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Los tesoros de la Catedral de Jaén. LA ANUNCIACIÓN



Tabla de La Anunciación
Exposición permanente de Arte Sacro. Catedral de Jaén
(foto: archivo propio)

Título: La Anunciación
Autor: Anónimo
Cronología: Primera mitad del siglo XVI
Técnica: óleo
Soporte: tabla
Medidas: 90 x 47 cm.
Localización: Exposición permanente de Arte Sacro. Santa Iglesia Catedral de la Asunción de la Virgen.
Municipio: Jaén


LA ANUNCIACIÓN

La Anunciación es uno de los episodios más trascendentales de la Historia de la Salvación, en el cual el arcángel Gabriel anuncia a la Virgen María que va a ser madre del Redentor. Este momento es reflejado en el evangelio de Lucas (Lc 1, 26-38): "Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en tu seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre tí y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquélla que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue".


LA TABLA DE LA ANUNCIACIÓN DE LA CATEDRAL DE JAÉN

Es ésta una pintura de marcados rasgos hispano-flamencos. Fechada en la primera mitad del siglo XVI, se desconoce su autor y la forma en la que llegó al templo catedralicio.
Dada la importancia que reviste este acontecimiento sagrado, el tema de la Anunciación ha sido representado con mucha frecuencia en el arte cristiano a lo largo de los siglos.
Su iconografía pictórica sigue un modelo arquetípico, especialmente a partir de finales de la Edad Media y comienzos del Renacimiento. Esta obra es fiel reflejo de ello. La Virgen María aparece arrodillada, en un interior arquitectónico, en el lado derecho de la composición, y el arcángel Gabriel irrumpe desde el exterior, en el extremo opuesto de la misma. Sobrevolando estas dos figuras se distingue una paloma blanca, que simboliza al Espíritu Santo, en el centro de un sol que despide haces de luz, más intensos los dirigidos hacia la figura de la Virgen, que podemos identificar con el poder de Dios Padre. Además de lo expuesto, la escena se completa con otros símbolos, como un jarrón con flores, concretamente un ramo de azucenas, situado en el centro de la composición separando ambas figuras. Las azucenas hacen referencia a la pureza, inocencia y belleza de la Virgen María.
A pesar del título de la obra, el anuncio de Gabriel a María ya se ha producido y el Hijo de Dios ha quedado encarnado en el seno de su Madre. Lo sabemos por la actitud del arcángel, que se postra de rodillas en señal de adoración, y también por la expresión serena de la Virgen, que sigue a la tribulación de la celestial visita, por lo que observamos cómo María queda en un estado de reflexión, patente en su mirada perdida, dirigida hacia abajo, absorta en sus pensamientos, asumiendo su nueva condición de Madre del Altísimo.
Se trata de una pintura de transición. Aún son apreciables rasgos medievales, visibles, por ejemplo, en el uso del dorado en la capa y aureola de la Virgen y en el cetro que sostiene el arcángel Gabriel. Sin embargo, esta tabla nos ofrece ya elementos modernos desde el punto de vista estilístico, como es el tratamiento de los pliegues de la túnica del arcángel, más naturales y carentes de la rigidez propia del gótico; por otro lado, el autor, para crear sensación de profundidad, no duda en situar la escena en un suelo con baldosas en damero y enmarcada en una arquitectura plenamente renacentista, donde sobresale el ventanal del fondo, con arco de medio punto, que da al exterior.



Bibliografía:

- Martínez Rojas, Francisco Juan. La Catedral de Jaén. La Exposición Permanente de Arte Sacro. Tomo V. Jaén, 2006. 


  

Los tesoros de la Catedral de Jaén. "LA VIRGEN DE LA CINTA" o "LA SAGRADA FAMILIA"


Virgen de la Cinta o La Sagrada Familia. Pedro Machuca.
Museo Diocesano de la Catedral de Jaén 
(foto: archivo propio)
 

Título: Virgen de la Cinta o La Sagrada Familia
Autor: Pedro Machuca
Cronología: hacia 1520
Técnica: óleo
Soporte: tabla
Medidas: 84 x 70,5 cm.
Localización: Museo Diocesano. Santa Iglesia Catedral de la Asunción de la Virgen
Municipio: Jaén


