas. La cuerda se pasa por un agujero existente en dicho poste y se inmoviliza al animal para proceder a su engalanamiento: collares de cascabeles y campanillas alrededor del cuello, frontiles para la testuz y aparejos que se les echa por el lomo hechos a mano por las mujeres con bordados artesanales y adornos de lentejuelas y representaciones relacionadas con motivos de la fiesta. Antiguamente se "cascaba" a la res en el mismo portal de la casa, introduciendo la cuerda entre las hojas de la puerta y tirando desde dentro, o también en las rejas de las ventanas.
Y por fin llega el momento de lucirse para los participantes, corriendo delante del toro, saltando, haciendo recortes de infarto, en un juego ancestral que muy probablemente haya quedado impreso ya en el código genético del beatense.

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Toros "ensogados" 2015 en Beas de Segura
(fotografías: archivo propio)

Si bien es cierto que la fiesta no ha cambiado demasiado y conserva intacta su esencia, sin embargo hubo un punto de inflexión importante en la misma con la ley de 1993 que obligaba al sacrificio de las reses tras los festejos, por lo que ya no se pudieron conservar de un año para otro aquellas reses más bravas. Se fue perdiendo así la costumbre de criar las reses por parte de los propios beatenses y hoy en día todas ellas son compradas a acreditadas ganaderías.

LA HERMANDAD DE SAN MARCOS. PEÑAS. ASOCIACIONES.


Escudo de la Hermandad de San Marcos de Beas de Segura

La Asociación y Hermandad de San Marcos se fundó en el año 1955, siendo su primer presidente Don Miguel Jiménez Marín. Será a partir de comienzos de los años 70 cuando adquiera una estructura más sólida. En 1971 se edita el primer programa de fiestas de San Marcos y en 1984 se aprueban los primeros estatutos de la Hermandad, que queda así regularizada y registrada legalmente como Asociación Cultural. Más adelante se crea el Patronato Municipal de San Marcos, presidido por el alcalde, que integra al Ayuntamiento y a la Hermandad. Los últimos estatutos, por los que se rige actualmente, son aprobados en 15 de Septiembre de 2007.
La Hermandad es la encargada de organizar y coordinar todos los festejos y eventos y sufragar los gastos, no sólo los días de fiesta en honor al patrón sino también los que tienen lugar a lo largo del año, todo ello en estrecha colaboración con el Ayuntamiento de la localidad.
La Junta Directiva, órgano de gobierno, representación y administración, está compuesta por un presidente, un vicepresidente, un secretario, un tesorero y quince vocales. La duración de su mandato es de tres años con posibilidad de reelección. La Junta Directiva se elige en la Asamblea General de socios, que por cierto tienen costumbre de reunirse cada Domingo de Resurrección para hacer balance del año y rendir cuentas.
La sede social de la Hermandad se encuentra en la Calle Palomares, en un edificio inaugurado en el año 1996. Allí se encuentran las oficinas, los salones de juntas y conferencias y un pequeño espacio expositivo dedicado a las fiestas de San Marcos y los toros ensogados.
Existen en la actualidad unas 100 peñas sanmarqueras, la mayoría de ellas constituidas como asociaciones legalizadas ante la Junta de Andalucía a auspicios de la Hermandad. Otras de fuera de Andalucía (Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana) han hecho lo propio ante sus respectivas comunidades autónomas.
Con el objetivo de difundir los valores culturales de esta singular fiesta y fomentar su reconocimiento y prestigio se vienen celebrando desde Abril de 1995 los Ciclos Culturales Taurinos, que se repiten cada año con diferentes temáticas dentro del mundo de la tauromaquia.
En Julio de 2008 la Hermandad de San Marcos de Beas de Segura ingresa en la Asociación Nacional del Toro de Cuerda, formada por municipios españoles que celebran festejos de esta índole. Precisamente en Beas de Segura tuvo lugar el VI Congreso Nacional del Toro de Cuerda en Abril del año siguiente.
Por otra parte, Beas de Segura pertenece a la Asociación Internacional de Municipios y Entidades Organizadores de Festejos Taurinos Populares (ASIMTAP) desde su fundación en Agosto de 2010. Esta Asociación reúne a municipios españoles, portugueses y franceses, teniendo como fin la defensa, promoción y conservación de este tipo de festejos.



