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ANTONIO MACHADO y BAEZA. La estancia del poeta en la Provincia de Jaén


Antonio Machado

Hoy, día 22 de Febrero, se cumplen exactamente 75 años de la muerte de Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 26 de Julio de 1875 - Colliure, Francia, 22 de Febrero de 1939). Machado ha pasado a la Historia de la Literatura como uno de los poetas más universales que ha dado España, siendo el mejor representante, aunque algo ya tardío, de la llamada Generación del 98. Aprovechando la efeméride, realizaremos un recorrido por la huella que Antonio Machado dejó en la Provincia de Jaén, especialmente en la ciudad de Baeza donde residió desde Octubre de 1912 hasta Noviembre de 1919.

SU BIOGRAFÍA ANTES DE LLEGAR A BAEZA

Antonio Machado nació en 1875 en el sevillano palacio de Dueñas, alquilado a algunas familias modestas. A los ocho años se traslada con sus padres a Madrid, en donde residirá hasta 1906. En su etapa madrileña comienza sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza, destacando entre sus profesores Giner de los Ríos. Posteriormente cursa sus estudios de bachillerato, de forma intermintente por los problemas económicos de la familia a raiz de la muerte de su padre. Es en esta época cuando se aficiona al teatro junto a su hermano Manuel, también poeta. Durante este periodo viaja a París en dos ocasiones, en 1899 y en 1902, precisamente para visitar a su hermano, pasando en ambos casos largas temporadas en la capital francesa. En esta etapa de su vida, además de iniciarse como literato, toma contacto con grandes personalidades de este mundo como Pío Baroja, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez e incluso Oscar Wilde en París. Colabora en infinidad de publicaciones y en 1903 sale a la luz su primera obra, "Soledades".
En 1906 consigue las oposiciones al puesto de catedrático de francés y elige como destino el instituto de Soria. En esta ciudad castellana conocerá a Leonor Izquierdo, con la que se casará en 1909, cuando ella contaba 15 años y él 34.



Antonio Machado y Leonor Izquierdo el día de su boda

En Julio de 1912 se publica "Campos de Castilla", obra en la que el autor se separa de los rasgos modernistas que presentaba su obra "Soledades" y del intimismo hacia el que había evolucionado en "Soledades, galerías y otros poemas", acercándose a las inquietudes patrióticas de los autores de la Generación del 98. En efecto, ha mantenido una amplia correspondencia epistolar con Miguel de Unamuno y algunas de sus ideas se reflejan en este libro.
El 1 de Agosto de este mismo año, su joven esposa Leonor muere de tuberculosis, enfermedad que había contraído hacía más de un año, lo que sume a Machado en una profunda depresión. Es entonces cuando solicita su traslado a Baeza.


SU ETAPA EN BAEZA

Paseo de Alfonso XII. Baeza
Portfolio Fotográfico de España. Provincia de Jaén. Casa Editorial Alberto Martín. 1911

Otro Viaje

Ya en los campos de Jaén,
amanece. Corre el tren
por sus brillantes rieles,
devorando matorrales,
alcaceles,
terraplenes, pedregales,
olivares, caseríos,
praderas y cardizales,
montes y valles sombríos.
Tras la turbia ventanilla,
pasa la devanadera
del campo de primavera.
La luz en el techo brilla
de mi vagón de tercera.
Entre nubarrones blancos,
oro y grana;
la niebla de la mañana
huyendo por los barrancos.
¡Este insomne sueño mío!
¡Este frío
de un amanecer en vela!…
Resonante,
jadeante,
marcha el tren. El campo vuela.
Enfrente de mí, un señor
sobre su manta dormido;
un fraile y un cazador
—el perro a sus pies tendido—.
Yo contemplo mi equipaje,
mi viejo saco de cuero;
y recuerdo otro viaje
hacia las tierras del Duero.
Otro viaje de ayer
por la tierra castellana
—¡pinos del amanecer
entre Almazán y Quintana!—
¡Y alegría
de un viajar en compañía!
¡Y la unión
que ha roto la muerte un día!
¡Mano fría
que aprietas mi corazón!
Tren, camina, silba, humea,
acarrea
tu ejército de vagones,
ajetrea
maletas y corazones.
Soledad,
sequedad.
Tan pobre me estoy quedando
que ya ni siquiera estoy
conmigo, ni sé si voy
conmigo a solas viajando.

Campos de Castilla (versión de 1917).

Este poema vendría a ser el punto de inflexión entre dos épocas en la vida de Antonio Machado: Soria y Baeza. A esta última llegó el poeta como profesor de francés para dar clase en el Instituto de Bachillerato de la ciudad en Octubre de 1912, tras concederle el traslado desde el instituto de Soria. En la pequeña ciudad castellana, el recuerdo de Leonor se había hecho excesivamente insoportable y Machado tiene que marcharse.
Durante siete años, hasta 1919, el poeta enseña gramática francesa en el Instituto de Bachillerato instalado en la antigua universidad baezana, donde toma posesión el día 1 de Noviembre, siendo director del centro Don Leopoldo de Urquía.

