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Ermitas y Santuarios de Jaén. El Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta de VILLANUEVA DEL ARZOBISPO


Exterior del Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta de Villanueva del Arzobispo
(foto: archivo propio)

Imagen de Nuestra Señora de la Fuensanta
(foto: archivo propio)

A las afueras de Villanueva del Arzobispo, una de las cuatro Villas de la comarca homónima, se encuentra uno de los santuarios marianos de mayor fervor, no sólo en la Provincia de Jaén, sino también en toda Andalucía. Nuestra Señora de la Fuensanta es el epicentro de la fe de una comarca entera, que la venera desde tiempos medievales y la hizo su patrona. Y la devoción que se le profesa es tan antigua, que hunde sus raíces más allá de la historia, en la leyenda...

¿CÓMO LLEGAR?

El Santuario se encuentra al Sureste del casco urbano de Villanueva del Arzobispo, en contacto prácticamente con las últimas casas del barrio de San Blas, en una bifurcación de carreteras que conducen, una al Pantano del Tranco y la otra a Cañada de la Madera y a la ermita de Jesús del Monte. Se puede acceder a él desde el propio pueblo o más cómodamente desde la N-322 en la salida Villanueva - El Tranco (punto kilométrico 190), tomando dirección Villanueva, a la izquierda. El Santuario se encuentra a unos 200 metros y se divisa perfectamente desde la Nacional.

LA LEYENDA DE LA APARICIÓN DE LA VIRGEN DE LA FUENSANTA 

Una tradición venerable y muy arraigada en la comarca cuenta que, en tiempos de la dominación musulmana, en Iznatoraf existía una comunidad mozárabe con una gran devoción hacia la Virgen María. La mujer del alcaide o reyezuelo, de natural compasivo, a espaldas de su marido frecuentaba a los cristianos y los socorría en sus desgracias, recibiendo de ellos explicaciones sobre la fe cristiana, quedando admirada de las glorias y excelencias de la Madre de Dios. Habiendo sido delatada a su esposo, con la acusación de haberse convertido al cristianismo, éste (llamado por la tradición el rey moro Alimenón) mandó que la llevaran a un bosque, a unos cuatro kilómetros de Iznatoraf, y que allí le cortaran las manos y le sacaran los ojos, condenándola a morir desangrada en aquella soledad.
Habiéndose ejecutado la sentencia, la mora invocó a Santa María quien, haciéndose presente en aquel lugar, hizo brotar una fuente, en la que la mora curó sus heridas, recuperando manos y ojos, y pudiendo contemplar a la Virgen. La Señora le mandó subir a Iznatoraf y presentarse a su marido, invitando a que ambos se bautizaran en la fuente y levantaran allí un templo en su honor.

Cuadro en el que se representa el milagro de la Virgen de la Fuensanta.
José Luis Nula, 1944. Sacristía del Santuario.
(foto: archivo propio)

UN POCO DE HISTORIA

Hasta aquí el origen ideal del Santuario. Lo cierto es que se desconoce cuándo se funda este templo, que en realidad tuvo la categoría de ermita hasta 1583 en que la ocupan los Carmelitas.
En las Cantigas de Santa María, dedicadas a la Virgen, y cuya autoría se atribuye en buena parte al monarca Alfonso X "El Sabio" en la segunda mitad del siglo XIII, se habla del "milagro de Chincoya", en el que se relata la intervención divina de la Señora a favor de los cristianos en el asedio que sufrían en el castillo de Chincoya por parte de los musulmanes. La mayoría de los expertos sitúa el castillo de Chincoya en las inmediaciones de Bélmez de la Moraleda -que es mencionada en la Cantiga-, junto al río Jandulilla, en la parte oriental de Sierra Mágina y al Sur de la actual Provincia de Jaén. Y es que el castillo no existe en la actualidad y el topónimo en esta zona se perdió. El problema es que no lejos de Villanueva del Arzobispo existen unas ruinas que se identifican con el nombre de Chincolla, pertenecientes a una estructura fortificada. Ello ha inducido a algunos a situar el milagro de la cantiga en esta otra ubicación y que la imagen de Nuestra Señora sería la de la Fuensanta, aunque realmente en la cantiga no se menciona advocación alguna y se dice, además, que dicha imagen estaba situada en la capilla del castillo, por lo que, si realmente se tratara de la Virgen de la Fuensanta, aún no dispondría de ermita o santuario.

Santuario de la Fuensanta. Al fondo a la derecha, sobre un cerro, la villa de Iznatoraf,
a la que perteneció Villanueva del Arzobispo hasta el año 1396.
(foto: archivo propio)

