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Del Jaén perdido... "Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum". Cristo de la Vera-Cruz de TORRES

La Cofradía de la Vera-Cruz de Torres fue de las primeras en constituirse bajo esta advocación en tierras de Jaén, posiblemente en la primera mitad del siglo XVI, pues ya existía esta Cofradía, titulada de la "Santa Vera-Cruz y Benditas Ánimas del Purgatorio", en el año 1554, cuando sus hermanos deciden encargar una talla de Crucificado al escultor Juan de Reolid. Se trata de la primera Cofradía de penitencia fundada en Torres y tenía su sede canónica en la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, en la que disponía de capilla y altar propios en donde quedaron instalados el Cristo de la Vera-Cruz y Nuestra Señora de la Soledad. Se regía la Cofradía por estatutos aprobados en 1700 y posteriormente en 1881. El siglo XVIII será el de mayor auge de la cofradía, pues poseía entonces gran cantidad de tierras y hasta siete casas en la población. La procesión principal tenía lugar el Viernes Santo, aunque había otras tres fechas en el calendario en que se celebraban misas mayores para rendir culto a Jesús Crucificado y a las Ánimas del Purgatorio: 3 de Mayo, 16 de Julio y 14 de Septiembre.
La tradición oral, muy rica en Torres, nos habla de la milagrosa aparición de este Crucificado. Con ciertas similitudes con la leyenda de Nuestro Padre Jesús Nazareno "El Abuelo" de Jaén, la historia hace referencia a un par de forasteros que llegan a Torres y buscan alojamiento, ofreciéndole cobijo un matrimonio de ancianos que vivía en el viejo molino aceitero de la localidad. Los forasteros, que decían ser artistas, se encerraron en su habitación y no salían ni para cubrir sus necesidades de alimento, lo que suscitó la curiosidad de los caseros que, pasados los días, llamaron a la puerta para preguntar qué sucedía. Cuál fue la sorpresa de los ancianos al no encontrar rastro alguno de los dos hombres en la habitación, en cuyo centro y sin apoyo alguno se mantenía erguida una hermosa cruz de madera con una bellísima talla de Jesucristo crucificado en tamaño natural. La imagen fue trasladada a la Parroquia en multitudinaria procesión y su advocación fue desde entonces la de Cristo de la Vera-Cruz. No obstante, en un determinado momento, y a consecuencia de otro hecho milagroso, la imagen también será conocida con el popular nombre de "Cristo de los Jornaleros", denominación que pervive actualmente. Ello se debió a la arraigada costumbre entre los torreños de acudir al Cristo de la Vera-Cruz para pedir por sus necesidades, especialmente la lluvia en épocas de sequía. En una de estas graves coyunturas para el campo torreño, un grupo de jornaleros recaudó dinero para sacar en procesión al Cristo y elevar de esta manera una rogativa pública para pedir la tan ansiada lluvia. Ésta no se hizo esperar cuando la imagen cruzó el dintel de la puerta de la Iglesia. Al intentar los jornaleros meterla de nuevo en el templo, no pudieron moverla, y lo más curioso es que el Cristo había permanecido totalmente seco durante todo el tiempo que estuvo a la interperie.


Antiguo Cristo de la Vera-Cruz en la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán de Torres.
Fotografía anterior a 1936

Hasta aquí la tradición oral y la leyenda que envuelve a esta imagen de devoción tan ancestral en Torres. Pero, como se ha dicho anteriormente, existe constancia documental de la autoría de la obra que hoy nos acerca a este bello pueblo de Sierra Mágina. El 12 de Febrero de 1554, los hermanos de la Vera-Cruz encargan al imaginero y urbanista jiennense Juan de Reolid una imagen de un Crucificado, especificándose que para la realización del mismo se tome como modelo el que ya tenía en su poder la Cofradía de la Vera-Cruz de Jaén, y que recibía culto en el convento de San Francisco de la ciudad (no olvidemos que fueron los franciscanos los responsables de la extensión del culto a esta advocación durante los siglos XV y XVI). La talla se realizó en madera de sauce, era de tamaño natural y representaba a Cristo muerto en la Cruz. En la fotografía podemos apreciar una grandiosa anatomía de tipo clásico, que denota la maestría del autor, también palpable en el movimiento efectista del faldellín tallado. Poseía peluca de pelo natural, potencias y corona plateadas y se encontraba sobre una cruz labrada que descansaba en una base en la que aparecían la calavera y las dos tibias, en clara alusión al Gólgota, "lugar de la calavera", monte a las afueras de Jerusalén donde fue crucificado Jesucristo y en el que, según la tradición judía, se habría enterrado la calavera de Adán.
Esta impresionante escultura desapareció para siempre en 1936. Fue sustituida tras la guerra por otra imagen también de Jesús Crucificado que ya es conocido por su nombre popular, el Cristo de los Jornaleros, y que recorre las calles de Torres en procesión el domingo más cercano al 20 de Mayo.