Claustro de profesores del Instituto de Baeza
Antonio Machado aparece sentado el tercero por la derecha

¿Y por qué Baeza? En principio, por lo mismo que fue a Soria: porque no le quedaba más remedio. Él a donde siempre quiso ir era a Madrid. De hecho, a la muerte de Leonor, inició algunas gestiones para encontrar un empleo en Madrid, pero Don Francisco Giner, su antiguo maestro, no pudo satisfacerle en este favor, y Machado decidió entonces ocupar una vacante en el instituto de Baeza.
Baeza supone el reencuentro con su tierra andaluza natal, aunque la situación anímica tras la muerte de su esposa es de completo abatimiento. La ciudad andaluza no le gustará nada al principio. Tampoco empezó con buen pie. En primer lugar está lo de la estación de ferrocarril. El hecho de que ésta (Linares-Baeza empalme) estuviera nada menos que a 17 km. del casco urbano -cuando Machado creía que estaba en el propio núcleo-, no sentó nada bien a nuestro poeta. En segundo lugar está la anécdota a su llegada al instituto y preguntar por el director, Don Leopoldo de Urquía -por cierto amigo de Machado por vínculos familiares de su Sevilla natal-. El conserje del centro le contestó a Don Antonio que sentía que Don Leopoldo no pudiera haber ido a esperarlo a la estación y que estaba en la agonía. Machado se puso pálido y el conserje lo tranquilizó diciéndole que "La Agonía" era una tasca donde los profesores se reunían para "tratar" de asuntos concernientes al instituto.
En fin, dejando a un lado estos chascarrillos, en Baeza se encontrará con una Andalucía provinciana, aburrida, que el poeta verá con ojos muy críticos, "...un pueblo húmedo y frío, / destartalado y sombrío, / entre andaluz y manchego" (Poema de un día. Meditaciones rurales. 1914).  
En una carta escrita a Miguel de Unamuno en 1913 expone sus impresiones sobre Baeza: "Tengo motivos que usted conoce para un gran amor a la tierra de Soria; pero tampoco me faltan para amar a esta Andalucía donde he nacido. Sin embargo reconozco la superioridad espiritual de las tierras pobres del alto Duero. En lo bueno y en lo malo supera aquella gente. Esta Baeza, que llaman Salamanca andaluza, tiene un Instituto, un Seminario, una Escuela de Artes, varios colegios de segunda enseñanza, y apenas sabe leer un treinta por ciento de la población. No hay más que una librería donde se venden tarjetas postales, devocionarios y periódicos clericales y pornográficos. Es la comarca más rica de Jaén y la ciudad está poblada de mendigos y de señoritos arruinados en la ruleta. La profesión de jugador de monte se considera muy honrosa. Es infinítamente más levítica y no hay un átomo de religiosidad. Hasta los mendigos son hermanos de alguna cofradía. Se habla de política -todo el mundo es conservador- y se discute con pasión cuando la Audiencia de Jaén viene a celebrar algún juicio por jurados. Una población rural, encanallada por la Iglesia y completamente huera. Por lo demás, el hombre del campo trabaja y sufre resignado o emigra en condiciones tan lamentables que equivale al suicidio. A primera vista parece esta ciudad mucho más culta que Soria, porque la gente acomodada es infinitamente discreta, amante del orden, de la moralidad administrativa y no faltan gentes leídas y coleccionistas de monedas antiguas. En el fondo no hay nada. Cuando se vive en estos páramos intelectuales, no se puede escribir nada suave, porque necesita uno de la indignación para no helarse también. Además, esto es España más que el Ateneo de Madrid".
No hay que buscar una descripción objetiva de la ciudad en estas líneas, más bien una impresión subjetiva e incluso pasajera, fruto de la desolación por sus circunstancias personales. Pero también en Baeza encontrará amigos, contertulios, y retoma una rutina similar a la de sus días en Soria.
Vive con su madre durante el primer año y, además de la enseñanza, las ocupaciones del poeta serán componer, escribir, estudiar, pasear, recordar... Son años melancólicos. Asiste por las tardes a las tertulias que tenían lugar en la rebotica del farmacéutico Adolfo Almazán, también profesor de gimnasia en el instituto. Las más de las veces prefería su soledad, y se le podía ver, abstraído, sentado en el café de "La Perla" o dando largos paseos por la muralla o la carretera de Úbeda. Así lo recuerda Rafael Laínez Alcalá, alumno aventajado de Machado en el instituto de Baeza, oriundo de Peal de Becerro, y que más tarde cultivaría también la poesía y la docencia como su profesor: "Solíamos encontrar a Don Antonio solo, sentado bajo el olmo de la Puerta del Conde o en alguno de los bancos que, más lejos, se apoyan en la espalda de la plaza de toros, allí por el Egido (...) todavía lo recuerdo, apoyado con sus dos manos en su cayado, como tantas veces, llenos los ojos de lejanía, inmóvil...". 
En 1915 comienza los estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid como alumno libre, estudios que finalizará en 1918. Durante su etapa de Baeza verán la luz algunas de sus obras: "Páginas Escogidas" (1917), "Poesías Completas" (1917) y la segunda edición de "Soledades, Galerías y otros poemas" (1919). Por otra parte, no cesó en sus colaboraciones con revistas y publicaciones de Soria, Madrid e incluso de Baeza, en el semanario reformista Idea Nueva, que comienza su andadura en febrero de 1914, teniendo no obstante una vida efímera (dos años y medio). Además, la etapa de Baeza será la más prolífica desde el punto de vista epistolario, teniendo correspondencia con lo más granado de la intelectualidad de este tiempo, también con su madre y sus hermanos (30 cartas se conservan de este periodo).
La rutina de Antonio Machado se rompe un día de 1916 con la llegada de un grupo de estudiantes granadinos que, acompañados por su profesor de arte, Don Martín Domínguez Berrueta, visitan Baeza. Entre esos estudiantes iba un joven Federico García Lorca. Visitaron el Instituto, y Berrueta, amigo de Machado, presentó a éste a sus alumnos de la Facultad de Letras. Al atardecer se organizó una reunión en el casino para que Machado leyera poemas y Federico tocara el piano, pues la primera vocación de Lorca fue la de músico y no la de poeta (para más información acerca de la visita de García Lorca a Baeza, véase el artículo Federico García Lorca y Jaén en este mismo blog).
Como se ha apuntado anteriormente, Machado obtuvo la licenciatura en Filosofía y Letras en 1918. Sabía que la única forma de salir de Baeza era tener títulos. No puede más, está cansado de sus continuos viajes a Madrid. El 7 de septiembre de 1919 solicita el Instituto de Segovia, el cual le es concedido el 30 de octubre. En noviembre abandona Baeza y, tras pasar unos días en Madrid, el 26 de este mismo mes viaja a Segovia, donde comienza a ejercer como catedrático el 1 de diciembre, empezando, así, una nueva etapa en su vida. Segovia queda más cerca de Madrid, y puede vivir una vida intelectual más plena. Él mismo confiesa en una carta dirigida a Juan Ramón Jiménez: Llevo ocho años de destierro y ya me pesa esta vida provinciana en que acaba uno por devorarse a sí mismo.... Pero, en cualquier forma, Machado se huebiese sentido incómodo, extraño y descontento en cualquier otro lugar del mundo que, como Baeza, hubiese sido elegido como residencia ante el imperioso deseo de abandonar Soria. Su etapa en Baeza fue triste, sí, pero en su soledad pudo desarrollar gran parte de su producción poética cumbre. Por otra parte, se convirtió en una influencia decisiva para Lorca en los diversos contactos que tuvieron en Baeza.