La primera noticia histórica y, por tanto, documentada, de la existencia de un templo dedicado a Nuestra Señora de la Fuensanta en Villanueva del Arzobispo la encontramos en tiempos más recientes de las fechas en que, supuestamente, se desarrollan ambas leyendas. El documento en cuestión es el testamento de una mujer, Juana González de Vico, fechado en 19 de Enero de 1436, y en el que se consignan 500 maravedís para la obra de Santa María de la Fuensanta. No se especifica nada más, lo cual nos conduce a dos hipótesis. O bien el templo, ya construido, se estaba reparando -quizás ampliando-, o bien se estaba construyendo por esas fechas.
Villanueva del Arzobispo alcanza su independencia como villa, segregándose de Iznatoraf en el año 1396 gracias a la intercesión del Arzobispo de Toledo Don Pedro Tenorio ante el rey Enrique III, pues esta zona pertenecía al Adelantamiento de Cazorla bajo jurisdicción de los prelados toledanos. Teniendo en cuenta este dato, es muy probable que el nuevo Concejo de Villanueva se embarcara en el proyecto de construcción de una ermita a las afueras de la población durante el primer tercio del siglo XV. Claro que, por otro lado, el edificio podría ser anterior pues, en diversos pleitos entre villa matriz y segregada durante la Edad Moderna, la primera esgrimía con frecuencia la posesión de la ermita frente a la segunda.
Una particularidad del santuario de la Fuensanta es que está construido adosado a una torre defensiva que, en opinión de los expertos, sería obra de finales de la Edad Media por algunos elementos que presenta, entre ellos un balcón amatacanado. No sabemos qué elemento es anterior, si ermita o torre, pero cabría la posibilidad de que se construyeran a la par, puesto que la mampostería exterior de ambas construcciones presentan similares características (tipo de piedra, tonalidad, formas...), incluyendo también en el conjunto la torre campanario, almenada de igual modo que la torre defensiva. La razón de ser de este elemento defensivo sería la protección de la ermita, y precisamente en fechas en torno a 1436 (año del citado testamento en el que se destina dinero para la obra de la ermita), se produce paralelamente la reactivación de las conquistas de los cristianos hacia el Sur, que en tierras de frontera cercanas a Villanueva suponen la toma de Bélmez (1317), Solera (1433) o Huelma (1438) en el pasillo del río Jandulilla hacia Granada. El ambiente de inestabilidad y el miedo a posibles incursiones nazaritas en represalia, pudo dar pie a la fortificación del templo conforme se construía.

Torre defensiva almenada en la cabecera del templo. A la derecha, el volumen anexo a la torre es el camarín, que se construye en el siglo XVII para alojar la imagen de la Virgen.
(foto: archivo propio)

Por toda la argumentación expuesta, es mu y probable que la ermita de la Fuensanta se edificara durante el primer tercio del siglo XV. Su disposición interior en tres naves y elementos constructivos como los arcos apuntados -propios del gótico-, columnas y capiteles hacen de ella un caso muy cercano a templos de similares características como la Encarnación de Castellar o Santa María del Collado de Santisteban del Puerto, ambas del siglo XIV. La Fuensanta tomaría seguramente el modelo de sendas construcciones unos años más tarde, a principios del XV.

Vista del interior del Santuario de la Fuensanta
(foto: archivo propio)

EL NACIMIENTO DE LA LEYENDA

Entonces, ¿cuándo se forja la famosa leyenda de la Virgen de la Fuente Santa?
El investigador villanovense Francisco Jesús Martínez Asensio ha lanzado recientemente una hipótesis tan interesante como polémica, pero muy plausible, que gira en torno a una carta que Andrés Jurado, en representación del Concejo de Villanueva, envía en 1577 al Cabildo de la Catedral de Jaén exponiendo los portentosos hechos que se están produciendo en la ermita de Nuestra Señora de la Fuensanta relacionados con milagrosas curaciones obradas por el agua que mana de la fuente "que de tiempo inmemorial llaman del Obispo". Es interesante esta última apreciación, puesto que el manantial junto a la ermita no se llamaba "fuente santa", denominación que tomará sin embargo en el siglo XVII precisamente a raíz de dichos acontecimientos.

Escudo de la Orden Trinitaria encima de la puerta de acceso a la Fuente Santa
(foto: archivo propio)

Fuente Santa
(foto: archivo propio)

La obra impresa más antigua en que se recoge la leyenda del milagro de la Virgen de la Fuensanta y la princesa mora data de 1590 y se titula "Aqui se contienen tres obras agora nuevamente compuestas en verso castellano", del Doctor Martínez, de Valencia. Versiones más detalladas nos las proporcionan Francisco de Rus Puerta y Fernando Alonso Escudero de la Torre ya en la centuria siguiente, el siglo XVII. Ateniéndose a estos datos, y habida cuenta de que no existe rastro documental de la leyenda antes de 1590, Martínez Asensio hipotetiza un nacimiento de la leyenda precisamente a raíz de los acontecimientos milagrosos que ocurren en la ermita en torno a 1577 y que documenta en su carta Andrés Jurado, siendo creada y fabulada literariamente por alguno de los autores anteriormente mencionados, especialmente Escudero de la Torre, que sitúa el milagro en el año 964, inventa el nombre de Alimenón y lo hace rey de Iznatoraf.