LA VIRGEN DE LA CINTA

El tema de la Sagrada Familia fue uno de los motivos favoritos de la pintura religiosa renacentista, compitiendo los artistas por ser creativos y originales a la hora de representar la escena que tiene como protagonistas a la Virgen con el Niño, San José, y, en ocasiones, San Juan Bautista niño. 
La escena que representa Machuca en esta tabla es muy rica en simbología. Sobre un fondo general oscuro se adivina, sin excesiva nitidez, el rostro taciturno de un San José mucho mayor en edad que la Virgen, que parece contemplar a María y a Jesús desde la distancia. El artista ha sabido expresar esta realidad sumergiendo la figura del santo patriarca en la oscuridad del fondo y, como si estuviese ensimismado en sus pensamientos, ha apartado su mirada directamente de la escena principal del cuadro, que es la protagonizada por la Virgen y el Niño Jesús, que, con San Juan Bautista, forman un grupo mucho más iluminado en primer plano.
María y Jesús adoptan actitudes contrapuestas en la escena, que no excluyentes. Frente a la serena dulzura de la Virgen (tomada claramente de las Madonnas de Rafael) que contempla a su Hijo con imperturbabilidad manifiesta, un Jesús casi sollozante se vuelve hacia su Madre buscando refugio y consuelo en sus reconfortantes brazos. Madre e Hijo parecen entrelazarse en un diálogo silencioso centrado en el misterio de la redención que Jesús debe llevar a cabo con su muerte en la cruz. Apartando el paño que cubre a Jesús, María desvela el misterio hecho carne, resaltando así la humanidad del Hijo de Dios, que un San Juanito absorto contempla extasiado con contenida admiración. La manzana que el Bautista sostiene en su mano evoca el pecado original del primer Adán que Jesús, nuevo Adán, debe borrar con su muerte redentora. Así, Juan Bautista, que será en su edad madura precursor de Cristo, parece anunciar ya el sacrificio de la cruz, anuncio ante el que Jesús, humanamente, sólo puede reconfortarse en el regazo protector de su madre.


EL AUTOR: PEDRO MACHUCA

Pedro Machuca (1490-1550) fue un pintor y arquitecto renacentista español nacido en Toledo. Junto con Pedro Berruguete, Diego de Siloé y Bartolomé Ordóñez, es considerado como uno de los artistas responsables de la introducción del estilo renacentista a la manera de Italia en suelo español.
Efectivamente, Machuca se formó en Italia, estimándose que podría ser el Pedro Spagnuolo que algunos documentos mencionan como discípulo de Miguel Ángel. Allí hubo de conocer la pintura de Rafael Sanzio, cuyo estilo revelan sus obras.
De regreso a España en 1520 trabajó como pintor en la Capilla Real de Granada, así como en Jaén, Toledo y Uclés, además de ocuparse, por encargo del Emperador Carlos V, de la erección de su nuevo palacio en la Alhambra, el edificio más italianizante alzado en suelo español.
Su producción pictórica es muy corta. Entre sus obras destacan la Virgen del Sufragio y El Descendimiento de la Cruz, ambas en el madrileño Museo del Prado, la Bajada al Limbo de la Capilla Real de Granada y esta Virgen de la Cinta de la Catedral de Jaén.
Precisamente en Jaén dejó algunas obras importantes a su regreso de Roma en 1520. Junto con Juan López de Velasco realizó en ese año el retablo de la capilla de Nuestra Señora de la Consolación, desaparecido en la guerra civil española. Corrió mejor suerte el retablo de San Pedro de Osma, realizado en 1546 para la Sala Capitular de la Catedral de Jaén. Por otro lado, se le atribuye la autoría de una Piedad, obra pictórica también conservada en el Museo Diocesano de la Catedral.
Dado su mimetismo con la obra rafaelesca, la Virgen de la Cinta fue atribuida en un principio a Giulio Romano, más tarde a Julio de Aquiles y, tras estudios más exhaustivos, finalmente a Machuca, pues su autoría es plenamente reconocida actualmente por todos los especialistas. Debió pintarla en su primera estancia en Jaén, en 1520, y parece ser que regaló la tabla al cabildo de la Catedral. Actualmente se puede admirar en el Museo Diocesano, situado en el Panteón de Canónigos de la Catedral de Jaén
 

Décimo de la lotería de Navidad del año 2000 en el que aparece la Virgen de la Cinta

Como curiosidad, la Virgen de la Cinta o La Sagrada Familia de Pedro Machuca fue la imagen elegida para ilustrar los décimos del sorteo de la Lotería de Navidad del 22 de Diembre del año 2000.


