Plaza de la Iglesia, con el Palacio del Intendente Olavide y la Parroquia de la Inmaculada.
(foto: archivo propio)
UN POCO DE HISTORIA
En 1565 el vecino de Baeza Don Alonso Sánchez Chacón queda viudo de su esposa y se retira a su propiedad de La Peñuela con su criado y algunos amigos que se sumarán después a esta vida eremítica. La Peñuela, donde hoy se enclava La Carolina, era por entonces un área en el entorno de Sierra Morena con algunas casas diseminadas y un oratorio, junto al cual Don Alonso construyó una humilde casa. Este oratorio es hoy, transformado y ampliado, la ermita de San Juan de la Cruz, situada al Norte del casco urbano, en la Plaza de su nombre. Constituye, por tanto, el edificio más antiguo de la localidad.
En los primeros años llegó a haber hasta catorce ermitaños haciendo vida penitente en la casa que Sánchez Chacón había fundado.
El 29 de Junio de 1573 estos ermitaños toman el hábito carmelita, fundándose de este modo en La Peñuela el Convento de Jesús María del Monte de la Orden de los Carmelitas Descalzos. No obstante, la presencia de los religiosos aquí no durará mucho, pues tras la visita del padre provincial Fray Jerónimo Gracián, los carmelitas abandonan la casa en 1576 dadas sus malas condiciones de habitabilidad.
Al año siguiente, varios caballeros y prelados de Baeza consiguen que la Orden se instale nuevamente en La Peñuela con la edificación de un nuevo convento, en esta ocasión en el solar que hoy ocupa la Parroquia de la Inmaculada, a unos 350 m. del antiguo emplazamiento. El 11 de Agosto de 1577 se dijo la primera misa y se puso Santísimo Sacramento.
En 1578 se inaugura el nuevo templo bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen siguiendo los modelos de la arquitectura carmelitana (planta rectangular y una única nave cubierta con bóveda de cañón con presbiterio octogonal en la cabecera). Tenía una espadaña situada en los pies. A lo largo de todo el lateral de la Epístola se anexionan las dependencias conventuales en torno a un claustro porticado con arcos de medio punto. El propio San Juan de la Cruz visitó a los carmelitas de La Peñuela en su viaje hacia Beas de Segura para tomar posesión de su cargo como prior del Calvario.
En 1768 los frailes son obligados a marcharse del convento definitivamente. Así lo establece S.M. Carlos III ante la inminente puesta en marcha de un gran proyecto para la repoblación de Sierra Morena. No obstante el rey no deja desamparada a la comunidad carmelita, permutando su convento de La Peñuela por el antiguo Colegio de Jesuitas de la villa de Cazorla, donde se instalarán.
Las dependencias del convento serán utilizadas hasta 1770 por Pablo de Olavide -responsable del proyecto de las Nuevas Poblaciones- y su corte de funcionarios como cuartel general de la Intendencia, convirtiéndose así el edificio en el germen de la fundación de La Carolina, capital de las Nuevas Poblaciones.
El 9 de Julio de 1769 el vicario Don Juan Lanes Duval bendice la nueva parroquia de La Carolina bajo la advocación de la Inmaculada Concepción y San Carlos Borromeo.
Tras el trazado del urbanismo y la construcción de las primeras casas, en 1777 -siendo intendente Miguel de Ondeano en sustitución de Pablo de Olavide, procesado por la Inquisición- se proyecta una ampliación de la antigua iglesia conventual. El primigenio edificio se respetará, construyendo una nueva nave transversal en la cabecera a la altura del presbiterio, quedando la planta de la iglesia en forma de "T". El maestro de obras será el arquitecto Juan Bautista Nebroni, ayudado por el ingeniero francés Carlos Lemaur.
Finalmente, en el año 1900 comienzan las obras para levantar una nueva torre campanario en sustitución de la antigua espadaña carmelita. Dirige las obras el arquitecto Manuel Calderón Pérez, finalizándose al año siguiente, en 1901.
Durante el siglo XX el edificio sufre intervenciones puntuales, obras y restauraciones tras la guerra civil, y más recientemente en 1989 y en el año 2000.