MACHADO Y SU RELACIÓN CON JAÉN

Durante los años en que vivió en Baeza, Antonio Machado se interesó por visitar algunos lugares de la Provincia de Jaén. No obstante, tenemos evidencias de escasas excursiones, habida cuenta del largo periodo de estancia aquí.
Iba Don Antonio con frecuencia a Úbeda, a veces incluso caminando, por la cercanía. Esta ciudad aparece en sus versos repetidamente. Hubo un paraje natural de encinas situado a mitad de camino de Baeza a Úbeda donde descansaba el poeta en sus paseos a esa ciudad. Cualquiera de ellas pudo ser la "encina negra" de sus poemas. A finales de los años ochenta, muchas de aquellas encinas próximas a la carretera fueron taladas por razones urbanísticas y de comunicación.
En 1913 hizo una excursión a Sierra Mágina acompañado por Juan Camps, Adolfo Almazán y el pintor Florentino Soria, amigos suyos de Baeza. Hicieron una visita concretamente a Jimena, el paraje de Cánava y alcanzaron la cumbre del Aznaitín, montaña muy presente en sus poemas. Fueron guiados por el entonces alcalde de Jimena, Don Miguel Salcedo. El paisaje de Sierra Mágina se hace tremendamente familiar a la retina de Machado, precisamente por ser estas montañas el horizonte de Baeza hacia el Sur, al otro lado del valle del Guadalquivir.


Plaza y torre del homenaje del castillo de Jimena
Portfolio Fotográfico de España. Provincia de Jaén. Casa Editorial Alberto Martín. 1911

En otra excursión, esta vez a la Sierra de Cazorla en 1915, Machado estuvo acompañado por su hermano Manuel, algunos amigos de Baeza y su alumno de Peal de Becerro, el mencionado Rafael Laínez. Su objetivo era visitar el nacimiento del río Gudalquivir.
Esta "escapada" dejó una huella más profunda desde el punto de vista poético que las demás. De los lugares por los que pasa, Torreperogil, Peal de Becerro, deja constancia en la segunda parte de su poema "Los Olivos". Especialmente duro resulta al hablar del primer pueblo, Torreperogil, dando una visión sórdida, tremendista, negra..., que seguramente no lo fuera tanto. Anticlerical y crítico, excepcionalmente naturalista, aquí de nuevo se constatan impresiones influenciadas por su estado anímico. Pasado el tiempo, volvería Machado a acordarse de Torreperogil y, quizás para compensar la dureza empleada en "Los Olivos", esta otra composición, tan sólo de tres versos, presenta otro estilo, aunque un tanto declamatorio: "¡Torreperogil! / ¡Quién fuera una torre, torre del campo / del Guadalquivir!".