Bibliografía:

- Domínguez Moreno, José María. El Toro de San Marcos en el oeste peninsular. Revista Folklore, nº 80. 1987.
- Jimena Jurado, Martín. Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de la Diócesis de Jaén. Madrid, 1654.
- Rubio Fernández, Juan. Fiestas Populares de la Provincia de Jaén. Jaén, 2003.
- Villegas Díaz, Luis Rafael; García Serrano, Rafael. Relación de los pueblos de Jaén de Felipe II. Boletín IEG, nº 88-89. 1976.
- VVAA. Jaén. Pueblos y Ciudades. Jaén, 1997.
- Programas de Fiestas de San Marcos de Beas de Segura (diversas ediciones).

Enlaces de interés:

Hermandad de San Marcos de Beas de Segura
Blog "Fiestas de San Marcos"
- Ayuntamiento de Beas de Segura



Convento e Iglesia de Carmelitas Descalzas de San José del Salvador de BEAS DE SEGURA


Fachada principal de la Iglesia del Covento de Carmelitas Descalzas de San José del Salvador. Beas de Segura
(foto: archivo propio)

Beas de Segura se extiende en un ameno valle por el que discurre un travieso riachuelo en uno de los históricos accesos a la Sierra de Segura, en el Nordeste de la Provincia de Jaén.
Tuvo lugar aquí, entre estas montañas apartadas, la primera fundación conventual que la Orden Carmelitana hacía en Andalucía. Corría el año 1575 y hasta estas lejanas tierras se desplazó, en su infatigable labor de extender la polémica reforma del Carmelo, nada menos que la andariega Santa de Ávila y Doctora de la Iglesia, Teresa de Jesús.
Esta increible mujer, de gran importancia en nuestra Historia y en nuestras Letras, vino al mundo un 28 de Marzo de 1515, por lo que hace tan sólo unos días se conmemoraba el V Centenario de su nacimiento. En este año de 2015 también se ha cumplido el 440 Aniversario de la fundación del Convento de Carmelitas Descalzas de San José del Salvador de Beas de Segura.
Y así, Dios quiso que mística y edilicia se conjugaran en medio de la agreste naturaleza de la Sierra de Segura, dando como resultado este sencillo pero bello edificio del cual nos ocupamos en este artículo.

Conjunto de Iglesia y Convento de Carmelitas de Beas de Segura
(foto: archivo propio)

UN POCO DE HISTORIA

Años previos a la Fundación

El 16 de Febrero de 1575, Miércoles de Ceniza, hacía su entrada en Beas de Segura la Santa de Ávila acompañada de una nutrida comitiva. El objetivo de Teresa: la fundación de un Convento de la Orden Carmelita, que habría de ser el décimo en su nómina y primero de Andalucía.
Pero la Historia del Convento comienza unos años antes, y tiene como protagonistas a las damas de noble cuna Doña Catalina y Doña María de Sandoval y Godínez, hermanas, hijas del hidalgo de rancio abolengo Don Sancho Rodríguez de Sandoval y Negrete. Tras la muerte de éste en 1569, sus hijas anhelaban ser religiosas. En Beas ya existía entonces un Convento de Clarisas, pero ellas querían el recogimiento. El jesuita Padre Bustamante, que pasaba por Beas visitando el Colegio que la Orden tenía en la villa, le habló a Catalina de las fundaciones que la Madre Teresa estaba realizando en Castilla de la Orden Carmelitana, por lo que la dama trató por todos los medios de conseguir una fundación para Beas, trasladándose incluso por unos meses a Madrid. También su hermano Sancho hizo gestiones en ese sentido.
El problema radicaba en que Beas de Segura caía dentro de la jurisdicción de la Orden de Santiago, y no eran habituales las fundaciones monacales en territorio de Órdenes militares, a no ser con licencia especial expedida por el Consejo de Órdenes. Por otro lado, al principio Teresa era reticente a la fundación por el motivo expuesto anteriormente y por la propia lejanía geográfica de Beas. Finalmente, se obtiene la licencia con fecha 19 de Junio de 1573, no sin la intermediación del propio monarca Felipe II, al que escribe Teresa, ya más decidida, para conseguir la licencia.