LA IGLESIA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Situada en el lado Norte de la Plaza de la Iglesia -de forma cuadrada-, no es sin embargo el edificio que preside la misma. El templo queda descentralizado en favor de otra construcción, en este caso civil: el Palacio de la Intendencia, que se levantó anexo a la parroquia y que se dispone a eje con la Calle Jardines. Esta circunstancia resulta de interés a la hora de establecer la jerarquía edilicia en este ámbito del centro urbano de La Carolina, donde tiene preeminencia el poder civil sobre el religioso. Hay que tener en cuenta que el proyecto de las Nuevas Poblaciones surge en el siglo XVIII, siglo de la Ilustración, de "las luces", de la razón. De ahí este "guiño urbanístico", que implica la visualización en todo momento de la fachada del palacio cuando se transita por la referida calle que comunica la Plaza de la Iglesia con la del Ayuntamiento, quedando la del templo parcialmente oculta.
Con una disposición aproximada Norte-Sur, el templo tiene planta en forma de "T", resultado de la ampliación acometida en el último tercio del siglo XVIII.
La iglesia carmelitana responde a los modelos propios de la arquitectura religiosa de la Orden con una sóla nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos y presbiterio ochavado con cúpula (resaltado al exterior), presidido en su lado frontal por un retablo de cantería con el escudo real de Carlos III. El coro se sitúa en los pies y en alto.
En las obras de ampliación, el aprovechamiento de la vieja fábrica del templo contribuirá a su complejidad interna. Se levanta una nave rectangular, dividida en varios tramos y perpendicular a la vieja iglesia, que actuará como nueva cabecera y presbiterio del templo. El ochavo que ahora queda en el centro de la construcción determinará la irregularidad de la planta y cubiertas de algunos de los tramos de dicha nave transepto. Debido a la nueva distribución interna y la escasez de vanos, la iluminación natural del templo es escasa, dando un aspecto cavernoso. Precisamente a esta circunstancia se refiere el historiador ilustrado y viajero Antonio Ponz en su "Viage de España" en su visita a la iglesia de La Carolina (Tomo XVI, 1791): "La Iglesia no puede negarse que sea ridícula a todo serlo, con ciertas revueltas, y capillas que antes dan idea de cavernas que de una cosa regular. El que inventó los planes, poco o nada sabía de arquitectura..." ("Viage de España". Tomo XVI, 1791).
Destacan las hornacinas para acoger imágenes que adoptan estructuras retablísticas en cantería, posteriormente policromada. Esta circunstancia se explica por la pragmática de Carlos III prohibiendo la construcción de retablos de madera en los templos de las Nuevas Poblaciones, para evitar que en caso de incendio éste se propagase al tejado, arruinando el edificio.
La imagen de la Inmaculada Concepción, bajo cuya advocación se encuentra la parroquia, se halla en el camarín con pequeña cúpula alojado en el testero del presbiterio.
Dado que el edificio queda rodeado en su totalidad por construcciónes anexas (palacio, viviendas) salvo en su fachada principal (sur), es aquí donde se concentran los elementos más destacados del exterior: portada y torre campanario.
La portada, a la que se accede mediante una discreta escalinata, se abre en arco de medio punto sobre impostas enmarcado por pilastras cajeadas que sujetan un sencillo entablamento. Este primer cuerpo, sobrio y clásico, contrasta con el segundo, más barroquizante, que consta de un relieve central con la imagen de la Inmaculada cubierto por una venera y enmarcado por volutas y pinaculillos, todo ello coronado por una cornisa en ángulo a modo de tejadillo. Sobre la portada se abre un vano rectangular con vidriera. La fachada, toda ella de sillería regular, posee un hastial con óculo, siguiendo el modelo carmelitano.
La esbelta torre campanario es de base cuadrada y está realizada también en sillería. Consta de cuatro cuerpos donde se abren balcones y huecos para campanas en el superior.
Bibliografía:
- Ponz Piquer, Antonio. Viage de España. Tomo XVI. Madrid, 1791.
- VVAA. Guía Artística de Jaén y su Provincia. Sevilla, 2005.
- VVAA. Jaén, Pueblos y Ciudades. Jaén, 1997.