Bibliografia:

- Martínez Rojas, Francisco Juan. La Catedral de Jaén. La Exposición Permanente de Arte Sacro. Tomo V. Jaén, 2006.
  

La Inmaculada. Iglesia de Santa María la Mayor de ANDÚJAR

Inmaculada. Giuseppe Cesari. Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor. Andújar
(foto: archivo propio)

Título: Inmaculada
Autor: atribuida a Giuseppe Cesari
Cronología: primer cuarto del siglo XVII
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Medidas: 213,5 x 141,5 cm. (sin marco)
Localización: Iglesia parroquial de Santa María la Mayor
Municipio: Andújar


La Obra

Se trata de una obra pictórica en la que se representa a la Virgen María en su Inmaculada Concepción. La imagen ocupa un lugar central, constituyendo el eje de una composición claramente simétrica, simetría que se ve reforzada por la presencia de figuras de ángeles, dos a cada lado de la Virgen.
La Señora, de largos cabellos castaños y finos rasgos faciales, adopta una posición en contraposto y responde a la típica iconografía mariana de esta advocación en la época, ya definida en el Renacimiento. Las puntas de los dedos de sus manos se tocan en actitud de oración, mientras su cabeza se inclina ligeramente hacia la derecha con la mirada baja. Sus pies se apoyan sobre cinco cabezas de querubines y media luna plateada. Viste túnica de tonos rosáceos de cuidados pliegues y manto azul marino. Sobre su cabeza, corona de estrellas y resplandor dorado, y dos angelitos desnudos que sujetan con una mano una corona que se disponen a colocarle. Flanquean a la Virgen otros dos ángeles mancebos, éstos vestidos, que sujetan y despliegan su manto. En la franja inferior se aprecia un paisaje, algo oscuro y de cielo nublado, en el que aparecen salpicados los atributos bíblicos que elogian la belleza de María y que rezan las letanías. Precisamente Cesari crea un prototipo concepcionista en el que las alegorías forman parte del paisaje, solución que se generalizará en la pintura barroca. Son, entre otras, la torre de David, la puerta del cielo, el ciprés, el pozo de aguas vivas, la vara de Jesé, la fuente sellada, el huerto cerrado con el árbol de la vida, el olivo, la torre de marfil... Entre las nubes, el sol a un lado, y la estrella de la mañana al otro.
Destaca en esta obra barroca un ligero tenebrismo perceptible en los contrastes de luz entre la luminosa túnica y los radiantes rostros de las figuras, especialmente el de la Virgen, y el propio manto de ésta y el fondo de la obra, más oscuros. 
Esta pintura se encuentra expuesta en la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor de la ciudad de Andújar, en la capilla de Don Jerónimo de Reinoso, situada en la cabecera del templo en el lado del Evangelio. Aquí se encuentra el sepulcro de este presbítero fallecido en 1626, y preside el espacio un hermoso retablo en cuya parte central se exhibe el cuadro que nos ocupa.
Realizado en el primer cuarto del siglo XVII, es obra atribuida a Giuseppe Cesari, también llamado el Caballero de Arpino (1568-1640), pintor manierista italiano nacido en Roma.
Entre los meses de Octubre y Diciembre de 2012, el cuadro ha sufrido un proceso de restauración de la mano de la especialista y licenciada en Bellas Artes Ana Infante de la Torre y bajo el patrocinio de la Fundación Caja Rural de Jaén. 

El Autor: Giuseppe Cesari

Giuseppe Cesari. Autorretrato
Giuseppe Cesari era, en los últimos años del Quinientos, el artista de más éxito del último manierismo italiano. Su estilo, de rebuscada gracia formal y vistoso cromatismo, le granjeaba de los sucesivos pontífices encargos de gran importancia. Clemente VIII le llegó a nombrar Caballero de Cristo, de donde le vino el nombre de Cavalier d'Arpino. Es el autor de los cartones para mosaicos de la cúpula de San Pedro, y de los grandes frescos que decoran la Sala de los Horacios y Curiacios del Capitolio romano. 
A partir de 1610, Arpino no sigue las nuevas corrientes artísticas, sino que vuelve a un estilo severo, una expresión melancólica, fría e irreal, aunque dotada de un colorido refinadísimo. Ejemplos de sus obras tardías son la Coronación de la Virgen, de la Chiesa Nuova en Vallicella, de Roma, y el San Miguel, de Arpino. 
A esta etapa de su obra parece corresponder una serie de lienzos que se le atribuyen con el tema de la Tota Pulchra, y que se encuentran distribuidos por diversos puntos de la geografía española. Además de éste de Andújar, están el de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), el del Palacio Ducal de Medina Sidonia (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz), el de la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán (Lepe, Huelva), y los de la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, Museo de Bellas Artes y Sacristía de la Catedral, estos tres últimos en la ciudad de Sevilla.