FAMILIAS RELIGIOSAS EN LA HISTORIA DEL SANTUARIO

Los milagros de la bendita agua de la fuente, que era capaz de curar enfermedades o dar la vista a los ciegos -como describe Jurado en la carta- atrajeron pronto la atención de los carmelitas descalzos que, no muchos años después, en 1583, se instalan aquí convirtiendo la ermita en monasterio. 
Varias familias religiosas se sucederán de aquí en adelante en los cuidados del santuario. De 1583 a 1599 estuvo ocupado por carmelitas descalzos. De 1611 a 1618 albergó una comunidad de monjes basilios. El día 8 de Diciembre de 1625 su Santidad el Papa Urbano VIII erige a la Fuensanta en abadía secular mediante bula.
En la segunda mitad del siglo XIX moraba en él una pequeña comunidad de ermitaños, que acabaron yéndose a Las Ermitas de Córdoba a la llegada de los trinitarios. El año 1879 vio la restauración de la Orden Trinitaria en España (que había desaparecido en 1835 por la Desamortización de Mendizábal), abriendo su primera comunidad en Alcázar de San Juan. A ella se incorporó, en 1882, un anciano sacerdote llamado Juan Herencia, que durante 21 años había sido cura de Iznatoraf. Religioso trinitario exclaustrado, al saber que su Orden había vuelto a constituírse en España, abandonó Iznatoraf para volver a vestir el hábito tricolor. Viendo cómo la comunidad trinitaria de Alcázar crecía rápidamente, llegando a contar con cuarenta religiosos, y pensando éstos en abrir una segunda fundación, el Padre Herencia sugirió que podría ser en el Santuario de la Fuensanta de Villanueva del Arzobispo. Gracias a Don Tomás Millán Bueno, rico hacendado villanovense y muy devoto de su Patrona, la idea se pudo llevar a efecto. Efectivamente, éste hizo a sus expensas un convento junto al Santuario, de nueva planta, del que tomaron posesión los trinitarios el 29 de septiembre de 1884, quedando como primer presidente de la comunidad el Padre Mariano de San José. El 13 de abril de 1885, el convento de la Fuensanta fue declarado por los superiores mayores de la Orden como colegio mayor de filósofos y teólogos. Así, a los pocos meses de abrir esta nueva fundación, la comunidad villanovense quedó constituida por 24 miembros, entre padres, estudiantes, hermanos y donados. La actividad de los religiosos en Villanueva estuvo encaminada, desde el principio, al cuidado del culto de la Virgen y a la propagación de su antiquísima cofradía, cuidando también de la instrucción de los niños de las familias campesinas y del ministerio sacerdotal en el Santuario, en Villanueva y lugares comarcanos, destacando especialmente la labor del Padre Juan de Santa Teresa en las apartadas cortijadas de la Sierra de las Villas, razón por la que se le apodó el "Apóstol de la Sierra".
El ambiente anticlerical de la II República provocó que, hasta en dos ocasiones -1931 y 1936-, tuviera que suspenderse por disturbios acaecidos en Villanueva la ceremonia en la que había de ser coronada canónicamente la imagen de la Virgen de la Fuensanta. Tras el estallido de la guerra civil, el Santuario fue profanado, quemadas sus imágenes -entre ellas la de la patrona- y parte de su patrimonio artístico, así como el archivo y la biblioteca del convento. Se salvaron los retablos, el armonio y las bellas pinturas barrocas del camarín. Cinco frailes formaban la comunidad trinitaria a finales de Julio del 36, de los cuales dos murieron martirizados.

EL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA FUENSANTA
  
El templo tiene una orientación NE-SO. Es de planta rectangular dividida en tres naves separadas por arcos formeros apuntados de estilo gótico que apean sobre recias columnas dóricas rematadas por sencillos capiteles. Las tres naves rematan a similar altura y se cubren con bóvedas de medio cañón, con lunetos la central, siendo también la única que presenta decoración en yesería de tipo geométrico y vegetal. Esta cubierta no es la original, que pudo ser de madera, en par hilera -al modo de los casos de Castellar y Santisteban mencionados anteriormente-, dado que el tejado es a dos aguas. Las nuevas bóvedas son barrocas, posiblemente del siglo XVIII, momento en que el santuario debió sufrir profundas reformas en su interior que le confirieron un aspecto de regusto rococó -muy lejano por tanto al original- para lo cual se enmascararon incluso los arcos apuntados, transformándolos en medio punto, y las columnas y capiteles que los sostienen. Dichos elementos constructivos no volvieron a ver la luz de nuevo hasta las reformas acometidas tras la guerra civil española.

Aspecto que presenta el interior del templo en la actualidad
(foto: archivo propio)

Vista de la nave principal en una fotografía de 1911.
Se aprecia claramente el recubrimiento en yesería que había sufrido el templo en su interior, enmascarando los arcos apuntados y convirtiendo las columnas en pilares.
(foto: portfolio fotográfico de España)

Embutidos en los muros laterales observamos arcos de medio punto que alojan ventanales y que apoyan sobre pilastras también dóricas. Estos muros laterales eran más bajos puesto que las cubiertas en las naves laterales debieron ser inclinadas. En reformas posteriores se recrecieron para equiparar las naves laterales a la altura de la principal. Ello se aprecia en la mampostería exterior, de tonalidad más clara en la franja superior del paramento.
Un arco toral apuntado da acceso al presbiterio o capilla mayor alojado en la planta baja de la torre defensiva bajomedieval, con bóveda gótica y preciosa decoración de azulejería mudéjar medieval en el zócalo. El retablo mayor data del siglo XVII, obra barroca sobredorada, a través de cuya hornacina central se comunica con un camarín, también barroco, de magníficas pinturas y profusa decoración, en el que se venera la imagen de la Virgen de la Fuensanta.
El camarín es un espacio de planta cuadrada cubierto con cúpula sobre pechinas, que fue construido adherido al muro Este de la torre defensiva. Tiene su acceso por la sacristía situada junto al presbiterio, en el lado de la Epístola.
A los pies se sitúa el coro en alto.

