La Torre del Homenaje y la Iglesia Parroquial de Santo Tomás Apóstol. SANTO TOMÉ


Fachada principal de la Iglesia Parroquial de Santo Tomás Apóstol
y Torre del Homenaje del antiguo castillo de Santo Tomé
(foto: archivo propio)

Se recuesta Santo Tomé sobre una loma, mirando al Guadalquivir y con el telón montañoso de la Sierra de Cazorla a sus espaldas. En la parte más elevada de la población se encuentra una recoleta plaza de evocador nombre que guarda los tesoros patrimoniales más valiosos de Santo Tomé. A la Plaza de Montemar se asoman las fachadas de los edificios más representativos: el Ayuntamiento, la Casa Grande, la Torre del Homenaje del antiguo castillo y la Iglesia Parroquial. Precisamente de estos dos últimos nos ocuparemos en este artículo, pues ambos estrecharon vínculos hace ya algunos siglos, cuando la Torre abandonó la espada por la cruz y pasó de guerrear a repicar campanas.

UN POCO DE HISTORIA
 
Santo Tomé debió constituir una de las muchas alquerías o pequeñas aldeas musulmanas que surgieron en el alto valle del Guadalquivir, dedicadas a la explotación de las fértiles vegas del entorno, y que se desarrollaron en torno a una fortificación, especialmente a finales del siglo XII y principios del XIII debido al avance cristiano hacia el Sur. No debió tener demasiada importancia pues no aparece mencionado este asentamiento en la relación de los castillos y aldeas conquistadas en 1231 por el Arzobispo de Toledo Don Rodrigo Ximénez de Rada. Santo Tomé aparece citado por primera vez en la Carta Puebla concedida a esta aldea en 13 de Agosto de 1310 por el Arzobispo de Toledo, Don Gonzalo Díaz Palomeque. Debemos mencionar el hecho de que el Sureste de la actual Provincia de Jaén -comarca de Cazorla y valle del Guadiana Menor- fue conquistado a los musulmanes por el mencionado prelado toledano, Ximénez de Rada, al cual dicho territorio le es cedido por el rey Fernando III "el Santo", implicando así a la Iglesia en la empresa de la reconquista. Se crea de esta manera el denominado Adelantamiento de Cazorla, marca fronteriza, al cual Santo Tomé perteneció hasta su extinción a principios del siglo XIX, aunque ya a finales de la Edad Media la institución había entrado en franca decadencia al dejar de ser fronterizo este territorio
Por el anteriormente mencionado documento de Carta Puebla, conservado en el Archivo de la Catedral de Toledo, el Arzobispo Díaz Palomeque hace concesión de la aldea a su hermano, Don Pedro Díaz de Quesada. Según este documento, el nombre de Santo Tomé se debe a que la plaza es ganada el día de la onomástica del Santo Apóstol (3 de Julio). Díaz de Quesada edifica la torre que hoy en día podemos contemplar y se le da licencia asímismo para poder repoblar el sitio y levantar una iglesia bajo la advocación del Santo: "...que vos Pero Díaz nuestro hermano feciste al servicio de Dios y de la Yglesia de Toledo una torre muy buena y un cortijo a nuestra costa y en nuestra heredad en un lugar al cual vos pusistes Sancto-Thome ques término de Cazorla (...) ...pediste vos por merçed que vos diesemos licencia que fizieredes en aquel lugar una Yglesia que oviese nombre Sancto-Thome por que tal día fueron los moros vencidos en aquel lugar...". 