Bibliografía:

- Carrasco Terriza, Manuel J. Tota Pulchra. Giuseppe Cesari, Caballero de Arpino. Catálogo de exposición. Madrid, 2005.
- VVAA. Guía Artística de Jaén y su Provincia. Sevilla, 2005. 


Las pinturas de las bóvedas de la Iglesia de San Juan Evangelista de MANCHA REAL


Pinturas de las bóvedas de la Iglesia de San Juan Evangelista de Mancha Real
(foto: archivo propio)

Situación de las pinturas en las bóvedas de la cabecera del templo
(foto: archivo propio)

San Juan Evangelista en la bóveda central
(foto: archivo propio) 

Hoy se celebra la festividad de San Juan Evangelista, bajo cuya advocación se encuentra la Iglesia Parroquial más antigua de Mancha Real. La "Catedral de Sierra Mágina", de traza vandelviriana, es un imponente templo que comenzó a construirse en 1557 y se encuentra entre las más importantes edificaciones religiosas renacentistas de la región.
En 1628 se terminó de cerrar el edificio, como consta en la inscripción de la bóveda principal, de forma semiesférica: "Acabose en 1628, reinando Felipe IV, siendo Sumo Pontífice Urbano VIII, Obispo D. Baltasar Moscoso y Sandoval, Prior Martín Yáñez de Ávila, y Maestro de obras Antonio Cobos".
Precisamente en esta bóveda y en las aledañas, situadas en la zona de la cabecera, se desarrolla un interesante programa pictórico al temple que no obstante ha llegado hasta nuestros días en mal estado de conservación y parcialmente diezmado por desgracia.
Los frescos de la bóveda central del crucero, son los que mejor se conservan. Aquí se encuentran representados, de forma alternada, los cuatro Evangelistas: San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan; y los cuatro Padres de la Iglesia: San Gregorio, San Agustín, San Jerónimo y San Ambrosio. En el anillo de la semiesfera se puede leer la inscripción mencionada. En las cuatro pechinas están representados San Pedro, San Pablo, Santo Tomás de Aquino (reconocible por el hábito blanco y negro dominico, la iglesia en una mano y una pluma en la otra) y San Buenaventura (hábito franciscano, capelo cardenalicio y un libro).

Pinturas de la bóveda central
(foto: archivo propio)

En la bóveda previa a la central, sólo se conserva una pintura, que corresponde al escudo del Obispo de Jaén, fray Benito Marín. Sus armas: partido y entado en punta. I cuartel: en campo de gules, un castillo almenado, al natural, acompañado a la siniestra de un león rampante sobre un báculo pastoral, todo de oro. A los pies de la torre, dos columnas de azur. II cuartel: en campo de oro, dos lobos pasantes, de sable. Hacia la punta, un arcón al natural. Bordura de gules con ocho sotueres de oro. III cuartel: Mantel fajado, de azur y plata. El blasón tiene timbre de obispo y báculo pastoral, y un contorno típicamente barroco.
En las pechinas de esta bóveda aparecen los más famosos santos de la orden benedictina, a la que pertenecía el Obispo fray Benito Marín, a saber: Santa Gertrudis (hábito negro, corazón en las manos y báculo de abadesa, aunque nunca lo fue), Santa Escolástica (hábito benedictino, el libro de las Constituciones con una paloma sobre el mismo y báculo), San Bernardo (casulla blanca cisterciense, libro y báculo) y San Benito (hábito benedictino y báculo).
Es interesante la presencia del mencionado escudo del Obispo Marín, pues éste no toma posesión de su cargo como Obispo de Jaén hasta 1750, lo cual sitúa esta pintura en concreto a partir de esta fecha, aunque no sabemos si las demás corresponden a mediados del XVIII o son anteriores, es decir, de la segunda mitad del XVII, inmediatas a la culminación de las bóvedas. Aunque este escudo bien pudo ser añadido tiempo después de acabarse las pinturas de las bóvedas del crucero, quizás en agradecimiento por una cantidad de dinero que Marín había prometido para la finalización de las obras del edificio y que las autoridades de Mancha Real se esforzaron en cobrar a pesar de que el prelado ya había fallecido, lo cual ocurre en 1769.