Escudo de la Orden Carmelitana coronando la portada
de la Iglesia del Convento de Beas de Segura
(foto: archivo propio)

Fundación del Convento

Se fundó el Convento de Carmelitas Descalzas de San José del Salvador de Beas de Segura el día 24 de Febrero de 1575, onomástica de San Matías. Habían pasado ocho días de la llegada de la Santa a Beas, y aquí permanecería unos meses más hasta el 18 de Mayo, en que partiría hacia Sevilla para fundar un nuevo Convento por petición del Padre Jerónimo Gracián, Provincial de Andalucía, que había recalado en Beas para conocer a Teresa y entrevistarse con ella.
Se nombra priora del nuevo Convento a Ana de Jesús, monja que había llegado acompañando a Santa Teresa, y Catalina y María toman los hábitos con los nombres de Catalina de Jesús y María de Jesús. Las posesiones de los Sandoval en Beas, que las hermanas habían heredado, sirvieron para la primigenia fundación, que se realizó sobre la casa paterna así como otra de la vicaría, adosada a la pared de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de Gracia de la villa y con comunicación con la misma a través de unas ventanas con rejas que daban a la capilla mayor y por las que las monjas seguían la Eucaristía.
Dado que el convento más cercano de Padres Carmelitas Descalzos quedaba muy alejado (concretamente el de la Peñuela, en lo que hoy es La Carolina -antes de que existiera el pueblo como tal-), la priora Ana de Jesús temía por la dirección espiritual de las monjas de Beas. Un año después de la fundación, en 1576 compró un cortijo junto con sus huertos a poco más de una legua de Beas (hoy término municipal de Villanueva del Arzobispo, en plena Sierra de las Villas) con la intención de adecentarlo y crear un cenobio carmelitano masculino, que fue fundado a finales de ese mismo año, denominándose "El Calvario". En Octubre de 1578 llega a Beas de Segura como prior de este convento nada menos que San Juan de la Cruz, visitando a las monjas de Beas de vez en cuando y actuando como su confesor y director espiritual, hasta su partida a Baeza al año siguiente.

Estatuas conmemorativas de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
Plaza de Santa Teresa, entre la fachada principal del Convento y el lateral de la Iglesia Parroquial.
(foto: archivo propio)

Desde la construcción de la Iglesia hasta la Desamortización y ruina del Convento 

Habría de pasar un siglo para que se acometieran las obras de una iglesia para el Convento de San José de Beas. Se levantó el templo en la segunda mitad del siglo XVII, siendo priora la Madre María de San José y gracias a los esfuerzos de ésta, que reunió generosas donaciones del pueblo y de particulares. Los Sandoval, administradores de los bienes del Convento durante esta centuria, fueron decisivos también en la realización del proyecto. Las monjas, incluso, abrieron un hospicio en Beas en 1659.
El primer episodio desagradable en la historia del Convento tuvo lugar durante la invasión francesa de España. En Noviembre de 1810 las tropas enemigas entran en la villa, quemando, destruyendo y arrasando todo a su paso. El Convento no fue una excepción. De lo que quedó, algunos restos fueron rescatados y guardados por los propios habitantes de Beas. El relicario y otros objetos de valor fueron llevados al Convento Carmelita de Jaén.
Algunos años después, en 1836, se produciría la exclaustración de las monjas por las leyes desamortizadoras de Mendizábal, quedando el Convento desmantelado y convertido en un improvisado hospital. Años más tarde el edificio quedaría en ruinas, perviviendo sólo algún lienzo de pared y, milagrosamente, los muros de la celda que habitara Santa Teresa. También la iglesia sufrió graves daños, aunque su fábrica se mantuvo en pie, pues el templo servirá como parroquia a la feligresía de Beas de Segura, tras la ruina y destrucción del templo parroquial por las tropas francesas.
 