Los Olivos

II


A dos leguas de Úbeda, la Torre
de Pero Gil, bajo este sol de fuego,
triste burgo de España. El coche rueda
entre grises olivos polvorientos.
Allá, el castillo heroico.
En la plaza, mendigos y chicuelos:
una orgía de harapos…
Pasamos frente al atrio del convento
de la Misericordia.
¡Los blancos muros, los cipreses negros!
¡Agria melancolía
como asperón de hierro
que raspa el corazón! ¡Amurallada
piedad, erguida en este basurero!…
Esta casa de Dios, decid hermanos,
esta casa de Dios, ¿qué guarda dentro?
Y ese pálido joven,
asombrado y atento,
que parece mirarnos con la boca,
será el loco del pueblo,
de quien se dice: es Lucas,
Blas o Ginés, el tonto que tenemos.
Seguimos. Olivares. Los olivos
están en flor. El carricoche lento,
al paso de dos pencos matalones,
camina hacia Peal. Campos ubérrimos.
La tierra da lo suyo; el sol trabaja;
el hombre es para el suelo:
genera, siembra y labra
y su fatiga unce la tierra al cielo.
Nosotros enturbiamos
la fuente de la vida, el sol primero,
con nuestros ojos tristes,
con nuestro amargo rezo,
con nuestra mano ociosa,
con nuestro pensamiento
—se engendra en el pecado,
se vive en el dolor. ¡Dios está lejos!—.
Esta piedad erguida
sobre este burgo sórdido, sobre este basurero,
esta casa de Dios, decid, oh santos
cañones de von Kluck, ¿qué guarda dentro?



Campos de Castilla (versión de 1917).

Ermita de la Virgen de la Misericordia y cipreses. Torreperogil, 1929.
(foto: Torreperogil Postales, página de Facebook)

Más amable resulta en esta otra composición, escrita en este mismo viaje ya en plena serranía, donde más calmado y espiritualmente más libre, escribe:

Mariposa de la Sierra

A Juan Ramón Jiménez,
por su libro Platero y yo.

¿No eres tú, mariposa,
el alma de estas sierras solitarias,
de sus barrancos hondos,
y de sus cumbres agrias?
Para que tú nacieras,
con su varita mágica
a las tormentas de la piedra, un día,
mandó callar un hada,
y encadenó los montes
para que tú volaras.
Anaranjada y negra,
morenita y dorada,
mariposa montés, sobre el romero
plegadas las alillas o, voltarias,
jugando con el sol, o sobre un rayo
de sol crucificadas.
¡Mariposa montés y campesina,
mariposa serrana,
nadie ha pintado tu color; tú vives
tu color y tus alas
en el aire, en el sol, sobre el romero,
tan libre, tan salada!…
Que Juan Ramón Jiménez
pulse por ti su lira franciscana.


Sierra de Cazorla, 28 de mayo de 1915.


Las Fuentes del Guadalquivir
Portfolio Fotográfico de España. Provincia de Jaén. Casa Editorial Alberto Martín. 1911


En 1917, posiblemente a finales del verano, Antonio Machado realizó una excursión al Santuario de la Virgen de Tíscar, en Quesada, cuando regresó a Baeza al término de sus vacaciones familiares en Madrid para reanudar sus tareas académicas. Aunque se desconocen los nombres de los amigos que lo acompañaron en aquel viaje, la impresión que causaron en su alma aquellos agrestes parajes está sobradamente comprobada por el famosísimo poema que dedicó a la Virgen de la Sierra, a la Señora de Tíscar, que reproducimos más adelante.

Santuario de Nuestra Señora de Tíscar, en Quesada
Portfolio Fotográfico de España. Provincia de Jaén. Casa Editorial Alberto Martín. 1911


  
No se tiene constancia de que Machado visitara la capital, Jaén. El propio poeta en “Vida”, un texto que acompañaba a su “Poética” incluida en la famosa antología de Gerardo Diego "Poesía Española. Antología 1915-1931", donde en realidad traza un perfil viajero de su vida hasta ese momento, dice haber viajado desde su baezano lugar de residencia "a casi todas las ciudades de Andalucía". A ciencia cierta estuvo en Córdoba, Granada y Sevilla. Pero no sabemos nada sobre Jaén.
 