Bibliografía:

- Jiménez Delgado, Francisco. Del Jaén perdido. Jaén, 2007.
- Sánchez Lozano, Mª José. Torres, su Historia. Jaén, 2008.
 


Arquitectura Civil en Jaén. El Palacio de Don Francisco de los Cobos de TORRES


Fachada del Palacio de Francisco de los Cobos en Torres
(foto: archivo propio)


UN POCO DE HISTORIA

Uno de los personajes más influyentes de la España del siglo XVI fue sin duda el ubetense Don Francisco de los Cobos y Molina, secretario del emperador Carlos V. En 1539 consiguió integrar en su ya extenso patrimonio la villa de Torres, aunque no sólo adquirió la propiedad del suelo sino también ciertos derechos sobre sus habitantes, como el de cobrar impuestos, amén de monopolios como el de la construcción de hornos y molinos o la venta de determinados productos básicos.
Para vivienda de su administrador personal, Francisco de los Cobos construyó en la localidad una casa-palacio, que es la que hoy nos ocupa, y que recibe varios nombres: Palacio de Don Francisco de los Cobos, de Don Diego de los Cobos, o de los Marqueses de Camarasa.
El marquesado de Camarasa fue la casa nobiliaria que ostentó el poder y el control de la villa durante más de dos siglos, una vez que el hijo de Francisco de los Cobos, Diego de los Cobos, recibiera de manos del emperador y como regalo por su matrimonio con doña Francisca Luisa Luna y Mendoza, Señora de Camarasa, el título de I Marqués de Camarasa (1543). Este edificio representó la fiscalización de la producción cerealista de los sometidos agricultores torreños, hasta que, entrado el siglo XIX, y aprovechando la supresión de los señoríos jurisdiccionales que las Cortes de Cádiz habían promulgado en 1811 en el marco del recién estrenado liberalismo, el vecino de Torres Juan Elías Tello inicia un pleito con la casa nobiliaria para abolir los derechos del marquesado sobre la villa, consiguiendo, aunque él ya no pudo verlo, su propósito.


Parte superior de la portada del palacio
(foto: archivo propio)

EL PALACIO

El elemento más significativo del palacio es su bella portada principal, renacentista, muy posiblemente trazada por el arqitecto Andrés de Vandelvira. Articulada en dos cuerpos, en el inferior se abre un gran arco de medio punto de bien talladas dovelas y clave de hoja de acanto, enmarcado por pilastras acanaladas y con bastones en el tercio inferior, que apoyan sobre plintos. En el entablamento, el friso aparece con un inscripción que reza: "Acabose en el mes de Setiembre. Año de 1565. Siendo Maiordomo Bartolomé Ximénez". Sobre la cornisa, el cuerpo-ático está presidido por un gran escudo familiar, con cimera y sobre una cruz de la Orden de Santiago, con las armas de Francisco de los Cobos y su mujer María de Mendoza y Sarmiento. Bajorrelieves decorativos y dos jarrones sobre pedestales en los extremos completan este segundo cuerpo.

Escudo de armas de Francisco de los Cobos y su mujer, María de Mendoza
(foto: archivo propio)

Jarrón decorativo en el extremo de la cornisa de la portada
(foto: archivo propio)

Prácticamente es lo único que queda del antiguo palacio, pues el interior se ha reformado en su totalidad para alojar el Centro de Servicios Sociales y el Centro de Salud del municipio.
No obstante, en 1985 fue declarado monumento histórico-artístico.

Inscripción incrustada en una de las nuevas paredes del reformado interior del edificio
(foto: archivo propio)

Algunos restos del antiguo palacio en el zaguán de entrada
(foto: archivo propio)




Bibliografía:

- VVAA. Guía Artística de Jaén y su Provincia. Jaén, 2005.