Escudo del Obispo de Jaén Fray Benito Marín
(foto: archivo propio)


San Bernardo, en una de las pechinas de la bóveda
(foto: archivo propio)

En la bóveda derecha del crucero, muy deteriorada, tenemos a Santa Inés, Santa María Magdalena, Santa María Egipciaca, Santa Clara, Santa Teresa, Santa Catalina, San Ildefonso, Santo Domingo, San Francisco de Paula y otros santos desconocidos.
En la bóveda izquierda del crucero, más deteriorada aún si cabe que la anterior: San Esteban, San Sebastián, San Lorenzo, Santa Águeda y otros santos irreconocibles.
 

Bibliografía:

- Nicás Moreno, Andrés. Heráldica Eclesiástica en Mancha Real. En Revista "Sumuntán", nº 2, 1992.
- VVAA. Guía Artística de Jaén y su Provincia. Jaén, 2005.




Personajes Ilustres de Jaén: RAFAEL ZABALETA FUENTES



Rafael Zabaleta Fuentes
 
Hoy, día 6 de Noviembre, hace exactamente 104 años que vino al mundo en un pequeño y serrano rincón de Jaén uno de los grandes pintores de la Historia del Arte español, Rafael Zabaleta Fuentes. 
La grandeza de este pintor no sólo reside en sus cuadros, de una enorme maestría técnica, sino también en su forma de alcanzar la universalidad sin apenas salir de su pueblo natal, Quesada, trasecendiendo lo local mediante la fuerza expresiva de su pintura. Ya en vida, Zabaleta tiene tantos admiradores como el otro gigante de la pintura coétaneo a él, Pablo Picasso, quien también sabe apreciar la personal visión del universo rural del pintor jiennense. El crítico Eugenio D´Ors explica con estas palabras esta veneración ante la obra de Zabaleta: "Ignoro el año en que nació en Quesada, provincia de Jaén, el pintor Rafael Zabaleta. Tal vez un día se escogerá convencionalmente este dato como el principio de la Era en que se consumó una revelación decisiva en la pintura española... Lo característico de este pintor es la brillantez alucinante, la turgente plenitud...". El poeta José Hierro también supo captar en pocas palabras la admiración que despertaban sus cuadros: "Yo creo que él sentía en Solana, pero hablaba en Picasso", haciendo alusión a que su obra reúne, de aquél el sentimiento y el contenido tan ligados a la tierra española, y la visión expresionista, cubista y lumínica del genio malagueño.



BIOGRAFÍA

ORÍGENES Y ETAPA DE JUVENTUD

Rafael Zabaleta Fuentes nace en Quesada el 6 de Noviembre de 1907 en el seno de una acomodada familia burguesa. Su padre, Isidoro Zabaleta, de origen vasco aunque nacido en La Rioja, se había casado con la quesadeña Juliana Fuentes. Tras su infancia en el pueblo, Zabaleta estudia el bachillerato en Jaén, e ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1927, terminando la carrera en 1931. Al año siguiente, participa en su primera exposición, colectiva, con los alumnos de Bellas Artes. El cuadro con el que concurre, La Pareja, causa muy buena impresión y aparece reproducido en la revista Blanco y Negro. 
En 1935 realiza su primer viaje a París, ciudad que a partir de entonces visitará regularmente, pero nunca para quedarse, pues siempre regresa a su Quesada. Allí tendrá oportunidad de conocer a Picasso, Manuel Ángeles Ortiz o Vázquez Díaz, y se familiarizará con las vanguardias, sobre todo a través de la obra de Van Gogh y Cezanne, que le influyen poderosamente.
En 1939, durante la guerra civil española, Zabaleta es apresado junto con otros miembros del Frente Popular y conducido al campo de prisioneros de Santiago de Calatrava, aunque pronto es liberado.