LUGARES MACHADIANOS EN BAEZA:

1. Casa en Calle Gaspar Becerra

Casa donde vivió Antonio Machado en Baeza
(foto: archivo propio)

En esta casa residió el poeta durante los años en que vivió en Baeza. Se trata de una casa sencilla, de bajo, dos plantas principales y cámara. El inmueble hace esquina entre las calles Gaspar Becerra, donde tiene la puerta de entrada, y el pasaje Cardenal Benavides, y queda por este lado justo enfrente de la fachada del monumental ayuntamiento de la ciudad. También en esta fachada se colocó, en 1975 y por parte del Centro de Iniciativas y Turismo de Baeza, una placa de azulejos en recuerdo del centenario del nacimiento de Antonio Machado.
No obstante, el poeta se alojó durante los primeros meses en la habitación número 15 del hotel Comercio, hoy desaparecido, y que se situaba en la Calle San Pablo.

2. Instituto Santísima Trinidad

Fachada de la antigua Universidad de Baeza, más tarde Instituto Santísima Trinidad,
donde impartió clase Antonio Machado
(foto: archivo propio)

Su lugar de trabajo se encuentra en pleno centro histórico de la ciudad. Este instituto, ubicado en el edificio renacentista que fuera sede de la antigua Universidad de Baeza, ha conservado la documentación administrativa relacionada con el periodo de docencia de Antonio Machado en este centro y ha recuperado, asímismo, el aula, convertida en museo en 1980, donde impartía clase de francés el entrañable Don Antonio.

Aula-museo de Antonio Machado en la antigua Universidad
(foto: archivo propio)

3. Plaza de Santa María y Catedral

Antonio Machado nos dejó en su poema “Apuntes”, reproducido más adelante, algunas estrofas dedicadas al edificio más emblemático de Baeza, la Catedral, situada muy cerca del instituto donde daba clases. En la Catedral se encuentra el cuadro de San Cristóbal, el conocido “San Cristobalón” del poema citado, pintado por Pedro Gallo en 1736.

4. Paseo de las Murallas

Se encuentra al Sur de la ciudad, y era uno de los lugares preferidos por Antonio Machado para pasear, uno de sus entretenimientos casi de diario. Desde aquí se contemplan unas maravillosas vistas del valle del Guadalquivir y de las montañas de Sierra Mágina y Sierra de Cazorla, un paisaje, en definitiva, muy presente en su obra.

Vista del paseo de las Murallas desde la torre de la Catedral de Baeza.
Al fondo, el valle del Guadalquivir y las montañas de Sierra Mágina
(foto: archivo propio)


EN RECUERDO DEL POETA... MONUMENTOS Y PLACAS CONMEMORATIVAS

1. Placa en la casa donde vivió Antonio Machado

(foto: archivo propio)

En la casa donde transcurrió la estancia de Antonio Machado en Baeza se colocó (facqhada que da a la calle Cardenal Benavides), en 1975 y por parte del Centro de Iniciativas y Turismo de Baeza, una placa de azulejos para conmemorar el centenario del nacimiento del poeta.

2. Escultura de Antonio Machado en calle San Pablo

(foto: archivo propio)

La escultura, de cuerpo entero representa a Don Antonio sentado en un banco con las piernas cruzadas y leyendo un libro. Está hecha en bronce por el artista Antonio Pérez Almahano en el año 2009. Se sitúa en la calle San Pablo, junto al Casino Nuevo.

3. Placa en la fachada del Instituto Santísima Trinidad

 (foto: archivo propio)

Pequeña placa conmemorativa del paso de Antonio Machado como profesor por este centro educativo. Se inauguró en 2012, cuando se cumplieron cien años de la llegada de Machado a Baeza. Contiene su rostro de perfil, en bajorrelieve y en material de bronce, y uno de sus más famosos versos escrito en tres idiomas (castellano, inglés y francés): "Caminante no hay camino, se hace camino al andar".

4. Busto en el patio de la sede de la UNIA

Se trata de un busto, realizado en bronce, del autor Melchor Zapata, realizado en 1999. Se sitúa en el patio de la sede "Antonio Machado" de Baeza de la Universidad Internacional de Andalucía.

5. Monumento a Antonio Machado en el Paseo de las Murallas

(foto: archivo propio)

Se trata de un monolito cúbico realizado en piedra abierto en sus cuatro lados para mostrar una cabeza en bronce del poeta, del autor Pablo Serrano, del año 1966. Está orientada al sur, por lo que la mirada de Machado se pierde en el inmenso valle del Guadalquivir que se extiende más abajo y en las sierras circundantes...


JAÉN EN LA POESÍA DE ANTONIO MACHADO 


Noviembre 1913

Un año más. El sembrador va echando
la semilla en los surcos de la tierra.
Dos lentas yuntas aran,
mientras pasan la nubes cenicientas
ensombreciendo el campo,
las pardas sementeras,
los grises olivares. Por el fondo
del valle del río el agua turbia lleva.
Tiene Cazorla nieve,
y Mágina, tormenta,
su montera, Aznaitín. Hacia Granada,
montes con sol, montes de sol y piedra.

(Campos de Castilla, versión de 1917).