Presbiterio y retablo mayor
(foto: archivo propio)

Vista de la cúpula del camarín
(foto: archivo propio)

Pintura de los Desposorios de la Virgen María y San José en el camarín
(foto: archivo propio) 

En el exterior, de mampostería, destacan los volúmenes de la torre defensiva, en la cabecera, y la torre campanario, a los pies, lado del Evangelio. Esta última, muy estilizada, posee dos cuerpos. El primero, macizo, de mayor longitud, posee minúsculos vanos para iluminación de la escalera interior. En el cuerpo superior se abren amplios vanos de medio punto para campanas en tres de sus lados, excepto en el meridional.
La portada principal se encuentra en la fachada septentrional, lado del Evangelio. La puerta presenta arco carpanel con un ligero abocinamiento y se remata con arco conopial, quedando enmarcada por delgados baquetones. En el segundo cuerpo aparece una hornacina con la imagen contemporánea de la Virgen de la Fuensanta en piedra. Flanquean la portada ventanales que repiten el mismo esquema de la puerta -arco carpanel y moldura conopial-, cuatro a la derecha y tres a la izquierda.
Existe otro acceso en los pies, sencillo, con arco de medio punto sobre impostas y jambas lisas, que comunica con un zaguán previo que en realidad forma parte del convento trinitario que se construyó anexo al santuario en el último tercio del siglo XIX. La crujía occidental del convento se incrustó en esta zona de los pies del templo, suprimiendo la portada original, hoy desaparecida, y parte del rosetón, que aún es visible en parte si observamos la fachada a cierta distancia.
Unos metros más abajo, otra puerta da acceso a la Fuente Santa, un pequeño manantial precedido de doble arcada sobre una columna corintia.
Junto a este acceso existe una estatua de San Juan de la Cruz en actitud orante, inaugurada el 1 de Septiembre de 2012, y que conmemora el paso del místico por Villanueva y este santuario en 1573 para visitar a la Virgen de la Fuensanta.


Portada principal en la fachada septentrional
(foto: archivo propio)


Estatua conmemorativa de San Juan de la Cruz
(foto: archivo propio)





Bibliografía:

- Aliaga Asensio, Pedro. "Mártires Trinitarios del Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta". Sevilla, 2007.
- Martínez Asensio, Francisco Jesús. "Villanueva del Arzobispo y sus ermitas". BIEG, nº 205. Jaén, 2012.
- VVAA. Jaén, Pueblos y Ciudades. Jaén, 1997.




Ermitas y Santuarios de Jaén. Santuario de Nuestra Señora de la Estrella y Torre medieval. NAVAS DE SAN JUAN



Vista general del Santuario de Nuestra Señora de la Estrella en Navas de San Juan.
A la izquierda, torre medieval del antiguo castillo que hace las veces de camarín de la Virgen.
(foto: archivo propio)

Nuestra Señora de la Estrella, patrona de Navas de San Juan
(foto: archivo propio)

Navas de San Juan es la villa más populosa de la comarca del Condado, al Norte de la Provincia de Jaén, casi rozando ya con las estribaciones de la Sierra Morena. Junto a la estrecha carretera que une Úbeda con Navas de San Juan (JV-6004), al Sur de ésta última y a escasos 5 kilómetros de su casco urbano se encuentra uno de los santuarios que más devoción concentra en esta mariana tierra de Jaén. Y es que el amor que los naveros profesan por su patrona, la Virgen de la Estrella, es grande y antiguo.


UN POCO DE HISTORIA

La ermita se sitúa en un llano, el Llano de la Estrella, como se le conoce popularmente, por el que discurre un minúsculo arroyuelo también con el nombre de Estrella. Había aquí un pequeño castillo cristiano, posiblemente edificado entre la segunda mitad del siglo XIII y la primera mitad del XIV, del cual aún se conserva la torre del homenaje, que fue reutilizada como camarín de la ermita que se construyó más tarde, en el siglo XVI.
Según la leyenda, la Virgen fue encontrada por un labriego de nombre Juan, al parecer el mismo año en que las tropas cristianas toman estas tierras de Navas de San Juan, hecho que ocurre en torno a 1226. Tras un breve periodo en el que perteneció al concejo de Úbeda, el lugar de Las Navas será adscrito en 1285 a la villa de Santisteban del Puerto en calidad de aldea.    
Un documento de 1384 revela que "...en la Iglesia de Sancta María de la Estrella, término de Sant Estevan del Puerto se ayuntaron para departir los términos de la çibdat de Úbeda y de la dicha villa de Sant Estevan del Puerto...". Se deduce de lo cual que, si bien el santuario aún no había sido construido, alguna dependencia del castillo se había habilitado ya para estas fechas como casa de oración para la Virgen, presumiblemente el mismo torreón que hoy hace las veces de camarín.
A principios del siglo XVI, concretamente en el año 1502, se funda la Cofradía de Nuestra Señora de la Estrella, y en esta misma centuria se edifica el santuario. Es muy probable que se reutilizaran las mismas piedras del castillo, desmantelando éste para tal fin, y dejando sólo la torre del homenaje.
En 1892, ante el mal estado que presentaba el edificio, se inician los trabajos para su remodelación.


LA TORRE

Existió en esta explanada un castillo rural de pequeñas dimensiones, construido tiempo después de la conquista de estas tierras por Fernando III, ocupando ya una cómoda posición de retaguardia tras las plazas fuertes de Úbeda y Baeza. Subsiste del mismo únicamente esta torre, de planta cuadrada de 6,20 m. de lado y hecha de mampostería a hiladas regulares. Para su adecuación como camarín de la Virgen se cegaron vanos y saeteras antiguos y se abrieron dos ventanales de mayores dimensiones, uno en el lado Norte y otro en el lado Sur, para que aportaran luz al interior. Por otra parte, se suprimió el almenado de la terraza, colocando una cubierta a cuatro aguas con teja árabe.