Las Monjas vuelven a Beas

El 13 de Enero de 1899 las monjas vuelven a establecerse en el Convento de Beas de Segura. Esto fue posible gracias a que la comunidad de Carmelitas Descalzas de Madrid se desprendió generosamente de la tercera parte de sus bienes y de sus monjas en favor de la refundación del Convento beatense. Las obras de rehabilitación acabaron en 1909, gracias a los donativos de los hijos de Beas. De las ocho monjas que vinieron de Madrid, se encontraba la Madre Dolores Madoz y Rojas, hija de Pascual Madoz, famoso ministro en tiempos de Isabel II.
El patrimonio que había sobrevivido a la infamia francesa es prácticamente destruido en 1936 en los comienzos de la guerra civil española, viéndose afectadas especialmente las imágenes.
Un nuevo proceso de restauración de acometerá en los años cincuenta, a expensas de don Diego Martínez del Peral, IX Marqués de Valdeguerrero, descendiente directo de la familia Sandoval. Se restaura todo el interior y se amplía el coro, terminándose las obras en 1957. En esta intervención es cuando el interior del templo adquiere la imagen que hoy ofrece.
El 25 de Abril de 1979 se declara Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.
En 2003 se llevan a cabo las últimas obras de restauración que ha sufrido el edificio, esta vez centradas fundamentalmente en el exterior de la Iglesia.

EL CONVENTO DE CARMELITAS DESCALZAS DE SAN JOSÉ DEL SALVADOR

El conjunto arquitectónico consta de iglesia y convento. En unas dependencias de este último se halla instalado un pequeño museo con objetos relacionados con el edificio y los ilustres místicos Santa Teresa y San Juan.

El Convento

Las dependencias conventuales se organizan en torno a un patio central cuadrado, cuyas crujías (nave o pasillo) son los únicos restos de la primitiva construcción. Posee dos plantas. En la alta se abren sencillos ventanales. La planta baja consta de una galería porticada con arcos de medio punto rebajados que apoyan sobre pilares de ladrillo visto. Ni en este patio ni en las dependencias de clausura destacan otros elementos constructivos de interés artístico, debido, como se ha especificado anteriormente, a la ruina prolongada del edificio. Destaca, por su valor histórico, la celda en la que estuvo alojada Santa Teresa, que milagrosamente sobrevivió a la ruina  que el convento sufrió durante buena parte del siglo XIX.
En la zona norte del convento se encuentra el jardín y huerto.

El Museo

Entrando por la puerta principal del Convento, donde se encuentra el torno de la clausura, una escalera situada a la izquierda nos conduce a unas dependencias en la segunda planta en las que se halla instalado un  museo con objetos, enseres y reliquias relacionados con la historia del Convento, así como con Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
De Santa Teresa se conservan algunas reliquias como la campanilla de 1553 usada por la santa en la fundación del convento; la llave primitiva del convento, del siglo XVI, usada también por la santa; un trozo de su hábito y otro del velo; una firma auténtica de Santa Teresa y un trozo de hueso. Anexa a la sala del museo hay una pequeña habitación donde se reproduce la celda de Santa Teresa.
De San Juan de la Cruz se expone su sillón y su casulla, un cáliz, tres autógrafos y un trozo de hueso. 

Sala principal del museo
(foto: archivo propio)

Reproducción de la celda de Santa Teresa de Jesús
(foto: archivo propio)

La Iglesia

La iglesia es el elemento más interesante desde el punto de vista artístico. Se encuentra anexa al convento y con orientación Norte-Sur. Tiene planta de cruz latina y una sola nave, amplia y elevada, cubierta con bóveda de cañón con lunetos. La nave, de 23 por 7 metros, se divide en cuatro tramos separados por arcos fajones que apean sobre pilastras de escaso resalte sobre el muro. La nave del transepto está poco pronunciada. El crucero se cubre con cúpula de media naranja sobre pechinas, en las que aparecen frescos con la representación de arcángeles. El presbiterio, elevado sobre gradas, se cubre con bóveda de cañón. A los pies se sitúa el coro cerrado por celosía, en alto, sobre gran arco escarzano.
Toda la decoración interior, resalto de yeserías en dorado, motivos geométricos de las bóvedas, gallones de la media naranja, cornisas, mensulillas, etc., son debidas a las reformas acometidas en el siglo XX, resultando un conjunto equilibrado y vistoso, pero desprovisto de la pureza que hubo de tener el espacio en su origen.