La Torre del Homenaje

Levantada, como se ha dicho, a comienzos del siglo XIV, es de obra cristiana en su totalidad, aunque no se descarta que se construyera sobre restos islámicos anteriores. Está agobiada por construcciones circundantes que dejan visibles dos de sus lados, el que da a la plaza y el opuesto. De base rectangular, casi cuadrada, mide 8,70 m. en el lado que da a la plaza. Está estructurada en tres niveles o plantas. El muro es de mampostería en la parte baja de la torre, de sillarejo a hiladas regulares en su parte alta, y sillares de factura más cuidada reforzando las esquinas. Va cubierta con tejado a cuatro aguas. Se accede por una pequeña puerta que está a nivel del suelo. Posee además tres huecos en este lado frontal, dos de ellos claramente ampliados en época posterior y uno original, hacia la mitad de la fachada, en saetera. 
Se le añadió, posiblemente en el siglo XVIII, una espadaña de cantería para albergar las campanas. Esta nueva función de la torre como campanario de la iglesia que se sitúa junto a ella, pudo salvarla de la ruina y la desaparición. La espadaña está dividida en dos cuerpos. En el inferior, dos huecos en medio  punto para campanas. Sobre la cornisa, frontón triangular que acoge otro hueco de menores dimensiones para campana.
El edificio fue consolidado en 1947 dentro del programa de "Regiones Devastadas" y restaurado recientemente. Fue declarado Bien de Interés Cultural el 29 de Junio de 1985.

Espadaña de la torre del Homenaje ubicada en el lado Sur de la misma
(foto: archivo propio)


Parte trasera o lado Norte de la Torre del Homenaje de Santo Tomé
(foto: archivo propio)
   

La Iglesia Parroquial de Santo Tomás Apóstol

La primera iglesia que tuvo Santo Tomé tuvo su origen en el siglo XIV, cuando se da licencia por parte del Arzobispado de Toledo para que se edifique un templo en la aldea de Santo Tomé, dependiente de Cazorla. Al parecer, aquel templo medieval fue sustituido por otro a finales del siglo XVIII, y de éste hoy sólo queda la fachada que se sitúa a los pies del templo que originariamente era la lateral, puesto que el antiguo templo tenía una orientación Este-Oeste. Terminada en hastial con pequeña ventana circular enrejada, esta fachada conserva una sencilla portada con arco de medio punto de bien labradas dovelas sobre jambas de sillarejo. En 1966 se derribó el muro norte y se agrandó el templo en esa dirección. Efectivamente, el antiguo templo tenía los pies pegando al lado Este de la torre del Homenaje del castillo, que se conservó gracias a que fue utilizada como campanario una vez que quedó obsoleta su función militar. 
Por tanto, la fábrica del templo es completamente nueva, edificándose en el citado año de 1966, siguiendo el proyecto del arquitecto Pablo del Castillo. De planta rectangular y una única y amplia nave, los muros laterales están reforzados por seis contrafuertes a cada lado, entre los cuales se abren ventanales rectangulares en la parte superior del muro que aportan luz al interior. Existe en los pies del templo un zaguán separado del resto del templo por una gran reja de hierro. La techumbre es adintelada, decorada con un artesonado sobrio y moderno, mientras que en la zona del presbiterio presenta una hendidura de forma romboidal donde se representa pictóricamente la iconografía del Espíritu Santo.

Vista desde los pies de la única y amplia nave de la Iglesia de Santo Tomás
(foto: archivo propio)

Posiblemente sea la pintura mural del testero frontal de la cabecera el elemento artístico de mayor valor en el templo. Los frescos fueron realizados por el pintor ubetense Marcelo Góngora, que en esta obra mezcla lo divino y lo humano. A la derecha sitúa la escena del Nuevo Testamento de la incredulidad de Santo Tomás que, atónito, mete sus dedos en la herida del costado de Jesucristo en la segunda aparición de éste a sus apóstoles tras su Resurrección (en la primera Tomás no había estado presente). A la izquierda se aglutinan una serie de personajes -reales por cierto, pues representan a autoridades, vecinos y al cura párroco de la época- que oran ante el Santísimo Sacramento situado en el Sagrario, que ocupa el centro de la composición, de forma que el autor previó la colocación de tal objeto en esta céntrica posición pintando un halo y resplandor dorados en el centro de la pintura. Las referencias localistas se completan con la representación de la propia iglesia de Santo Tomé y de la Catedral de Jaén, a ambos lados del presbiterio.

Pintura mural de Marcelo Góngora. 
Testero frontal del presbiterio de la Iglesia de Santo Tomás
(foto: archivo propio)


Bibliografía:

- Eslava Galán, Juan. Castillos y Atalayas del Reino de Jaén. 1999.
- VVAA. Jaén. Pueblos y Ciudades. Jaén, 1997.

 

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