Torre medieval del antiguo castillo del Llano de la Estrella, actual camarín de la Virgen
(foto: archivo propio)


EL SANTUARIO

El edificio, con ligera orientación NE-SO, tiene planta de salón, dividida en tres amplias naves separadas por arcos formeros de medio punto que apoyan sobre altos pilares de sección cuadrada con las esquinas achaflanadas. Se cubre con un artesonado en madera, de factura reciente (1999), que sustituye al original mudéjar que se hundió en el siglo XVIII. La cubierta al exterior es a dos aguas. A los pies se sitúa un pequeño coro. En la cabecera, un gran arco de medio punto abierto en el retablo mayor comunica el presbiterio con el camarín, ya en el interior de la torre medieval citada, cubierto con bóveda de media naranja sobre pechinas. Las pinturas al fresco que decoran el camarín son obra del artista malagueño Francisco Palma Burgos.

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Diversos aspectos del interior del santuario
(fotografías: archivo propio)

El exterior es muy sobrio, a base de mampostería. La fachada principal se sitúa en el lado Norte, lado del Evangelio. De forma apaisada, presenta cuatro grandes vanos de medio punto en la zona superior, perfectamente ordenados, mientras que la portada queda ligeramente descentrada. También ésta resulta sencilla, compuesta por arco de medio punto sobre impostas y jambas lisas de cantería. La fachada opuesta, en el lado Sur, reproduce el mismo esquema.
Existen dos espadañas. La más antigua, de 1781, se encuentra a nivel de suelo, sobre un podio de tres escalones en piedra, y tiene un curioso arco trilobulado y una pequeña campana. La principal corona la fachada Norte, está encalada y es de estilo sevillano, con un sólo vano para campana y jarrones decorando el conjunto. Data de los años cincuenta del siglo XX.
En la parte de la cabecera del templo, anexas al mismo y a la torre medieval se encuentran dos dependencias, una a cada lado de esta última. Se trata de la sacristía y de la casa de Hermandad, antigua casa del santero, que era nombrado por el Obispado de Jaén a propuesta de la Cofradía.
Más reciente en el tiempo es una pequeña edificación porticada adosada a los pies de la ermita, en el lado Oeste. Cumple la función de tienda de regalos y "estadales", típicas cintas bordadas a mano por mujeres del pueblo que se subastan en la romería.
El conjunto de torreón medieval y santuario fue declarado Bien de Interés Cultural con fecha 29 de Junio de 1985.
 
Pequeña espadaña adosada al templo que data de 1781, y cuyo "campanillo" es costumbre tocar por todo aquel devoto que se acerque al santuario a ver a la Virgen
(foto: archivo propio)

Torre medieval y casa de Hermandad
(foto: archivo propio)

LA ROMERÍA

En la amplia explanada que preside la ermita se dan cita los naveros cada primero de Mayo para celebrar una de las romerías más antiguas y multitudinarias de la Provincia de Jaén, sólo superada en número de peregrinos por la romería de la Virgen de la Cabeza en Andújar. Alrededor de 30.000 personas acuden cada año a la llamada de la Virgen de la Estrella, pues la devoción por la patrona de Navas de San Juan traspasa con mucho los límites municipales. Por ello, la romería fue declarada de Interés Turístico en el año 1984.
La imagen de la Virgen es procesionada en los aledaños de su santuario durante los dos días que dura la romería. Todo el Llano de la Estrella es un hervidero de gente que, en los tradicionales "hatos" o casetas, come y bebe, canta y baila en honor de Nuestra Señora. Es típico entonar los "mayos", cánticos dedicados a la Virgen al compás que marca la banda de música. Al atardecer del día 3 de Mayo la imagen es llevada al pueblo a hombros de sus devotos, donde permanecerá hasta el primer sábado de Septiembre, cuando es devuelta de nuevo a su ermita. 

Primer plano del rostro de Nuestra Señora de la Estrella, patrona de Navas de San Juan
(foto: archivo propio)



Bibliografía:


-Eslava Galán, Juan. Castillos y Atalayas del Reino de Jaén. 1990.
- VVAA. Jaén, Pueblos y Ciudades. Jaén, 1997.




El Camarín del Cristo del Llano de BAÑOS DE LA ENCINA



Vista del interior del Camarín. En primer término, Cristo del Llano, titular de la Ermita. 
Baños de la Encina.
(foto: archivo propio)

Fachada principal de la Ermita del Cristo del Llano. Baños de la Encina
(foto: archivo propio)

Baños de la Encina es una de las primeras sorpresas monumentales que el viajero procedente de fuera de Andalucía se encuentra al pasar Despeñaperros y entrar en la Provincia de Jaén. A 6 km. de la carretera A-4 Madrid-Cádiz, en un desvío a la derecha que hay que tomar antes de llegar a Bailén, se encuentra esta encantadora villa que fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1969. La triada patrimonial por excelencia en Baños de la Encina la conforman su magnífico Castillo de época islámica califal, la Iglesia parroquial de San Mateo, cuyo origen se remonta al siglo XV, y la que posiblemente sea la ermita de mayor riqueza patrimonial de la provincia: la Ermita del Cristo del Llano. Tanto es así que habrá que "despiezarla" en varios artículos. En éste concretamente trataremos la "joya de la corona" de este edificio: el Camarín rococó, que alberga la imagen del titular de la ermita, Santo Cristo del Llano, que es a su vez patrón de Baños de la Encina.