Nave de la Iglesia, cúpula sobre el crucero, Altar Mayor y retablo
(foto: archivo propio)

Cúpula sobre pechinas en el crucero
(foto: archivo propio)

Vista de los pies de la Iglesia y coro en alto, desde el Altar Mayor
(foto: archivo propio)

En el exterior destaca especialmente la portada. Es alta y estrecha, sobre gradas. Se divide en dos cuerpos. En el inferior se abre la puerta con arco de medio punto y clave resaltada, con rosetas en las enjutas. Está enmarcada por dos columnas toscanas sobre plintos que sostienen un entablamento cuyo friso se decora con alternancia de triglifos y metopas. En el segundo cuerpo, frontón partido con escudos heráldicos en sus extremos, relacionados con la Casa Sandoval, a la que pertenecían las fundadoras y administradores posteriores del Convento. En el segundo cuerpo, hornacina de medio punto que aloja una escultura moderna en piedra de San José con el Niño, flanqueada por pilastras toscanas cajeadas que sostienen un entablamento partido que deja lugar, en el centro y sobre la hornacina, al escudo carmelitano; todo ello bajo arco abarcante. Esta portada es de una excelente factura en sus elementos compositivos y ornamentales, una fina obra barroca de finales del siglo XVII. Se enmarca en una fachada inconfundiblemente carmelitana, que remata en hastial con óculo en el centro.
La espadaña está realizada en mampostería y distribuida en dos cuerpos. Se sitúa en la cabecera de la Iglesia, lado de la Epístola, y es sólo visible desde el huerto del Convento y desde la calle Santa Teresa.
La configuración de esta iglesia responde a las características propias de los templos de la orden carmelitana del siglo XVII, siguiendo fielmente el modelo trentino y las directrices contrarreformistas.


Portada de la Iglesia del Convento
(foto: archivo propio)
 
En cuanto al patrimonio mueble, destacan en el interior del templo un conjunto de retablos en madera sobredorada de factura barroca. El retablo mayor se complementa con otros dos más pequeños a los laterales. En todos ellos destacan las columnas salomónicas, sujetadas las centrales del retablo mayor por atlantes niños, muy interesantes desde el punto de vista ornamental. Imágenes de San José, Santa Teresa y San Juan de la Cruz presiden el retablo mayor y los de los lados, respectivamente.
A un extremo y otro del brazo del transepto se sitúan sendos retablos, prácticamente idénticos, igualmente barrocos aunque más tardíos, destacando sus raros estípites. Están dedicados a la Virgen de las Angustias y a la Virgen del Carmen.
En todos los casos han sufrido grandes modificaciones con el paso del tiempo.


Retablo Mayor de la Iglesia
(foto: archivo propio)


Retablo de Nuestra Señora del Carmen. Nave del transepto.
(foto: archivo propio)


Imagen de Santa Teresa, que preside uno de los retablos laterales en la cabecera de la Iglesia
(foto: archivo propio)


Bibliografía:

- Angulo Íñiguez, Diego. Iglesia y Convento de Carmelitas de San José del Salvador, en Beas de Segura. Boletín de la Real Academia de la Historia, 1985.
- Revista Don Lope de Sosa. Años 1915 y 1922.
- Santa Teresa de Jesús. Libro de las Fundaciones.
- VVAA. Jaén, Pueblos y Ciudades. Jaén, 1997.

Enlace:

www.iaph.es (web del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico).

  

Rincón Literario. Francisco de Quevedo y la Sierra de Segura

Retrato de Don Francisco de Quevedo y Villegas. 
Copia realizada por Juan Van der Hammen del original pintado por Velázquez entre 1632 y 1634. 
 Fundación Instituto Valencia de Don Juan, Madrid.