Al año siguiente, varios caballeros y prelados de Baeza consiguen que la Orden se instale nuevamente en La Peñuela con la edificación de un nuevo convento, en esta ocasión en el solar que hoy ocupa la Parroquia de la Inmaculada, a unos 350 m. del antiguo emplazamiento. El 11 de Agosto de 1577 se dijo la primera misa y se puso Santísimo Sacramento.
En 1578 se inaugura el nuevo templo bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen siguiendo los modelos de la arquitectura carmelitana (planta rectangular y una única nave cubierta con bóveda de cañón con presbiterio octogonal en la cabecera). Tenía una espadaña situada en los pies. A lo largo de todo el lateral de la Epístola se anexionan las dependencias conventuales en torno a un claustro porticado con arcos de medio punto. El propio San Juan de la Cruz visitó a los carmelitas de La Peñuela en su viaje hacia Beas de Segura para tomar posesión de su cargo como prior del Calvario.
En 1768 los frailes son obligados a marcharse del convento definitivamente. Así lo establece S.M. Carlos III ante la inminente puesta en marcha de un gran proyecto para la repoblación de Sierra Morena. No obstante el rey no deja desamparada a la comunidad carmelita, permutando su convento de La Peñuela por el antiguo Colegio de Jesuitas de la villa de Cazorla, donde se instalarán.
Las dependencias del convento serán utilizadas hasta 1770 por Pablo de Olavide -responsable del proyecto de las Nuevas Poblaciones- y su corte de funcionarios como cuartel general de la Intendencia, convirtiéndose así el edificio en el germen de la fundación de La Carolina, capital de las Nuevas Poblaciones.
El 9 de Julio de 1769 el vicario Don Juan Lanes Duval bendice la nueva parroquia de La Carolina bajo la advocación de la Inmaculada Concepción y San Carlos Borromeo.
Escudo de Carlos III que preside el antiguo presbiterio carmelita. Iglesia de La Carolina
(foto: archivo propio)
Tras el trazado del urbanismo y la construcción de las primeras casas, en 1777 -siendo intendente Miguel de Ondeano en sustitución de Pablo de Olavide, procesado por la Inquisición- se proyecta una ampliación de la antigua iglesia conventual. El primigenio edificio se respetará, construyendo una nueva nave transversal en la cabecera a la altura del presbiterio, quedando la planta de la iglesia en forma de "T". El maestro de obras será el arquitecto Juan Bautista Nebroni, ayudado por el ingeniero francés Carlos Lemaur.
Fotografía de las fachadas del Palacio del Intendente y de la Iglesia a finales del siglo XIX.
Se aprecia aún la espadaña carmelitana que habría de ser sustituida
por la actual torre campanario en 1900.
Finalmente, en el año 1900 comienzan las obras para levantar una nueva torre campanario en sustitución de la antigua espadaña carmelita. Dirige las obras el arquitecto Manuel Calderón Pérez, finalizándose al año siguiente, en 1901.
Durante el siglo XX el edificio sufre intervenciones puntuales, obras y restauraciones tras la guerra civil, y más recientemente en 1989 y en el año 2000.
LA IGLESIA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Situada en el lado Norte de la Plaza de la Iglesia -de forma cuadrada-, no es sin embargo el edificio que preside la misma. El templo queda descentralizado en favor de otra construcción, en este caso civil: el Palacio de la Intendencia, que se levantó anexo a la parroquia y que se dispone a eje con la Calle Jardines. Esta circunstancia resulta de interés a la hora de establecer la jerarquía edilicia en este ámbito del centro urbano de La Carolina, donde tiene preeminencia el poder civil sobre el religioso. Hay que tener en cuenta que el proyecto de las Nuevas Poblaciones surge en el siglo XVIII, siglo de la Ilustración, de "las luces", de la razón. De ahí este "guiño urbanístico", que implica la visualización en todo momento de la fachada del palacio cuando se transita por la referida calle que comunica la Plaza de la Iglesia con la del Ayuntamiento, quedando la del templo parcialmente oculta.
Calle Jardines, uno de los principales ejes de La Carolina.