CAMINOS

De la ciudad moruna
tras las murallas viejas,
yo contemplo la tarde silenciosa,
a solas con mi sombra y con mi pena.
El río va corriendo,
entre sombrías huertas
y grises olivares,
por los alegres campos de Baeza.
Tienen las vides pámpanos dorados
sobre las rojas cepas.
Guadalquivir, como un alfanje roto
y disperso, reluce y espejea.
Lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
niebla de otoño, maternal; descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,
tarde piadosa, cárdena y violeta.
El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera,
levantando en rosados torbellinos
el polvo de la tierra.
La luna está subiendo
amoratada, jadeante y llena.
Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
buscando los dispersos caseríos
del valle y de la sierra.
Caminos de los campos...
¡Ay, ya no puedo caminar con ella!

(Campos de Castilla, ed. 1917)
 

APUNTES

I
Desde mi ventana
¡campo de Baeza,
a la luna clara!
¡Montes de Cazorla,
Aznaitín y Mágina!
¡De luna y de piedra
también los cachorros
de Sierra Morena!

II
Sobre el olivar
se vio a la lechuza
volar y volar.
Campo, campo, campo.
Entre los olivos,
los cortijos blancos.
Y la encina negra,
a medio camino
de Úbeda a Baeza.

III
Por un ventanal
entró la lechuza
en la catedral.
San Cristobalón
la quiso espantar,
al ver que bebía
del velón de aceite
de  Santa María.
La Virgen habló:
Déjala que beba,
San Cristobalón.

IV
Sobre  el olivar,
se vio a la lechuza
volar y volar.
A Santa María
un ramito verde
volando traía.
¡Campo de Baeza
soñaré contigo
cuando no te vea!
 
(Nuevas canciones, 1924)


VIEJAS CANCIONES

I
A la hora del rocío,
de la niebla salen
sierra blanca y prado verde.
¡El sol en los encinares!
Hasta borrarse en el cielo,
suben las alondras.
¿Quién puso plumas al campo?
¿Quién hizo alas de tierra loca?
Al viento sobre la sierra,
tiene el águila dorada
las anchas alas abiertas.
Sobre la picota
donde nace el río,
sobre el lago de turquesa
y los barrancos de verdes pinos;
sobre veinte aldeas,
sobre cien caminos...
Por los senderos del aire,
señora águila,
¿dónde vais a todo vuelo tan de mañana?


II
Ya había un albor de luna
en el cielo azul.

¡La luna en los espartales,
cerca de Alicún!
Redonda sobre el alcor,
y rota en las turbias aguas
del Guadiana Menor.
Entre Úbeda y Baeza
—loma de las dos hermanas:
Baeza, pobre y señora;
Úbeda, reina y gitana—.
Y en el encinar,
¡luna redonda y beata,
siempre conmigo a la par!


 III
Cerca de Úbeda la grande,
cuyos cerros nadie verá,
me iba siguiendo la luna
sobre el olivar.
Una luna jadeante,
siempre conmigo a la par.
Yo pensaba: ¡bandoleros
de mi tierra!, al caminar
en mi caballo ligero.
¡Alguno conmigo irá!
Que esta luna me conoce
y, con el miedo, me da
el orgullo de haber sido
alguna vez capitán.


IV
En la sierra de Quesada
hay un águila gigante,
verdosa, negra y dorada,
siempre las alas abiertas.
Es de piedra y no se cansa.
Pasado Puerto Lorente,
entre las nubes galopa
el caballo de los montes.
Nunca se cansa: es de roca.
En el hondón del barranco
se ve al jinete caído,
que alza los brazos al cielo.
Los brazos son de granito.
Y allí donde nadie sube,
hay una virgen risueña
con un río azul en brazos.
Es la Virgen de la Sierra.



(Nuevas Canciones, 1924)



APUNTES PARA UNA GEOGRAFÍA EMOTIVA DE ESPAÑA

I
¡Torreperogil!
¡Quién fuera una torre, torre del campo
del Guadalquivir!

II
Sol en los montes de Baza.
Mágina y su nube negra.
En el Aznaitín afila
su cuchillo la tormenta.

III
En Garciez
hay más sed que agua;
en Jimena, más agua que sed.

IV
¡Que bien los nombres ponía
quien puso Sierra Morena
a esta serranía!

V
En Alicún se cantaba:
“Si la luna sale,
mejor entre los olivos
que en los espartales.”

VI
Y en la sierra de Quesada:
“Vivo en pecado mortal:
no te debiera querer;
por eso te quiero más”

VII
Tiene una boca de fuego
Y una cintura de azogue.
Nadie la bese.
Nadie la toque.

Cuando el látigo del viento
Suena en el campo: ¡amapola!
(como llama que se apaga
o beso que no se logra)
su nombre pasa y se olvida.
Por eso nadie la nombra.

Lejos, por los espartales,
más allá de los olivos,
hacia las adelfas
y los tarayes de río,

Con esta luna de la madrugada,
¡amazona gentil del campo frío!...



(Poesías Completas, ed. 1928)




BIBLIOGRAFÍA:

- Baltanás, Enrique. Antonio Machado. Nueva Biografía. Jaén, 2000.
- VVAA. Jaén. Pueblos y Ciudades. Jaén, 1997.