Uno de los escritores y poetas españoles más importantes de todos los tiempos es, sin duda, Don Francisco de Quevedo y Villegas. Madrileño de nacimiento, es una de las figuras literarias más sobresalientes del llamado Siglo de Oro
Quevedo estuvo ligado en ciertos momentos de su vida a nuestra Sierra de Segura. El creador del Conceptismo visitó en alguna ocasión la villa de Segura de la Sierra en los frecuentísimos viajes, unos por placer, otros por obligado destierro, que realizaba a su señorío de La Torre de Juan Abad (Ciudad Real), remanso de paz y tranquilidad donde escribió muchas de sus obras en prosa y poesía. Él mismo hace referencia a ello en el romance titulado Itinerario de Madrid a su Torre, en el que describe el camino desde la corte a su señorío de La Torre, su Aldea, como él gustaba llamarla. En este romance dedica un fragmento, no carente de cierta ironía, aunque con cariño, a la villa de Segura de la Sierra. Después de salir de Toledo escribe el autor:

(...) Partí desde aquí derecho,
antes sospecho que zurdo,
a Segura de la Sierra
que es un corcovo del mundo.

Los vecinos deste pueblo
viven todo el año junto;
y un mes batido con otro
gozan a Diciembre en Junio.

Las viñas, para no helarse,
tienen los meses adustos;
a las cepas con cachera,
con tocadores los grumos.

Es gusto ver un castaño,
de medio de los diluvios,
con su fieltro y su gabán,
por Agosto muy ceñudo.

Un peral con sabañones,
cuando en Aranjuez maduros
recelando que los rapen
ya han puesto en cobro su futuro.
(...)

Itinerario de Madrid a su Torre (1631)

No eran del agrado del Señor Quevedo los rigores del clima segureño, desde luego. Pero, ¿qué le lleva a Quevedo hasta Segura en reiteradas ocasiones? Por un lado, está la condición de Segura de la Sierra como cabecera de la Encomienda de la Orden de Santiago en esta zona, Orden de Caballería a la cual pertenecía el literato y político desde 1618, siendo La Torre de Juan Abad uno de los pueblos pertenecientes a la misma, por lo que no es extraño que tuviera Quevedo que acudir a Segura para resolver ciertos asuntos relacionados con su señorío, como por ejemplo el pago de los censos que tenía el Colegio de Jesuitas de Segura. 
Pero la causa más poderosa de la presencia de Quevedo en Segura es, sin duda, la íntima amistad que le unía al noble y escritor Don Alonso Messía de Leyva, el cual se va a ocupar, con licencia del autor, de retocar algunos de sus escritos en más de una ocasión para que pasaran la pertinaz censura: "Habiendo vistos impresos en Aragón y en otras partes fuera del Reino, con nombre de don Francisco de Quevedo Villegas, estos discursos con tanto descuido y malicia que entre lo añadido y olvidado y errores de traslado y imprenta se desconocían de su autor, y más teniéndolos yo trasladados de su original, determiné, dándole cuenta, restituirlos limpiándolos del contagio de tanto descuidos (...) Don Francisco me ha permitido esta lima, y aseguro en su nombre que procura agradar a todos sin ofender a ninguno..." (Nota de Don Alonso Messía de Leyva en el Prólogo de la obra Juguetes de la niñez, de Francisco de Quevedo; Madrid, 1631).


Vista de Segura de la Sierra
(foto: archivo propio)

Messía de Leyva también ayudará económicamente a su amigo en la adquisición de la jurisdicción sobre La Torre de Juan Abad, que el Consejo de Castilla sacó a subasta en 1621, comprándola Messía para posteriormente venderla a su amigo. Quevedo no olvida este favor. En Marzo de 1626 asiste con su Majestad Felipe IV a las Cortes celebradas en Monzón (Huesca) y durante su estancia en esta villa culmina su obra Cuento de cuentos, que dedica a su amigo y testaferro Don Alonso Messía.
Durante sus estancias en la casa de Messía en Segura de la Sierra compuso otros poemas inspirados en la agreste naturaleza de esta Sierra, que fascina y sorprende a Quevedo.
Al elegante perfil del Yelmo, montaña emblemática de la Sierra de Segura, dedica Quevedo la siguiente silva:

El Yelmo de Segura de la Sierra (Monte muy alto al Austro)
 
O sea que olvidado, 
o incrédulo del caso sucedido, 
o mal escarmentado, 
¡Oh peñasco atrevido!, 
llevas a las estrellas frente osada 
de ceños y de carámbanos armada;

debajo de tí truena, 
que respeta tus cumbres el verano,
y allá en tus faldas suena 
lluvioso y tierno caño; 
y donde eres al cielo cama dura, 
das a Guadalquivir cuna en Segura.
    