UN POCO DE HISTORIA
 
La ermita es una edificación barroca, de finales del siglo XVII, levantada en la zona alta de la población a instancias del canónigo natural de Baños Don Pedro García Delgado.
En 1744 se le adosa un soberbio Camarín, cuya autoría se atribuye a Francisco Javier de Pedrajas, escultor natural de Priego de Córdoba, o a su seguidor Remigio del Mármol, discípulo del anterior nacido en Alcalá la Real. Ambos pertenecen a la llamada escuela barroca de Priego.
Las yeserías del Camarín fueron restauradas por el escultor jiennense Damián Rodríguez Callejón en 1968. Su última restauración ha tenido lugar entre los años 2007-2011. El conjunto del Camarín, con la Ermita y la propia imagen del Cristo del Llano, talla anónima de la segunda mitad del siglo XX, fue declarado en 31 de Marzo de 2009 Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento con la consecuente inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico.

EL CAMARÍN
 
Tipológicamente el Camarín responde al esquema de torre en el exterior mientras que internamente adopta planta prismática. Se accede a él mediante una escalera de dos tramos que parte de la propia sacristía, situada en el lado de la Epístola o lado derecho del templo. El espacio que alberga dicha escalera se cubre con cuatro bovedillas que apoyan en un pilar central, tres de arista y una cuarta ligeramente mayor y polilobulada, en la que ya se puede apreciar la típica decoración que apreciaremos en el interior del Camarín. La puerta de acceso es la original del siglo XVIII, de tipo neomudéjar, labrada en madera con motivos geométricos y pequeños espejos incrustados.
El arranque de esta magnífica obra parte de un pequeño zócalo quebrado del que se elevan complejos estípites corintios que estructuran el primer tramo, aunque éstos han perdido toda función de soporte. Hornacinas vacías se sitúan en las esquinas de este primer cuerpo. Una cornisa de separación también quebrada da paso al arranque de las trompas sobre las cuales descansa la impresionante bóveda gallonada o polilobulada. En ella, los radios se tornan estípites que dan paso a una segunda cupulilla superior. Alberga una prismática y abundante ornamentación de yeserías policromadas a modo de mocárabes, mientras que bustos de santos y santas decoran la base mixtilinea: la Virgen María, San José, San Juan Bautista, Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, y las figuras de las Tres Personas de la Santísima Trinidad.
Los paramentos de este espacio, al igual que la cúpula, ofrecen un rico repertorio decorativo de delirante fantasía. Se trata de un artificioso escenario de yesos dorados y policromados que adoptan multitud de formas: rocallas, grutescos, mascarones, veneras, pedestales..., todo ello junto a un imaginario de elementos del reino natural entre los que se definen motivos florales y frutales y aves de exótica rareza, amén de una maraña de ángeles músicos, querubines, putti y otras formas alegóricas; reflejado todo por los espejos incrustados en las trompas que, a modo de gemas, intensifican los efectos ópticos del abigarrado pabellón.
Esta composición de estucos recrea asimismo un interesante programa iconográfico de carácter hagiográfico, apareciendo sobre bellas peanas y sobrepuestos San Juan y San Pedro en el lado norte a espaldas del Crucificado, Santiago el Mayor como peregrino y San Bartolomé sobre la puerta y San Andrés y San Mateo frente a ella. San Pablo está colocado sobre el arco que comunica el camarín con el retablo.

El tratamiento de los yesos adquiere mayor calidad en las zonas altas, pudiéndose contemplar el dorado original así como los estofados en los ropajes y la delicadeza de las carnaciones o la propia maestría en la modelación de las figuras.

Aportan luz al conjunto un ventanal rectangular situado en el lado Norte y un par de óculos abocinados situados debajo de la cúpula en ese mismo lado, óculos que se repiten, ya ciegos, en los dos paramentos laterales. El Camarín tiene comunicación con la nave del templo a través de un gran hueco de arco de medio punto practicado en la calle central del retablo mayor. Así, esta apertura en balcón, como si de un trasparente se tratara, muestra el interior del Camarín desde la Iglesia en un excelente efecto de teatralidad e ilusionismo barrocos. 
Toda una puesta en escena, como se ha podido comprobar, cuyo objetivo era estimular la piedad de los fieles, que debían quedar sobrecogidos ante la saturación casi orgiástica de formas, colores y luces, efectos visuales que desde luego hoy en día siguen impactando a cualquiera que se acerque a contemplar esta maravilla del barroco andaluz.


Escalera de acceso al Camarín desde la sacristía
(foto: archivo propio)

Puerta en madera que da acceso al Camarín
(foto: archivo propio)

Cúpula del Camarín
(foto: archivo propio)

Hornacina en un ángulo del Camarín, flanqueada de estípites
(foto: archivo propio)

Apóstol Santiago (arriba) y San Bartolomé (abajo)
(foto: archivo propio)

Detalle de un ave exótica
(foto: archivo propio)


Vista del Camarín a través del arco de medio punto situado en el centro del retablo mayor
(foto: archivo propio)


Bibliografía:

- VVAA. Guía Artística de Jaén y su Provincia. Sevilla, 2005.
- VVAA. Jaén, Pueblos y Ciudades. Jaén, 1998.
- Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.