ENLACES:

He tenido el honor de ser el Primer Premio del II Certamen de Poesía de la Agrupación de Cofradías de la ciudad de Jaén



Nuestra Señora de los Dolores de la Congregación del Santo Sepulcro de Jaén
(foto: archivo propio)

Cuando me llamó Doña Manuela Rosa Jaenes, Jefa de Sección de Diario Jaén, no me lo creía. Me habían concedido el primer premio del II Certamen de Poesía de la Agrupación de Cofradías de Jaén. La noticia iba a salir en el periódico y necesitaba una fotografía para ilustrar el artículo. Seguidamente se ponía en contacto conmigo el presidente de la Agrupación de Cofradías, Don José Paulano Martínez, que me confirmaba la buena nueva.
Efectivamente, el pasado Domingo 30 de Junio salía publicada la poesía completa con una breve referencia bibliográfica junto a mi fotografía.
El día 20 de Septiembre de 2013, en el Teatro "Infanta Leonor" de Jaén tendrá lugar el acto en el que se hará entrega de los premios de los concursos de poesía y relato corto, así como de los galardones "a una vida cofrade".

La poesía "Oración de Jaén a Nuestra Señora":

Se trata de una composición dividia en cinco sonetos, de catorce versos cada uno (dos cuartetos y dos tercetos), endecasílabos y de rima consonante. El soneto es una forma poética que, particularmente, me resulta muy cómoda a la hora de componer.
El tema propuesto por la Agrupación de Cofradías para el concurso de poesía era la "Semana Santa de Jaén". El caso es que las buenas ideas vienen así, de repente, y a mí se me ocurrió crear una Oración que la misma Jaén, como ente alegórico, reza a la Virgen María. La Oración hace alusión al dolor de Nuestra Señora en el trance de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Intercaladas aparecen, en orden, las distintas advocaciones de las Vírgenes que realizan su estación de penitencia por las calles de Jaén durante la Semana Santa, y que aparecen resaltadas en cursiva.
Quisiera, por último, dedicar esta poesía y el premio a mi madre, María Cristina Gimeno Ramos, por animarme a presentarme al concurso y por estar siempre ahí, confiando en mis recursos y posibilidades literarias, mucho más de lo que yo suelo hacerlo. 


Oración de Jaén a Nuestra Señora

I

Ave María, de gracia infinita,
Señora de este pueblo que te adora,
atiende mi plegaria en esta hora,
siente mi corazón que en Tí palpita.

La humilde gente que en Jaén habita,
Por los siglos y siglos hasta ahora
Por la divina intercesión implora
A tus miles de imágenes benditas.

Ésta es tu terrenal y fiel morada,
pues en el mundo no hay mayor amor
que el que profesa esta tierra humillada

que levanta santuarios en tu honor
y eleva hacia tu Reino su mirada
cantando tu excelso Nombre en clamor.

II

En Belén se hizo la Paz encarnada,
gran Consolación de la humanidad,
dulce acto de suprema Caridad,
por nuestra redención tan anhelada.

Estrella radiante de luz dorada,
vieron los cielos tan grande humildad
que en tu fértil vientre fue la Verdad,
Templo gentil, Virgen Inmaculada.

Más tu alma, Madre abnegada, sabía
de tu fatal designio ineludible,
pues el Salvador de tu entraña habría

de sacrificar su vida finible
como Hombre que al Desamparado hacía
merecedor de la vida intangible.

III

Contemplad, desdichados hijos de Eva,
las Lágrimas que la Madre derrama,
la terrible Amargura de la que ama,
más su amor por el pecador renueva.

Clavados puñales de plata lleva.
¡Mirad a la Madre de Dios que clama!
No cabe Mayor Dolor en su drama.
No hay peor trance que tan dura prueba.

Angustias en tu pecho traspasado.
En el Gólgota el Redentor padece
la incomprensión de un mundo deshonrado.

El semblante de Jesús languidece,
y aunque tu corazón se ha destrozado,
luz de Esperanza en la oscuridad crece.

IV

Siete Palabras desde la Cruz Santa:
“En tu mano, Padre, mi alma encomiendo”.
Todo consumado, se oye un estruendo.
Póstrate, humanidad, ante sus plantas.

Un grito se desgarra en la garganta,
y la pena acaba palideciendo
tu espíritu, Rosa mística, viendo
cómo la Muerte la Vida quebranta.

Dolores por la pasión y el tormento.
Dolores por esta Cruz, ya desnuda.
Dolores por el tenaz desaliento.

Quedas enlutada, en Soledad muda.
La Muerte torva envuelve el firmamento
en su manto de tiniebla y de duda.

V

Raya el amanecer del tercer día.
Nace el sol, que vence a la noche oscura.
La piedra apartada en la sepultura
deja entrever una losa vacía.

Se ha obrado el milagro, la profecía.
Recobre tu semblante la hermosura.
Troca las ropas negras en blancura.
Tu Hijo ha derrotado a la Muerte impía.