Autorretrato. 1956. Óleo sobre lienzo. 61 x 50 cm.
Museo Zabaleta (Quesada)


ETAPA DE MADUREZ

Por intermediación del escultor Manolo Hugué, conoce al galerista Aurelio Biosca, quien le abre las puertas de su galería de Madrid para realizar una muestra individual en 1942, a la que concurre con 20 óleos y 2 acuarelas. Durante estos años, Zabaleta comienza a crear la serie Los sueños de Quesada, cuadros oníricos, de un profundo surrealismo, que cosechan un éxito importante, tanto que Camilo José Cela edita un libro en 1963 con el título El solitario y los sueños de Quesada.
Desde que se afinca en Madrid, participa activamente en tertulias, como la del Café de Gijón, dibuja y pinta en el Círculo de Bellas Artes y pasa a formar parte una plataforma de artistas, la "Academia Breve de Crítica de Arte" fundada por D´Ors en 1941. La década de los 40 será de una frenética actividad creadora y expositiva. Participa en exposiciones individuales y colectivas en Madrid, fundamentalmente, y en Barcelona y otras ciudades españolas, mostrando su obra en galerías privadas y en el Museo Nacional de Arte Moderno de Madrid.
En 1947 se publica su primera monografía, realizada por Ramón Descalzo Faraldo. En 1949, cuando en España es ya un pintor consagrado, vuelve a viajar a París, donde visitará a Picasso de nuevo. Su primera exposición individual en el Museo Nacional de Arte Moderno de Madrid tendrá lugar en 1951, con un total de 27 óleos y 34 dibujos. En este mismo año el Ayuntamiento de Quesada le nombra "Hijo Predilecto" de la localidad y le pone su nombre a la calle donde el pintor tiene su residencia. Será entonces cuando se inicien los estudios y proyectos para crear en Quesada un Museo de Arte Contemporáneo.
Los 50 serán los años de su reconocimiento internacional. En 1955 participa en la III Bienal Hispanoamericana de Arte celebrada en Barcelona, donde obtiene el premio de la UNESCO, organismo que adquiere la obra. Participa en la Bienal del Mediterráneo de Alejandría (1955), en la Muestra Internacional en el Pabellón de España de la Exposición Internacional de Bruselas (1958), en la Muestra "Art et Travail" de Charleroi, Bélgica (1958), en la Exposción "La gravure espagnole contemporaine" del Museo Galliera de París (1959), y en la XXX Bienal de Arte de Venecia (1960). Miguel Delibes plasma el sentimiento que despierta cada una de estas muestras: "Para mí Zabaleta es uno de los grandes pintores de este siglo, el mundo rural que Zabaleta levantó con sus pinceles es el que me hubiera gustado levantar a mí con la pluma... Los temores de Zabaleta a ser eclipsado -devorado- por la pintura de vanguardia ya empieza a verse que carecían de fundamento. Él es un grande y como tal pervive y pervivirá".
En febrero de 1960, durante su estancia en Almería, a donde iba con frecuencia a visitar a su gran amigo y pintor Jesús de Perceval, perteneciente a la corriente de los llamados "pintores indalianos", sufre un infarto al corazón. El 24 de Junio de ese mismo año fallece en Quesada tras un derrame cerebral. Dona la mayor parte de su obra a la villa de Quesada, lo que permite en 1963 la creación del Museo Zabaleta, que alberga una colección con más de 100 obras del pintor.


SU OBRA

La obra de Zabaleta se ha incluido dentro de la linea denominada "realismo expresionista español", que arranca con Goya, sigue a través de Isidro Nonell y Gutiérrez Solana y se continúa en Zabaleta.


ETAPA DE DEFINICIÓN DE SU LENGUAJE ARTÍSTICO

Después de un periodo de formación del que se conservan escasas obras, posiblemente desechadas por el propio Zabaleta, la década de los 30 serán años de reflexión y búsqueda de su propia estética. Esta etapa se caracteriza por el eclecticismo y por la pluralidad compositiva influenciada por los maestros de la vanguardia europea, sin destacar todavía los hallazgos personales.
La temática es muy variada, siendo notorias las escenas circenses, de influencia picasiana, y paisajes imaginativos y exóticos. Cezanne y Van Gogh serán también influencias poderosas en esta época.