Ermitas y Santuarios de Jaén. La Ermita de la Inmaculada Concepción de MANCHA REAL


Ermita de la Inmaculada Concepción de Mancha Real
(foto: archivo propio)

UN POCO DE HISTORIA

De las muchas ermitas que tuvo Mancha Real en otros tiempos, San Sebastián, San Francisco, la Encarnación, San Marcos y la Inmaculada, hoy sólo quedan en pie las dos últimas.
En la encrucijada del camino de Jaén a Baeza con el camino Real que conducía a Granada a través del Puerto y Pegalajar, existió un humilladero llamado de la Concepción, situado extramuros de la villa. Existe la creencia, reforazada por una inscripción en la fachada de la ermita, que afirma que la misma fue construida por orden de los Reyes Católicos cuando pasaron por aquí con dirección a Granada. Pero esta teoría hay que desecharla por varios motivos. En primer lugar, es poco probable que los Reyes Católicos fundaran una ermita en mitad de la nada, pues Mancha Real aún ni existía en esa época (la villa es fundada en 1537, siendo Carlos I rey de España). Por otro lado, los Reyes Católicos hacen una parada en Úbeda en 1489, antes del inicio de la campaña de la toma de Baza (Granada), y parece lógico que tomaran la ruta del pasillo del Guadiana Menor que accede más directamente a aquella zona del nordeste granadino. En cualquier caso, la factura del edificio nos habla de una época posterior, posiblemente de mediados del siglo XVII.
En las actas del Concejo de la villa correspondientes al siglo XVI se habla de la existencia del mencionado Humilladero de la Concepción. Un humilladero es una cruz o imagen que se colocaba en los límites del término de villas y lugares o a la entrada de las mismas con objeto de que las gentes se detuvieran allí a rezar, de ahí su nombre. En el acta municipal de 17 de Enero de 1563, el concejo de Mancha Real ve la necesidad urgente de arreglar la Calle Maestra, principal de la villa, por el mal estado que presentaba especialmente en invierno, dificultando el tránsito de personas y bestias y "...la procesión al omylladero desta villa ques en la fiesta de la limpia concepción de nª Señora no puede pasar...". Es interesante el dato aportado, pues se habla ya en época temprana de una procesión el día de la Inmaculada por las calles de Mancha Real. Los humilladeros tenían con frecuencia una cubierta para proteger la cruz o imagen en cuestión, a veces una capilla. Si bien en el documento de 1563 no se habla de ermita, sí es posible que hubiera algún tipo de estructura más sencilla en donde colocar una imagen. Este argumento se refuerza por otro documento de 1597, el de los estatutos de la Cofradía de Nazarenos de Santa Elena y Nuestro Padre Jesús Nazareno, en los que se dice que la procesión tenía que hacer estación de penitencia en determinados lugares: Parroquia, ermita de San Sebastián, ermita de San Marcos, iglesia del convento de los Padres Carmelitas y Humilladero de la Concepción. Ello nos hace sospechar que en este lugar se albergaba una imagen de la Inmaculada ante la cual se hacía la estación de penitencia.
Pero para ver reflejado el término "ermita" propiamente dicho en algún documento, nos tenemos que situar a mediados del siglo XVII. En el testamento de Doña Inés de Aranda, que lleva fecha de 1652, ésta deja la cantidad de 10.000 maravedís para la construcción de la Capilla de la Virgen del Rosario que se estaba haciendo por entonces en la Parroquia de San Juan Evangelista de Mancha Real, pero con la obligación de que "se diga misa cantada perpetua a la Concepción de Nuestra Señora que se venera en su ermita". De lo que se deduce que mediada la centuria, la ermita de la Concepción ya estaba construida.
Las referencias tanto a la ermita como a la imagen se hacen más frecuentes a partir de principios del siglo XVIII. En el acta del Concejo de 1 de Marzo de 1706 se acuerda realizar procesión extraordinaria desde su santuario a la Parroquia y fiesta solemne a Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción "...para que Dios Nuestro Señor de feliz viaje a Su Majestad y victoria a sus católicas armas contra sus enemigos" (se refiere a Felipe de Anjou de la casa Borbón, que reinaría como Felipe V, enfrentado por el trono español en la Guerra de Sucesión Española al Archiduque Carlos de Austria). En el acta de 13 de Enero de 1737 se acuerda realizar procesión y misas extraordinarias en rogativa por la pertinaz sequía y la mala situación del campo. En Agosto de 1758 se hace lo propio, en esta ocasión en rogativa para el exterminio de la langosta que asolaba los campos manchegos. En Julio de 1762, la Villa acordó "que el día del Señor Santiago Apóstol, Patrón de España, se traiga en procesión a la Santísima Virgen María de la Purísima Concepción de la ermita a la Iglesia Parroquial desta villa y como Patrona y Abogada se haga una fiesta con sermón".
En 1795, siendo administrador de la ermita el presbítero Luis de Ochoa, se acometen unas obras de reparación que afectan al camarín y a la casa del ermitaño. En un documento de este año se hace una curiosa relación de los bienes de la ermita: un olivar, dos hazas y algunas ovejas, donaciones de particulares devotos de la Inmaculada.
La última restauración se acomete en 1981. Unos años más tarde, en 1987, la ermita se incluye en la demarcación de la Parroquia de la Encarnación, que había sido construida en 1973 aunque no comenzó su andadura independiente de la Parroquia de San Juan Evangelista hasta 1985.