Por de más alto vuelo
te codiciara el águila gloriosa,
pues arrimado al cielo,
lo que no pudo él, osa;
sobre Olimpo nos muestras por momentos
las determinaciones de los vientos.

Escondes a la vista
el Yelmo con que Júpiter Tronante,
armado en la conquista,
si no te vio triunfante,
te vio valiente y animoso, y vemos
que hoy le arriman escalas tus extremos.

Coronado de pinos,
el cerco blanco de la luna enramas,
y en los astros divinos,
que son etéreas llamas,
te enciendes por turbar antiguas paces,
y al cielo vecindad medrosa haces.

Son parto de tus peñas
Mundo y Guadalquivir, famosos ríos,
y luego los despeñas
por altos montes fríos,
de tan soberbios y ásperos lugares,
que parece que llueves los que pares.

Baja recién nacido
Guadalquivir, y llega tan cansado,
que le ve encanecido
en su niñez el prado,
con la espuma que hace y con la nieve,
por duros cerros resbalando leve.

Ceñido en breve orilla,
llega a tomar el cetro de los ríos,
y en cercando a Sevilla,
le coronan navíos;
por ser tan noble su primera fuente,
que es de los cielos alto descendiente.

Con pasos perezosos,
al mar camina, como va a la muerte,
y en senos procelosos
por tributo se vierte;
donde yace del golfo respetado
por lo que en él Belisa se ha mirado

O sea que olvidado
  (Las tres últimas Musas castellanas: 
segunda cumbre del Parnaso Español, 1626)


El Yelmo desde el castillo de Segura de la Sierra
(foto: archivo propio)


En otra composición, un soneto dedicado al Guadalquivir y a una de sus supuestas amantes y musas, Lisi, menciona a la Sierra de Segura:
 
Aquí en las altas Sierras de Segura,
que se mezclan zafir con el del cielo,
en cuna naces líquida de hielo
y bien con majestad en tanta altura.
   
Naces Guadalquivir, de frente pura,
donde tus cristales eleve el vuelo
se retuerce corriente por el suelo
después que se arrojó por peña dura.

Aquí el primer tributo en llanto envío
a tus raudales, porque a Lisi hermosa
mis lágrimas la ofrezcas con que creces;

mas temo, como a verla llegas río,
que olvide tu corriente poderosa
el aumento que arroyo me agradeces.

Aquí en las Altas Sierras de Segura 
(Parnaso Español, 1648)


Pero no acaba aquí la relación de Francisco de Quevedo con la Sierra de Segura. En los años comprendidos entre 1635 y 1645, Quevedo mantiene una abundante correspondencia (hasta 44 cartas) con su gran amigo Sancho de Sandoval, residente en Beas de Segura, en la que le expone sus preocupaciones sobre la marcha de los intereses de España. Pero estamos ante una correspondencia de carácter privado, por lo que además de su preocupación por los asuntos de la Corte, en este cuerpo epistolar Quevedo nos habla de su cotidianidad y su intimidad en la soledad de sus últimos años en su señorío de La Torre.
Sandoval pertenecía a una importante familia hidalga de Beas. Unas tías suyas, Catalina Godínez y María de Sandoval, hermanas, hicieron posible traer a la Santa de Ávila, Teresa de Jesús, para la fundación del Convento de Camrelitas Descalzas. Estaba casado con Leonor de Bedoya, a la que Quevedo llama "prima" en algunas cartas. Ello se debe a que el escritor, aunque nacido en Madrid, tenía parte de sus orígenes familiares en el Valle de Vejorís, Cantabria, cerca del Valle de Bedoya de donde era originaria la familia de la mujer de Sandoval.