Tesoros de Jaén en el Museo Arqueológico Nacional. Las Cabezas de Bronce de Cerro Maquiz (MENGÍBAR)



Las cuatro cabezas de bronce de Cerro Maquiz (Mengíbar),
reunidas en la exposición con motivo del 150 aniversario de su descubrimiento.
Museo Provincial de Jaén. Noviembre de 2010.
(Foto: archivo propio)

Objetos: piezas decorativas de un carro de guerra (cabezas)
Material: bronce
Cronología: siglo IV a.C.
Cultura: Ibérica
Fecha de descubrimiento: 1860
Procedencia: Cerro Maquiz
Municipio: Mengíbar
Comarca: La Campiña

HISTORIA DE UN DESCUBRIMIENTO 

En Noviembre de 1860 dos labradores que estaban trabajando en la finca de Cerro Maquiz, cuyo propietario entonces era Don Manuel de la Chica, hallaron cuatro objetos de bronce con formas de cabeza humana y de lobo de época ibérica que encontraron en el interior de una oquedad excavada en el suelo junto a otros objetos (un cinturón y otras piezas de hierro). Al parecer se trataba de una tumba de un personaje importante de Iliturgi y estos objetos formaron parte originariamente de un carro de guerra, propio de estos príncipes íberos, aunque en realidad dicho carro era un símbolo de poder y no se utilizaba en la guerra. 
En 1862 Don Manuel de la Chica puso en conocimiento de la Real Academia de la Historia el hallazgo de estas cuatro cabezas de bronce, dos de las cuales las donó a la Academia a través de Don Amador de los Ríos, mientras que las otras dos siguieron en manos de particulares hasta que en 1970 el Museo Arqueológico Nacional las adquirió.
Este descubrimiento tuvo una enorme repercusión unos años más tarde. En 1867 fueron expuestas en el Pabellón de España de la Exposición Internacional de París, llegando a ganar una medalla, y posteriormente en el Pabellón de Arte Español de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.
Dos de las cabezas se conservan en el Museo Arqueológico Nacional y las otras dos en la Real Academia de la Historia, no habiendo sido expuestas nunca y sólo accesibles a investigadores y científicos. Las piezas volvieron a reencontrarse en Jaén, en el Museo Provincial, en una exposición que se inauguró el día 17 de Noviembre de 2010 con motivo del 150 aniversario de su descubrimiento. La exhibición de las cabezas de manera conjunta fue posible gracias al arqueólogo mengibareño Emilio Plazas y a la directora del Museo Provincial, Francisca Hornos, siendo sus organizadores el propio Museo de Jaén, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Mengíbar y el Grupo de Amigos de la Historia de Mengíbar.

EL ASENTAMIENTO DE CERRO MAQUIZ 

El cerro de Maquiz es una elevación del terreno que se encuentra en la margen derecha del río Guadalbullón, muy cerca ya de la desembocadura de este último en el Guadalquivir, a unos dos kilómetros al Este del núcleo urbano de Mengíbar por la carretera A-6000 dirección a Villargordo.
La primera ocupación que se ha constatado en Cerro Maquiz se remonta a mediados del III milenio a.C., a juzgar por unas cerámicas a mano encontradas en el lugar.
Por razones que se desconocen el asentamiento quedó despoblado, volviéndose a ocupar en el I milenio a.C. (Bronce final). Cerro Maquiz formaría parte de la red de grandes asentamientos del Alto Guadalquivir, poblados fortificados que reciben la denominación de oppidum, y que en su gran mayoría presentan una ocupación ininterrumpida a partir de estos momentos del Bronce Final, siguiendo en época Ibérica y llegando algunos incluso a la fase romana.
Las áreas más conocidas y estudiadas del asentamiento son las necrópolis (para Cerro Maquiz se han localizado al menos tres), situadas en las proximidades del poblado, como es habitual en el mundo ibérico. El ritual de enterramiento que se practicaba era el de la incineración del cadáver, cuyos restos se depositaban en una urna de cerámica. La urna junto con su correspondiente ajuar se despositaban en un hoyo excavado en la tierra, para los casos más simples, o en pozos, cistas de piedra o cámaras funerarias, para los más complejos. No toda la población se enterraba, sólo lo hacían los miembros de la aristocracia y su clientela.
Al último tipo mencionado, el de cámara funeraria, perteneció la tumba del individuo en la que se encontraron estas cabezas de bronce objeto de nuestro artículo.