Al fondo, fachada del Palacio del Intendente Olavide
(foto: archivo propio)
Con una disposición aproximada Norte-Sur, el templo tiene planta en forma de "T", resultado de la ampliación acometida en el último tercio del siglo XVIII.
La iglesia carmelitana responde a los modelos propios de la arquitectura religiosa de la Orden con una sóla nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos y presbiterio ochavado con cúpula (resaltado al exterior), presidido en su lado frontal por un retablo de cantería con el escudo real de Carlos III. El coro se sitúa en los pies y en alto.
Planta de la Iglesia de la Inmaculada Concepción de La Carolina
(foto: archivo propio)
Antiguo presbiterio ochavado cubierto con cúpula de la iglesia carmelitana,
visto desde los pies de la Iglesia.
(foto: archivo propio)
Vista hacia los pies. Bóveda de cañón con lunetos y coro en alto.
(foto: archivo propio)
En las obras de ampliación, el aprovechamiento de la vieja fábrica del templo contribuirá a su complejidad interna. Se levanta una nave rectangular, dividida en varios tramos y perpendicular a la vieja iglesia, que actuará como nueva cabecera y presbiterio del templo. El ochavo que ahora queda en el centro de la construcción determinará la irregularidad de la planta y cubiertas de algunos de los tramos de dicha nave transepto. Debido a la nueva distribución interna y la escasez de vanos, la iluminación natural del templo es escasa, dando un aspecto cavernoso. Precisamente a esta circunstancia se refiere el historiador ilustrado y viajero Antonio Ponz en su "Viage de España" en su visita a la iglesia de La Carolina (Tomo XVI, 1791): "La Iglesia no puede negarse que sea ridícula a todo serlo, con ciertas revueltas, y capillas que antes dan idea de cavernas que de una cosa regular. El que inventó los planes, poco o nada sabía de arquitectura..." ("Viage de España". Tomo XVI, 1791).
Nave transversal y nuevo presbiterio fruto de la ampliación de 1777
(foto: archivo propio)
Presbiterio y pequeño camarín con la imagen de la titular, la Inmaculada Concepción
(foto: archivo propio)
Destacan las hornacinas para acoger imágenes que adoptan estructuras retablísticas en cantería, posteriormente policromada. Esta circunstancia se explica por la pragmática de Carlos III prohibiendo la construcción de retablos de madera en los templos de las Nuevas Poblaciones, para evitar que en caso de incendio éste se propagase al tejado, arruinando el edificio.
La imagen de la Inmaculada Concepción, bajo cuya advocación se encuentra la parroquia, se halla en el camarín con pequeña cúpula alojado en el testero del presbiterio.
Imagen de la Inmaculada Concepción, titular de la Parroquia y patrona de La Carolina
(foto: archivo propio)
Dado que el edificio queda rodeado en su totalidad por construcciónes anexas (palacio, viviendas) salvo en su fachada principal (sur), es aquí donde se concentran los elementos más destacados del exterior: portada y torre campanario.
La portada, a la que se accede mediante una discreta escalinata, se abre en arco de medio punto sobre impostas enmarcado por pilastras cajeadas que sujetan un sencillo entablamento. Este primer cuerpo, sobrio y clásico, contrasta con el segundo, más barroquizante, que consta de un relieve central con la imagen de la Inmaculada cubierto por una venera y enmarcado por volutas y pinaculillos, todo ello coronado por una cornisa en ángulo a modo de tejadillo. Sobre la portada se abre un vano rectangular con vidriera. La fachada, toda ella de sillería regular, posee un hastial con óculo, siguiendo el modelo carmelitano.
La esbelta torre campanario es de base cuadrada y está realizada también en sillería. Consta de cuatro cuerpos donde se abren balcones y huecos para campanas en el superior.
Fachada principal de la Iglesia de la Inmaculada de La Carolina. A la izquierda, fachada del Palacio del Intendente Olavide. A la derecha estatua en honor a San Juan de la Cruz.
(foto: archivo propio)
Bibliografía:
- Ponz Piquer, Antonio. Viage de España. Tomo XVI. Madrid, 1791.
- VVAA. Guía Artística de Jaén y su Provincia. Sevilla, 2005.
- VVAA. Jaén, Pueblos y Ciudades. Jaén, 1997.
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