Fachada principal de la ermita
(foto: archivo propio)


Imagen de la Inmaculada Concepción
(foto: archivo propio)



LA ERMITA DE LA INMACULADA
 
El edificio es de pequeñas dimensiones, de planta rectangular, cubierta con bóveda rebajada y tejado a dos aguas, reforzando los gruesos muros contrafuertes exteriores. Está construida en sillares de piedra regularmente dispuestos en las esquinas, mientras el resto permanece encalado. El aspecto exterior se completa con una sencilla portada a los pies, de arco de medio punto en ladrillo, y una espadaña también del mismo material. La casa del ermitaño se encuentra adosada en el lateral, en el lado de la Epístola, y tras su rehabilitación hace unos años es casa parroquial donde habita el párroco de La Encarnación. 
El interior es de una sóla nave, con testero plano y pequeño coro a los pies y en alto. En el presbiterio, un amplio ventanal de arco de medio punto a modo de retablo comunica con el camarín, de planta cuadrada, cubierto con bóveda semiesférica sobre pechinas ricamente decorada con pinturas de angelotes y temática vegetal. Este camarín fue restaurado en Mayo de 1916. 
La imagen de la Señora que alberga es de talla completa, en madera policromada, de dulce rostro, con la iconografía típica de las Inmaculadas del XVII que estableciera el imaginero Alonso Cano con su famosa Inmaculada del Facistol de la Catedral de Granada, con la que ésta guarda muchas semejanzas. No obstante, la Inmaculada que hoy contemplamos es posterior a la Guerra Civil y sustituye a la anterior desaparecida.



Vista del interior. Al fondo, camarín de la Inmaculada 
(foto: archivo propio)


Imagen de la Inmaculada Concepción en su camarín
(foto: archivo propio)


Bóveda del camarín de la Inmaculada
(foto: archivo propio)

Procesión de la Inmaculada por las calles de Mancha Real
(foto: archivo propio)


La Inmaculada Concepción entrando en la ermita el día de su procesión
(foto: archivo propio)



La ermita de la Inmaculada Concepción de Mancha Real en un día de nieve
(foto: archivo propio)


Bibliografía:

- Jiménez Cobo, Martín. Mancha Real, Historia y Tradición. 1983.
- Troyano Viedma, José Manuel. Mancha Real. En Revista Sumuntán. Nº 5, 1995.



Ermitas y Santuarios de Jaén. La Ermita de San Roque de SILES


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Diversas vistas exteriores de la Ermita de San Roque de Siles
(foto: archivo propio)

Imagen de San Roque, patrón de Siles
(foto: archivo propio)

Fue Siles un importante emplazamiento fortificado en la Edad Media, clave en las guerras de frontera contra los vecinos nazaríes del reino de Granada. Poco queda hoy de aquella muralla que protegía a la población y que fue curiosamente costeada por los propios vecinos. Pero el enemigo no siempre se presenta en forma humana y, siglos más tarde, los sileños tuvieron que buscar la protección divina para librarse de los estragos de la epidemia de la peste. Y obtuvieron respuesta favorable, encomendándose a San Roque, cuya celebración tiene lugar el día 16 de Agosto. Y en agradecimiento se edificó una ermita en el siglo XVIII a las afueras de la población.  Aunque bien es cierto que el pueblo, muy devoto de su patrón, tanto ha querido acercarse a él que las casas llegan ya hasta la misma ermita.
Se trata de un edificio sencillo, diría que muy serrano -como el propio pueblo donde se ubica-, por su construcción, y por un precioso artesonado de madera de pino que cubre la única nave del templo y que le confiere ese encantador aire rural. El presbiterio, separado de la nave por arco toral de medio punto, se cubre con bóveda semiesférica sobre pechinas. Aquí se encuentra, en el testero frontal, el retablo de San Roque, en ladrillo visto, de reciente construcción. Fue inaugurado concretamente el 20 de Junio del año 2009 y costeado por la familia Cervera-Vélez. San Roque ocupa la hornacina central, y flanqueándolo, San Antón y San Antonio de Padua.

Interior de la Ermita de San Roque. Nave del templo. 
A la izquierda, retablo de San Isidro Labrador
(foto: archivo propio)


Artesonado de madera de pino de la Ermita de San Roque de Siles
(foto: archivo propio)


Bóveda semiesférica del Presbiterio y Retablo de San Roque
(foto: archivo propio)


Vista del interior de la Ermita de San Roque desde el Presbiterio
(foto: archivo propio)

Exteriormente presenta mampostería revocada y sillares regulares en las esquinas, dos portadas de sencillos arcos de medio punto, una a los pies, precedida de un amplio cobertizo, y otra en el lado de la Epístola, y una pequeña espadaña con campana. Un agradable parquecillo se sitúa junto a la ermita.

Portada del lado de la Epístola
(foto: archivo propio) 


Portada de los pies de la Ermita y cobertizo en madera de pino
(foto: archivo propio)


Espadaña de la Ermita de San Roque
(foto: archivo propio)


Parque junto a la Ermita
(foto: archivo propio)
 
En esta ermita se custodian las calderas de cobre en las que cada 16 de Agosto, festividad del patrón de Siles, se cocina la carne de las reses que han participado en los típicos encierros, repartiéndose en caridad seguidamente entre los asistentes. Se trata de un rito medieval, y uno de los festejos tradicionales de mayor interés antropológico de la Provincia de Jaén.
La caldera antigua databa del año 1576, realizada por un tal Sesarino, de origen napolitano. Un descendiente de éste, llamado así también, la sustituyó por otra en 1853, que actualmente se conserva, aunque de nuevo fue sustituida en 1992 por otra de mayores dimensiones, y costeada por los vecinos de la localidad.

Calderas de San Roque, hechas de cobre, expuestas en el interior de la Ermita
(foto: archivo propio)


Estandarte antiguo bordado con la imagen de San Roque en el centro
(foto: archivo propio)

Cuadro del Ecce Homo en el Presbiterio de la Ermita de San Roque
(foto: archivo propio)

Antigua pila de agua bendita en piedra
(foto: archivo propio)