 
Hombre sentado ante mesa escribiendo. 1932. Óleo. 78 x 58 cm.
Museo Rafael Zabaleta (Quesada)


Tres mujeres desnudas. 1934. Óleo. 92 x 62 cm.
Museo Rafael Zabaleta (Quesada)



Autorretrato sentado con traje azul. 1935. Óleo. 91 x 71 cm.
Museo Rafael Zabaleta (Quesada)


Cazador con salacot y negra en barca. 1941. Óleo. 100 x 80 cm.
Museo Rafael Zabaleta (Quesada)


Arlequín y payaso con careta. 1942. Óleo. 81 x 60 cm.
Museo Rafael Zabaleta (Quesada)

EXPRESIONISMO SOMBRÍO O PERIODO DE DEFINICIÓN DE UNA ESTÉTICA

Esta etapa se puede enmarcar entre 1942 y 1949. Se va definiendo su formulación temática y un lenguaje propio, pero sin producirse un cambio radical con el periodo anterior, es más bien un cambio paulatino.
La obra de Zabaleta adopta tonos sombríos, figuras herméticas, gestos hoscos. La novedad temática es la incorporación de los temas campesinos (la tierra con sus labriegos y sus hombres), urbanísticos (reducidos al ámbito local) y los espacios intimistas (representados en escenas de interiores).
Se trata de una obra recia y fuerte, sin audacias en el color, formas volumétricas bien cuidadas, tonos moderados y disposición equilibrada.

  

Interior campestre. 1944. Óleo. 81 x 100 cm.
Colección particular

Retrato de mujer sentada con traje negro. 1944. Óleo. 80 x 64 cm.
Museo Rafael Zabaleta (Quesada)


Desnudo de mujer y autorretrato. 1945. Óleo. 100 x 85 cm.
Museo Rafael Zabaleta (Quesada)

EXPRESIONISMO RUTILANTE O PERIODO DE SUS GRANDES CONQUISTAS

Esta etapa se corresponde con la década de los años 50. Se caracteriza por acentuar la intensidad del color y buscar la simplificación de las formas.
Las composiciones se ajustan a esquemas geométricos, se incrementa la fuerza cromática hacia el fauvismo, se aleja del sistema perspectivo tridimensional, disminuyendo la profundidad espacial de sus cuadros.
Aparecen las iluminaciones artificiales que caracterizan sus nocturnos, las figuras adquieren rigidez y frontalidad, agudizando el hieratismo y la atemporalidad y las formas se hacen simples, definidas y estilizadas.
El repertorio temático se amplía con matarifes, escenas de playa, faunas, pájaros, desnudos nocturnales, formas antropomorfas y composiciones lineales de pura geometría y rigor abstraccionista.
  

Romeras de Tíscar. 1950. Óleo. 100 x 80 cm.
Museo Rafael Zabaleta (Quesada)



Maternidad. 1952. Óleo. 100 x 81 cm.
Museo Provincial (Jaén)


Campesinas. 1952. Óleo. 81 x 100 cm.
Museo Rafael Zabaleta (Quesada)


Familia campesina. 1957. Óleo. 81 x 100 cm.
Museo Rafael Zabaleta (Quesada)


Jardín del museo. 1957. Óleo. 81 x 100 cm.
Museo Rafael Zabaleta (Quesada)


La vieja y la niña. 1957. Óleo. 81 x 65 cm.
Museo Rafael Zabaleta (Quesada)


 El Sátiro. 1958. Óleo. 64 x 81 cm.
Museo Rafael Zabaleta (Quesada)


"SUEÑOS DE QUESADA"

El nombre es debido a Eugenio D´Ors, que fue el que expuso por primera vez esta obra en Barcelona en 1942. Se trata de una serie temática ejecutada en pincel, utilizando el procedimiento de agua-tinta. Son un total de 35 dibujos esquemáticos y fuertemente contrastados en blanco y negro, realizados en los años 30. Sus tamaños aproximados son de 30-35 x 25-30 cm.
La temática es un conjunto de impresiones depositadas en el subconsciente, resultado de visiones de su niñez o de situaciones anímicas posteriores. El carácter surrealista es evidente. Los temas son: el mundo, el demonio y la carne.



"No son dragones, no"
(en referencia a la I Guerra Mundial)

"Meditación por la descarnada señora muerte"
(evocación atormentada del sexo y la muerte)
 
Bibliografía:

- VVAA. Enciclopedia General de Jaén. Málaga, 2008.
- VVAA. Jaén, Pueblos y Ciudades. Jaén, 1997.


Enlaces de interés:

- www.museozabaleta.org (Museo Rafael Zabaleta, Quesada)
- www.fundacionzabaleta.org (Fundación Zabaleta)