LOS BRONCES DE MAQUIZ 

La tumba principesca representaría el más alto nivel social de la necrópolis. Las cuatro cabezas, junto con otros objetos, fueron halladas en  una cámara subterránea. Formaron parte de la decoración de un carro militar de parada (de desfile) de un solo eje que probablemente nunca fuera utilizado en la guerra. Se trata de un elemento propio de los ajuares aristocráticos ibéricos. Es un símbolo de poder, y a la vez encarna la alegoría del tránsito de la vida a la muerte. Toya (Peal de Becerro) o Baza (Granada) son sólo algunos ejemplos de la presencia de estos carros en tumbas principescas.



Reconstrucción hipotética del carro funerario de la tumba hallada en Maquiz, 
con indicación de la posición de los apliques de bronce,
según los arqueólogos Doña Alicia Nieto Ruiz y Don Emilio Plazas Beltrán

Las cabezas del Museo Arqueológico Nacional


Una de las cabezas de bronce que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional
(foto: archivo propio)

Se trata de dos piezas de bronce muy parecidas y de similar tamaño (47 cm. de longitud) utilizadas como aplique de refuerzo en los extremos del yugo del carro. Rematan en cabeza de lobo, animal de simbología funeraria con marcada expresión de ferocidad.
Lo más interesante corresponde a las escenas grabadas, de tipo mítico, que se repiten a ambos lados de los objetos. En ellas aparece destacada la representación del árbol de la vida, cuyo significado se ha relacionado con los conceptos de fertilidad y ultratumba. Junto a él imágenes de hombres barbados, tritones, jinetes que cabalgan sobre hipocampos, lobos y jabalíes, todo ello de clara simbología marcial. El remate en forma de cabeza de lobo, de representación muy común en el mundo ibérico, hace referencia a un animal de simbología funeraria con marcada expresión de ferocidad y de carácter apotropaico. Símbolo de la noche, la guerra y la muerte, está estrechamente relacionado con planteamientos ideológicos de tipo heroico.

 
Las cabezas de la Real Academia de la Historia


(foto: archivo propio) 

(Catálogo de Antigüedades de la RAH)
Cabezas de bronce conservadas en la Real Academia de la Historia

Las dos cabezas que se conservan en la Real Academia de la Historia son de tamaño inferior a las anteriores. Una es la cabeza de un lobo en cuya parte posterior se aprecia un ojal para pasar una cuerda. Iría situada, según los mencionados arqueólogos, como aplique decorativo en el extremo de la lanza o eje del carro.
La otra es mucho más interesante. De carácter bicéfala, presenta la cabeza de un lobo por una parte y una cabeza humana masculina por otra. Iría colocada, posiblemente junto con otra gemela que no se ha conservado, en la zona central del yugo del carro. De nuevo aquí se constata la identificación del lobo con el príncipe guerrero íbero. El lobo fue el animal más popular y temido en la Península Ibérica desde la Antigüedad. Capaz de atacar por sorpresa y con fiereza, también se define por el hecho de desenvolverse en manada con obediencia al líder de la misma. Precisamente estos valores de fuerza y liderazgo deben imprimir la personalidad del príncipe íbero.


Bibliografía:

- Ruiz Rodríguez, Arturo. De la muralla de Ibros al lobo de Huelma: Jaén en la lenta construcción de una identidad para los iberos. Jaén, 2001.
- VVAA. Jaén. Pueblos y Ciudades. Jaén, 1997. 


1 comentario:

  1. Excelente información que muchas veces viene bien recordar, en otras...conocer. Saludos.

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