Victoria, Aleluya, ha resucitado.
Regocíjate, María, contemplando
la gloria del nuevo día dorado.

Y contigo Jaén ora entonando
alabanzas y cánticos arrobados,
mientras rezan sus campanas, tocando.


Jesús Molina Gimeno
Abril 2013



El ocaso de las Navas de Tolosa. 800 años de una batalla que cambió el curso de la Historia de España


La Batalla de las Navas de Tolosa
Francisco de Paula Van Halen. 1864
(Palacio del Senado, Madrid)

El ocaso ensangrentaba de fuego el horizonte del Valle del Guadalquivir. Sangre en el cielo, sangre en el suelo. Allí, en aquella meseta, tras el paso de Despeñaperros, el monarca castellano fijó su mirada por unos instantes en el impreciso paisaje que se extendía a sus pies, pulverulento por la bruma a la caída de la tarde, de pardas montañas en la lejanía, africano... Al-Andalus reescribía por enésima vez su Historia aquél 16 de Julio de 1212, aunque en esta ocasión de manera muy significativa. El jardín de Alá estaba a punto de cambiar su sino y trocar la media luna por la cruz. Pero no era tan sencillo. Aún quedaba mucho por hacer, muchos castillos que tomar, muchas ciudades por conquistar, muchas vidas que sacrificar... Envuelto en la ansiada calma tras la vorágine, este pensamiento rondaba una y otra vez la regia cabeza de Don Alfonso mientras contemplaba algo ensimismado los cientos de cadáveres que yacían sobre la llanura. El calor era aún sofocante a esa hora de la tarde, y el sudor recorría todo su cuerpo. Extremadamente fatigado, recuperaba con dificultad el aliento después de una extenuante jornada en la que la estrategia y la suerte se habían aliado con el bando cristiano en una victoria militar que la Historia recordaría por siglos. De los más de 70.000 cristianos que habían participado en la batalla, "tan sólo" 2.000 habían perdido la vida. El enemigo había salido peor parado a pesar de que sus fuerzas eran muy superiores: unos 90.000 almohades habían alcanzado el Paraíso allí aquel día de entre los 125.000 soldados que al alba se habían encomendado a Alá para defender su imperio andalusí. 
Entre los cuerpos inertes esparcidos por aquel campo de muerte, el caballo blanco y de noble porte del monarca se movía lenta y torpemente. Don Alfonso cabalgaba solo, en un íntimo momento de reflexión. Se sentía orgulloso, después de la espina de Alarcos, de haber sido capaz de organizar, en colaboración con su amigo el Arzobispo Ximénez de Rada, Primado de Toledo, a toda la cristiandad del Suroeste de Europa en una Cruzada que el propio Papa Inocencio III había declarado y bendecido con una bula extraordinaria. No le había resultado fácil fraguar las alianzas y "lidiar" con realeza, nobleza e Iglesia para hacer frente común y acabar de una vez y para siempre con la amenaza almohade que hacía estremecer a la Europa cristiana. Bajo su mando habían combatido Castilla, Aragón, Navarra, las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, San Lázaro, El Temple y San Juan, las milicias concejiles, tropas nobiliarias y voluntarios portugueses, leoneses y ultramontanos (fundamentalmente franceses). El enemigo era sólo uno, pero todopoderoso y temible.
Mientras consideraba las consecuencias de aquella ventajosa victoria, una repentina ráfaga de cálido viento del Sur le trajo hasta sí el inconfundible olor de la sangre, sangre que empapaba la tierra por doquier. Pensó en su hijo, su único hijo, el heredero de Castilla. Él tendría que continuar pronto su labor. Un escalofrío le recorrió la espalda. Sus otros dos hijos varones habían muerto. El último, Fernando, no hacía ni un año. El pequeño Enrique, que contaba 8 años, era su única esperanza. Pero el destino, caprichoso, había urdido un ardid y no sería el joven príncipe el encargado de avanzar por el Valle del "río grande", como lo llamaban los infieles. Aunque eso es ya otra historia...

- Mi Señor, Su Majestad el rey Don Pedro el Segundo de Aragón, Su Majestad Don Sancho el Séptimo de Navarra y el Reverendísimo Señor Don Rodrigo Ximénez de Rada reclaman su presencia. -Don Alfonso abandonó súbitamente sus pensamientos-. Los hombres han comenzado las celebraciones. Vino y abundante carne asada esperan a Su Majestad.
El sirviente permaneció inmóvil en espera de una respuesta del rey, que se hizo esperar. Don Alfonso ni se había percatado del griterío que provenía del campamento cristiano tan absorto andaba en sus cavilaciones.
- Id y decidles que voy enseguida, -dijo en tono grave.

El monarca tiró suavemente de las riendas de su corcel para dar media vuelta. Antes echó un último vistazo al horizonte en dirección Oeste. El Sol acababa de ponerse y los tonos anaranjados poblaban el cielo. Confió en un pronto ocaso pero de otro gigante, el gigante almohade...